Joaquín Sorolla
Primeros años
Joaquín Sorolla nació en Valencia en 1863. Quedó huérfano a los dos años y él y su hermana fueron a vivir con sus tíos maternos. Parece ser que su infancia fue un poco descontrolada e incluso en el colegio, en vez de atender al profesor, se pasaba el día pintando en su cuaderno.
Debido a la difícil situación económica familiar comenzó a trabajar de aprendiz en la cerrajería de su tío quien le matriculó, a su vez, en las clases nocturnas de dibujo de la Escuela de Artesanos de Valencia.
En 1878 Sorolla se matriculó en la Escuela de Bellas Artes de Valencia. Allí conoció a otros jóvenes pintores valencianos como Cecilio Plá. Sin embargo, la amistad más importante fue la de Juan Antonio García del Castillo, compañero suyo en la clase de dibujo de figura. El padre de Juan Antonio, Antonio García Peris, era un conocido fotógrafo que acogió a Sorolla como si fuera su protegido. Además, allí Sorolla conoció a Clotilde, hija del fotógrafo, con la que se casaría pronto y que sería la mujer de su vida.
El comienzo de su carrera
Tras finalizar sus estudios, Sorolla vino a Madrid. Para cualquier joven pintor que quisiera abrirse camino era imprescindible estar en la capital del reino.
Tenía que participar en las Exposiciones Nacionales de Bellas Artes.En 1881 presentó tres marinas, género muy popular por aquel entonces, pero que no resultaron elegidas. La academia prefería cuadros de contenido histórico y monumental. Así, tres años después, consiguió un premio con su cuadro, de grandes dimensiones, El Dos de Mayo. Fue el comienzo de su carrera.
El tiempo que pasó en Madrid lo aprovechó para ir numerosas veces al Museo del Prado. Le impresionó, sobre todo, la pintura de Velázquez. Copió varios de sus lienzos.
El siguiente paso para cualquier pintor en esta época era el viajar a Italia para conocer a los pintores, maestros del Renacimiento, y los monumentos y esculturas clásicas. Sorolla presentó un cuadro al concurso que la Diputación de Valencia organizó y ganó con él una beca para estudiar en Roma.
Su época en Roma, al final, no le influiría tanto como los meses que pasó en París. En Italia se seguía enseñando la pintura clásica y París, por el contrario, era el centro de las nuevas corrientes que atrajeron a Sorolla.
Aun así realizó en Roma un cuadro de grandes dimensiones como se esperaba de todo becario y que debía presentar en la Exposición Nacional de Bellas Artes. El cuadro, El Entierro de Cristo, fue un fracaso. Sorolla no obstante siguió pintando el tipo de cuadros históricos que se le exigían y buscando, al mismo tiempo, su propio camino, teniendo siempre en mente el poder vivir de la pintura.
En 1888 regresó a Valencia para casarse con Clotilde. Fueron inmediatamente a Asís aunque regresaron al año siguiente, instalándose en Valencia. Sorolla pintaba por aquel entonces cuadros costumbristas valencianos que eran bien acogidos por el público como Baile Valenciano en la Huerta.
Poco tiempo después el matrimonio decidió instalarse en Madrid, donde tendría Sorolla más posibilidades de progresar en su carrera. Por aquel entonces comenzaba a triunfar en pintura lo que se llamó realismo social. Eran cuadros que mostraban situaciones dramáticas de la vida, sobre todo de las clases más pobres con un sentido de denuncia. Este tipo de pintura llamó poderosamente la atención de Sorolla, que dedicaría los siguientes años a este tipo de pintura. Además, hacia 1892, pintó El día feliz en el que reflejó cobertizos a orillas del mar, captando los contraluces del sol pasando por puertas y cañizos. Pintó una serie de cuadros de temática religiosa y poco a poco fue afianzando su popularidad.
Consolidación
Un cuadro que marcó un nuevo camino en su pintura fue La vuelta de la pesca, inspirada en el trabajo de los pescadores, temática recurrente en su obra. Además realizó un retrato de Benito Pérez Galdós. Su habilidad para el retrato le proporcionó los ingresos necesarios para dedicarse exclusivamente a la pintura.
En 1895 realizó, por encargo del Senado, la obra Jura de la Constitución por la reina regente María Cristina, pintura de gran tamaño que le facilitó el acceso a la clase política y burguesa.
A los treinta años era ya un pintor consolidado y reconocio en Madrid, lo que le permitió seguir investigando en las diferentes técnicas pintóricas.
En los años siguientes pintó algunos de sus cuadros más conocidos como Pescadores recogiendo las redes o Cosiendo la vela durante estancias en Valencia. Lienzos de gran tamaño pintados al aire libre y donde podemos ya apreciar su dominio de los efectos de la luz.
Participó en exposiciones en Paris y Munich expandiendo su popularidad a nivel europeo. También realizó una serie de obras por encargo. Para sus cuadros de paisajes, los preferidos serían ya siempre los de Valencia, sobre todo aquellos en los que refleja los ambientes de la playa.
A medida que se acentuaba su personal estilo, dejó los cuadros de temática social. Su pintura poseía un estilo propio e independiente de los demás pintores españoles. Comenzó, hacia 1900, sus pinturas de niños en la playa.
Destacó por sus pinceladas que daban color a los objetos según la luz que recibían.
Viajó a Galicia, donde realizó una serie de cuadros de temática marina. Después a Jávea pintando diferentes obras del natural mostrando ya gran maestría en el tratamiento de la luz.
Otra parte importante de sus obras son las dedicadas a los miembros de su familia, siempre objeto de sus obras.
Entre 1902 y 1904 fue varias veces a Alcira captando la actividad en las huertas de naranjos.
En 1906 realizó sus primera exposición individual en París. Ese mismo año fue a Biarritz realizando una serie de cuadros que reflejaban el ambiente elegante de las playas.
Buscando nuevos paisajes fue a La Granja, Segovia y Toledo en su incansable ansia por plasmar la naturaleza mostando, además, los trajes, los adornos y la cerámica y artesanía de España.
En 1908 presentó su obra en una exposición individual en Londres.
Entre 1908 y 1910 pintó gran número de obras mostrando paisajes de Sevilla y Granada.
La Hispanic Society
En 1911 viajó a Estados Unidos donde pintó una serie de retratos. Durante los siguientes años se dedicaría casi exclusivamente al encargo que le realizó Archer M. Huntington para la Hispanic Society of America de Nueva York.
Se trataba de una serie de paneles mostrando la Visión de España. Viajó por todo el país hasta 1919 tratando de captar el carácter de las gentes de las diferentes provinvias. Este encargo, que le llevó ocho años de constantes viajes hasta los rincones más recónditos, fue minando su salud.
Sufrió un ataque de hemiplejia mientras pintaba el cuadro de la esposa de Pérez de Ayala en 1920. Para recuperarse fue a su casa de Cercedilla donde murió tres años después. Clotilde le sobrevivió seis años.
Su mujer legó tanto la casa como sus obras al estado español. Gracias a ello contamos ahora con la oportunidad de visitar lo que fue su hogar y admirar sus obras en la Casa-Museo Sorolla.
Durante toda su vida, la familia fue una constante en la vida de Sorolla. Estaba siempre pendiente de su mujer, Clotilde, y de sus hijos. Durante sus constantes viajes escribía a diario cartas en las que detallaba a Clotilde todo lo que hacía. Sus muestras de amor eran constantes y no le gustaba estaba separado de su familia. En el Museo podemos ver múltiples muestras de este amor. Clotilde fue su musa, su modelo favorita. Los retratos de Clotilde y de sus hijos son numerosos. Era realmente un hombre de familia.
Casa Museo Sorolla
Joaquín Sorolla vino a Madrid en 1889. En primer lugar vivió en un estudio-vivienda en la plaza del Progreso. A partir de 1893 pasó a vivir en otros sitios, aunque mantuvo el estudio. En 1904 pasó a vivir en un palacete en la calle Miguel Angel con jardín y espacio para el estudio.
En 1905 compró el terreno del actual museo a la duquesa de Marchena. La construcción comenzó en 1909. Desde el principio Sorolla estuvo muy implicado en el diseño tanto del edificio como del interior que había encargado al arquitecto Enrique María de Repullés y Vargas. Al año siguiente Sorolla compró un terreno colindante al pintor Aureliano de Beruete que era, además cuñado de la anterior propietaria. Este terreno corresponde a lo que hoy son los jardines. El edificio se terminó en 1911. El control de Sorolla sobre las obras fue constante.
Los tres jardines
Tras pasar por la entrada lo primero que ve el visitante es un patio andaluz. En principio este era el único espacio ajardinado de la casa aparte de un patio trasero. Sorolla quedó tan impactado por los patios y jardines andaluces que reprodujo esos escenarios en su propia vivienda. Hay dos esculturas, Desnudo femenino de José Clará Ayats y El Gaitero de Mariano Benlliure. Los originales se encuentran en el Museo, siendo éstas reproducciones en resina sintética.
El segundo jardín está inspirado en el Patio de la Acequia del Generalife de Granada. Fue el último en realizarse. Hay tres amorcillos en bronce que se creen son de Mariano Benlliure. A pesar de su inspiración granadina, el jardín presenta influencias italianas como podemos ver en las dos columnas al fondo y en la figura del Togado Romano, procedente de Jaén y que fue un regalo del marqués de Viana en 1916. Hay además una fuente del siglo XVII con dos cuerpos.
El tercer jardín presenta una alberca en el centro y frente a ésta una pérgola. El busto de Sorolla hecho en mármol fue un regalo de la Hispanic Society of America de Nueva York. Es una réplica de la que se encuentra en esta sociedad realizada en bronce por Mariano Benlliure. Detrás del estanque se encuentra la Fuente de las Confidencias del valenciano Francisco Marco Díaz Pintado.
Planta Baja
En la planta baja vivía, en época de Sorolla, la servidumbre. Además estaba la caldera para la calefacción. Prácticamente no queda nada del estado original salvo el Patio Andaluz. A través de éste se ventilaba e iluminaba la parte trasera de la casa. En esta zona del Museo encontramos amplias muestras de cerámicas pertenecientes a la colección de Sorolla.
Planta Principal
En esta planta se ha querido mantener el espíritu de la familia Sorolla. En lo posible los muebles son los originales y están dispuestos como en vida del pintor.
Zona de trabajo
Desde un principio Sorolla quiso separar su vivienda privada de la zona de taller, Así podemos pasar por tres estudios que tenían una entrada independiente. Actualmente esta entrada es la que da acceso al Museo. La primera sala a la que accedemos era antes un almacén donde se preparaban también los bastidores, las telas y los marcos. No tenia mobiliario ni decoración.
La segunda sala corresponde a lo que fue el despacho de Sorolla. Además era una especie de sala de exposiciones donde el posible cliente podía ver tanto obras antiguas como más recientes del pintor.
La tercera sala era el estudio de Sorolla. Hizo que se pusieran muchos puntos de luz natural como el lucernario.
Sorolla pintaba en este taller a finales de otoño y en invierno, sobre todo retratos. Tenía varios caballetes colocados en la sala con sus respectivas obras que iba retocando según la luz que tuvieran o según su propio capricho. Lo contrario a cuando pintaba al aire libre, donde importaba sobre todo la rapidez para captar el momento. En uno de los caballetes podemos ver el retrato en el que estaba trabajando cuando sufrió la hemiplejia, Retrato de la Señora de Pérez de Ayala.
Del estudio llegamos a una zona de paso desde la que parte la escalera que llevaba a los dormitorios.
Zona familiar
El salón está prácticamente igual que en vida de Sorolla, aunque se quitaron algunos muebles. A la derecha hay una lámpara de bronce patinado y tulipas amarillas de Tiffany. En el centro podemos ver la escultura Desnudo de Mujer realizado por Helena Sorolla, la hija menor del pintor. En un escritorio dos retratos de Alfonso XIII y la reina Victoria Eugenia dedicados a Sorolla.
A la izquierda se encuentra la rotonda que da al tercer jardín con unas grandes cristaleras.
Desde el salón pasamos a una pequeña sala antecomedor en la que Sorolla quiso recordar las habitaciones de Felipe II en el Monasterio de El Escorial. Encontramos aquí las mejores piezas de cerámicas que posee el museo.
En el comedor, que se encuentra a continuación, lo único que se ha cambiado ha sido la alfombra. Está realizado siguiendo el gusto levantino de Sorolla. Tiene amplias superficies en mármol y el friso al óleo fue pintado por el propio Sorolla con imagenes de Clotilde y de sus dos hijas.
La salida actual del Museo corresponde a lo que era la entrada principal antiguamente.
Segunda planta
Es la zona que más difiere del planteamiento original de la casa. Para acondicionarla como museo se cambió totalmente.
Aquí se encontraban el dormitorio del matrimonio y los tres de los hijos. Además había una zona distribuidor que se conoce como Salita de costura. Esta salita se ha unido a lo que fue el dormitorio de María Clotilde. A continuación estaría el dormitorio del matrimonio y después el de Helena y Joaquín.
El Museo-Casa de Joaquín Sorolla es uno de los tesoros más preciados de Madrid. Pocas veces se tiene la oportunidad de ver la obra de un pintor en su propia casa. Es una forma espléndida de acercarnos a este hombre que es uno de los mayores genios de la pintura española. No sólo supo captar la luz como nadie, sino que en sus retratos captó la personalidad de cada uno de los personajes retratados. Tanto para los madrileños como para cualquier visitante, el paso por este Museo es algo imprescindible.
Fotografías: Rafael Castañeda
Fuentes:
Guía del Museo Sorolla, autor: Santa-Ana y Álvarez-Ossorio, Florencio, Ministerio de Cultura, 2007
Joaquín Sorolla, varios autores, Museo Nacional del Prado, 2009
Visita guiada: Escrito-Pintado. Casa-Museo Sorolla. Enero, 2012