Manuel Godoy

Antecedentes

Durante los últimos años del reinado de Carlos III se intensificó el miedo a que las influencias extranjeras más liberales y tolerantes entraran en el país. El conde de Floridablanca, secretario de Estado, hizo suyos los fines de defender la religión, la sumisión a la Santa Sede e impulsar la actividad de la Inquisición. Se quería mantener la estabilidad de los poderes para garantizar el mantenimiento de la monarquía absoluta.

Conde de Floridablanca por Pompeo Girolamo Batoni; ©Wikipedia

Distintos interéses

Carlos III se había rodeado de una serie de personas conocidas como los «golillas». No pertenecían a  familias de renombre, tenían formación universitaria y sabían que su posición dependía exclusivamente del rey, por lo que era lógico que quisieran mantener la autoridad de éste y acrecentarla si fuera preciso.

Los «aristócratas» o «aragoneses» (por los conde de Fuentes y Aranda) se oponían a este grupo. Pensaban que la monarquía debía apoyarse en la aristocracia para garantizar su existencia. Se consideraban el nexo entre el rey y su pueblo, aunque realmente fueran más el nexo entre el rey y ellos mismos.

Evidentemente los aristócratas se oponían frontalmente a Floridablanca y los demás «golillas».

Conde de Aranda por Ramón Bayeu; ©Wikipedia

A los aristócratas se uniría con el tiempo el grupo de los ilustrados, llamados tambien «jansenistas«, que querían liberar a la iglesia de su extrema dependencia de Roma y que los obispos y pastores españoles tuvieran más poder para desarrollar su actividad. Además querían impulsar y renovar la educación.

El peligro viene de Francia, pero no olvidemos a Inglaterra

A medida que fueron pasando los años, Floridablanca se fue volviendo más y más conservador. Cualquier idea que pudiera provenir de Francia, inmersa en su propia Revolución, no debía traspasar la frontera.

La situación económica interna tampoco era precisamente boyante. Una serie de malas cosechas trajeron consigo un encarecimiento del pan.

Tras la muerte de Carlos III en 1788, el nuevo rey Carlos IV mantuvo a Floridablanca en su puesto hasta 1792 en que fue sustituído por el conde de Aranda, su eterno oponente.

Aranda fue algo más tolerante de cara a los franceses. Mantuvo la neutralidad de España cuando Prusia y Austria declararon la guerra a Francia. Sin embargo para Carlos IV el objetivo principal era salvar la monarquía francesa y evitar que las ideas revolucionarias entraran en España. Cuando Luis XVI fue destituído, Aranda no creyó conveniente entrar en guerra con Francia. Consideraba que el país ni tenía los medios económicos necesarios ni el ejército estaba lo suficientemente preparado. Además, en caso de guerra, habría que reducir la presencia militar en las colonias americanas, hecho que podría aprovechar Inglaterra para apoderarse de ellas.

Luis XVI a los veinte años por Duplessis; ©Wkipedia

Por otro lado creía que Francia sería derrotada lo que, a su vez, daría más poder a Austria que estaba en lucha constante contra España por el control de Italia. Como podemos ver, la situación era harto complicada.

Sin embargo sus previsiones fueron erróneas y la revolución francesa se fue expandiendo por Europa. Se acusó a Aranda de dar demasiadas concesiones a Francia. Comenzó el proceso contra Luis XVI. Finalmente Carlos IV decidió destituir a Aranda.

Aparece Godoy

Manuel Godoy, que ya era un personaje influyente en la corte, sería su sustituto. Su sorprendente nombramiento como secretario de estado se explicó por su supuesta relación con la reina. Sin embargo hoy se considera más aceptada la idea de que ante las políticas fracasadas de Floridablanca y Aranda, Carlos IV decidiera elegir a alguien que le fuera completamente fiel y que tampoco tuviera compromisos con los grupos de presión existentes.

Manuel de Godoy por Francisco Bayeu; ©Wikipedia

Pero, ¿quién era Godoy?

Manuel Godoy nació en 1767 en Badajoz. Su padre era José Godoy de Cáceres y Obando y Ríos, regidor del Ayuntamiento de Badajoz. Su madre era Antonia Justa Álvarez Serrano de Faria y Sánchez Zornoza. Ambos eran hidalgos. Manuel fue su tercer hijo. Vivían de las rentas que les producía la explotación de varias dehesas en Badajoz.

Militar o cura

En aquella época, los hijos de hidalgos podían aspirar como máximo a hacer carrera en la milicia, en la iglesia o a ser funcionarios. Los dos hermanos mayores de Godoy se decantaron por la carrera militar, aunque el mayor, José, pasó  a la carrera eclesiástica. Llegó a canónigo de Badajoz y Toledo, pero falleció pronto.

Luis, el segundo hermano, llegó a ser el encargado de la escolta de la familia real. No se conoce mucho de la niñez de Godoy, pero se sabe que aprendió a leer francés e italiano, aunque no llegó a dominar ambas lenguas.

Manuel Godoy ingresó en la Guardia de Corps en 1784. Los Guardias de Corps eran el primer cuerpo de caballería del ejército y escoltaban al rey. Los guardias debían contar con medios económicos propios por lo que procedían de familias nobles.

A la izquierda de la imagen el cuartel de Conde Duque desde la Torre de Madrid; ©Rafael Castañeda

Los guardias de corps estaban en el Cuartel del Conde Duque. En los alrededores había multitud de tabernas frecuentados por majas y majos, un ambiente apetecible para cualquier joven.

Godoy llamó rápidamente la atención por su espíritu de trabajo y su conducta. Cuando fue nombrado sargento mayor de Corps tuvo derecho a residir en el Palacio Real.

Un guardia de corps atractivo

Durante los últimos años del reinado de Carlos III la vida en corte no era demasiado divertida. Predominaba la rutina, la austeridad y las actividades religiosas. Los príncipes de Asturias, el futuro Carlos IV y María Luisa se encontraban alejados de cualquier actividad cortesana y prácticamente asilados.

Una caída de caballo

Se cuenta que en una salida de los príncipes, Manuel Godoy cayó del caballo, pero volvió a montarlo enseguida. Este hecho llamó la atención de los príncipes y sería el origen de su amistad. Ellos solían invitar a nobles y diplomáticos a sus aposentos para conversar, escuchar música y jugar a las cartas. También convidaban a veces a criados y sirvientes y así hicieron con Manuel para conocerle.

Manuel Godoy, joven guardia de Corps por Francisco Folch de Cardona; ©Wikipedia

Amante ¿sí o no?

Siempre se ha dicho que Manuel Godoy fue el amante de la reina María Luisa y que esto le facilitó su ascenso al poder. Hoy en día algunos historiadores ya no respaldan esta idea. No hay datos acerca de esta supuesta relación amorosa. Y aunque la hubiera, parece más razonable pensar que los futuros reyes querían también rodearse de personas fieles a ellos. Para ello nada mejor que escoger a aquellos que siendo promocionados, les deberían gratitud y dependencia. Posiblemente Manuel Godoy estuvo en el mejor sitio en el mejor momento. Si a eso unimos su ambición, ya tenemos el cuadro completo. Y si encima fue realmente amante de la reina, eso le supondría más puntos para su carrera.

María Luisa de Borbón-Parma, princesa de Asturias por Anton Rafael Mengs, ©Wikipedia

Dos enemigas poderosas

Había muchos nobles que quisieron acercarse a los príncipes de Asturias, y si no lo lograban, automáticamente se convertían en sus detractores. Eso hizo que enseguida corrieran todo tipo de rumores por la corte. María Luisa contaba además con dos grandes rivales en la corte que eran muy influyentes, la duquesa de Alba y la condesa-duquesa de Benavente-Osuna. La rivalidad entre ellas ayudó a crear la mala imagen de la futura reina de España.

Duquesa de Alba por Goya, ©Wikipedia

En aquella época existía la costumbre de tener favoritos a los que también se llamaba cortejos. No era una costumbre mal vista aunque si denostada por aquellos que no habían logrado este honor. El cortejo acompañaba a la dama en cuestión e incluso podía entrar en su casa. En principio no parece que pasara del amor platónico, aunque evidentemente el adulterio no estaba excluído.

Otro factor a tener en cuenta es que el rey estaba fuera de toda crítica, de manera que aquellos que se sentían maltratados por él, atacaban a María Luisa en su lugar.

María Josefa de la Soledad Alfonso-Pimentel y Téllez-Girón, condesa-duquesa de Benavente-Osuna por Goya; ©Wikipedia

En el caso de Manuel Godoy llamaba la atención su ascensión en la carrera militar que no fue por antigüedad ni por el rango de su familia. Carlos IV, según la costumbre del siglo XVIII, le otorgó los ascensos por sus supuestas cualidades y su dedicación al trabajo. Estos ascensos militares además venían acompañados de honores cortesanos. Sin embargo esto molestaba a los aristócratas que se consideraban más merecedores de estos honores.

En 1790 su situación personal ya era importante, hecho que puede constatarse al encargar al platero Martínez una vajilla de gala de plata. Dos años después ya vivía en el palacio Grimaldi. Además había comprado casas en El Escorial y Aranjuez. Se dedicó a decorarlas. Entre los artistas que trabajaron para él se encontraba Goya.

Gustos caros

Siempre le gustó rodarse de lujo. Las vajillas de plata y oro, los muebles de caoba, los mármoles, todo era poco para él. Quería deslumbrar a todo el mundo. Le gustaba asistir al teatro, jugar al ajedrez, montar a caballo y leer. Pero lo que más le satisfacía era ocuparse de la construcción y decoración de sus palacios.

No parece que fuera muy religioso.

En invierno vivía en Madrid, en Semana Santa se iba a Aranjuez, el verano lo pasaba en La Granja y el otoño en El Escorial.

Como para ciertos puestos era necesario un título de nobleza, el rey le fue concediendo a Godoy distintos honores que rápidamente le pusieron en lo más alto de la corte. Y cuanto más ascendía Godoy, más era odiado por aquellos que se habían quedado en el camino.

Estos momentos en la vida de Godoy coincidieron con la época de enfrentamiento entre Floridablanca y Aranda. Posiblemente ya fuera un hombre de confianza de Carlos IV.

Busto del conde de Aranda; ©Rafael Castañeda

Hay que salvar a Luis XVI

Sin embargo la situación no era fácil. España no podía romper con Francia porque pondría en peligro cualquier tipo de trato con el fin de salvar a Luis XVI y, como ya hemos visto, ni la economía ni el ejército permitían maniobra alguna. A pesar del empeño de España de servir como mediadora en el conflicto francés entre los revolucionarios y el depuesto rey, el resultado final fue la ejecución de Luis XVI.

Una guerra ideológica

Se planteó entonces la posibilidad de comenzar una guerra a pesar de los inconvenientes. Era una guerra ideológica, no por la consecución de ciertos territorios. Al tratarse de la defensa del antiguo régimen los máximos representantes de esta guerra serían el clero y la nobleza. El clero debía adoctrinar al pueblo y así controlarlo. La nobleza mandaba el ejército. Tras unos éxitos primero, pronto se vio que el ejército español no estaba a la altura del enemigo. En 1794 comenzaron las negociaciones de paz.

Nobleza vs Godoy

La nobleza estaba en una situación crítica a nivel económico. La actividad agraria, fuente de sus ingresos, había disminuído durante los años de guerra y habían sufrido subidas de impuestos para poder mantener el ejército. Viendo que, por otro lado, Godoy conseguía títulos y riquezas, no hizo que sintieran precisamente simpatía por el. Querían que el rey compartiera el poder con la nobleza a través de los Consejos y las Cortes. Godoy, por su parte, vio que este sistema daría más poder a la nobleza y a él le interesaba que el rey se viera más reforzado en su poder porque así podía defender el suyo propio que dependía sólo de éste.

Tratado de Basilea

En Francia también la revolución había cambiado. Tras la caída de Robespierre ya no era su principal objetivo el extender la misma, sino conseguir la paz con Europa. Un acuerdo con España podría resultar muy útil para actuar contra Austria en Italia, y contra el enemigo común, Inglaterra. Se firmó la Paz de Basilea en 1795 lo que sería el comienzo de una nueva situación. Godoy aprovechó el fin de la guerra para presentarlo como un éxito personal suyo.

Godoy presentando la Paz a Carlos IV por José Aparicio; ©Wikipedia

Tratado de San Ildefonso

Además, a España le vendría bien el apoyo de Francia para frenar a Inglaterra en las colonias. Se firmó el Tratado de San Ildefonso en 1796 acordando Francia y España luchar conjuntamente contra Inglaterra. Esto trajo unas consecuencias devastadoras para la economía española. Disminuyó el tráfico portuario, hubo problemas de abastecimiento y se incrementó el endeudamiento. Esta crisis financiera afectó sobre todo a los comerciantes y rentistas que cada vez se oponían más a la política de Godoy. Además impulsó unas medidas tributarias que hicieron que se opusieran el clero y los nobles.

Por otro lado la alianza con Francia era una forma de asegurar que se mantendrían los intereses dinásticos españoles en Italia, ya que en Nápoles reinaba el hermano de Carlos IV, Fernando IV.

Para los franceses España era un mercado para desarrollar su industria. Se quería que España proveyera a Francia de materias primas y metales preciosos a cambio de las manufacturas francesas.

El Duque de Osuna por Francisco de Goya; ©Wikipedia

Godoy dirige

A medida que pasaba el tiempo Godoy fue ganando  seguridad en si mismo. Se atribuía méritos en cuanto podía y aceptada solamente consejos de los reyes.

De la hostilidad hacia Francia en la época de Floridablanca o la neutralidad en la de Aranda se pasó a una cierta condescendencia con la República. En aquellos momentos la mayor oposición a Godoy se encontraba en el «partido inglés» encabezado por el conde de Osuna y apoyado por la iglesia. Godoy mantuvo una política ilustrada aunque muchas de sus iniciativas quedaron sin efecto por la falta de recursos y el contante estado de guerra. Impulsó la creación de las escuelas de artes y oficios, creó una escuela gratuita para los sordomudos, rehabilitó socialmente a los expósitos, desarrolló la enseñanza profesional y reglamentó el ejercicio de las profesiones, creó el Cuerpo de ingenieros de caminos y canales y el de Ingenieros Cosmógrafos, favoreció la reforma de las cárceles de mujeres, etc.

El rey absoluto necesita a la Iglesia

Cuando Godoy entró en el círculo real, el poder del rey se veía amenazado por las ideas revolucionarias. Así el control de la Iglesia era importante para garantizar la autoridad absoluta de Carlos IV, rey por origen divino. El rey era considerado como vicario de Dios y protector de la Iglesia. Tenía el deber de velar por ella. El rey pensaba que el clero era una de las bases de la monarquía. Si ellos ponían en duda el origen divino de la monarquía el rey absolutista desaparecería. El problema era mantener un ten con ten con el papa de Roma. Sin embargo no se logró controlar el poder del papa sobre la Iglesia en España.

María Teresa de Borbón y Vallabriga, Condesa de Chinchon por Francisco de Goya; ©Wikipedia

El pueblo vs Godoy

El pueblo creía que todos los males de España venían de la alianza con Francia que había sido causa de la guerra contra Inglaterra y del derroche económico de la corte. Querían que Godoy fuera destituído. Sin embargo él había fortalecido su posición casándose en 1797 con María Teresa de Borbón y Vallabriga, prima del rey. Se había convertido con esta boda en pariente de los reyes. Esto no impidió que siguiera su relación amorosa con Pepita Tudó, con la que tuvo dos hijos, Manuel y Luis. Se cuenta que incluso vivía con ella y su mujer bajo el mismo techo, obligando a su mujer compartir mesa con la amante.

Retrato de Doña Josefa Tudó, Condesa de Castillo Fiel, de medio cuerpo en un parque por José de Madrazo; ©Wikipedia

Primera destitución

En 1798 Francia atacó a los Estados Pontificios, expulsó la papa y proclamó la República.
Este hecho molestó sobremanera al pueblo español que veía a Godoy como el máximo valedor de Francia. Finalmente fue destituido aunque en unos términos más que ventajosos para él.

Regresa el favorito

Durante 3 años Godoy estuvo apartado de cualquier cargo político, pero recuperó el favor real y en 1801 fue nombrado generalísimo de los ejércitos. Se convirtió en el centro de la política española. Junto a los reyes formaba «la Trinidad en la tierra» como les llamaba la propia reina. El poder personal de Godoy se incrementó de una forma extraordinaria. Aumentaron sus propiedades, sus títulos y rentas de diversa índole. Recibía altos sueldos por sus cargos, tenía el usufructo de la herencia que había recibido su esposa y además recibía multitud de regalos de todo tipo. Fue uno de los mayores ganaderos y exportadores de lana de su tiempo. Tenía gran número de casas en propiedad.

Los reyes pensaban que sólo a él le podían encargar los asuntos graves. Aunque Godoy quiso realizar una serie de proyectos, la situación económica del país no se lo permitió. No mejoró la actividad agraria y el comercio siguió en un estado lamentable.

Carlota Joaquina, reina de Portugal (autor desconocido); ©Wikipedia

A por Portugal

Carlos IV quería mantener buenas relaciones con Portugal, porque su hija Carlota Joaquina estaba casada con el regente Joao VI. Pero en 1799 Portugal firmó un acuerdo con Rusia, país con el que España estaba en guerra y además sus puertos servían de refugio a los barcos ingleses.

En 1801 por fin se atacó el problema portugués que tanto molestaba a Francia. Para Francia la alianza con España tenía un significado ofensivo con la finalidad de atacar a Inglaterra. Por su parte, para España tenía un sentido defensivo con la finalidad de garantizar la integridad territorial de la monarquía. Había que entrar en Portugal para cortar su ayuda a Inglaterra.

Juan VI con la ropa de su aclamación, por Jean-Baptiste Debret; ©Wikipedia

Godoy entró en Portugal prácticamente sin encontrar resistencia. Envió a los reyes unos ramos de naranjas por lo que esta guerra recibió el nombre de Guerra de las Naranjas. Godoy aprovechó el momento para ensalzar su propia labor ante los ojos reales. Firmó la paz con Portugal sin el consentimiento de Napoleón que no podía permitir que Godoy no siguiera sus planes para Portugal y que, además, insistiese en que las tropas francesas salieran de España.

El futuro Fernando VII como Príncipe de Asturias por Francisco de Goya; ©Wikipedia

Fernando VII vs Godoy

Durante los últimos años el príncipe Fernando, heredero de la corona, había ido acumulando un odio visceral contra Godoy y su propia madre. Por su parte la nobleza quería acabar con el advenedizo Godoy que les había usurpado su puesto al lado de los reyes. El clero también estaba en contra de él porque se había atrevido a pedir a la Iglesia contribuciones al estado e incluso había dispuesto de bienes de la misma para atender necesidades estatales. Para todos la monarquía española estaba en un estado de deterioro del que el culpable era Godoy. Con esta situación de fondo, a Godoy no le quedó más remedio que recurrir a Napoleón. Y si no lo hacía él, lo haría el príncipe Fernando con su camarilla.

Napoleón como Primer Cónsul, por Antoine-Jean Gros; ©Wikipedia

Un golpe de estado fallido

En 1807 el príncipe Fernando y sus acólitos planearon un golpe de estado que fue descubierto. En el llamado Proceso de el Escorial el príncipe fue enjuiciado, delató a sus seguidores y pidió perdón a su padre.

Ese mismo año se firmó entre España y Francia el Tratado de Fontainebleau que trataba de la invasión conjunta de Portugal. Para ello las tropas francesas debían atravesar España. Una vez concluida la invasión, las tropas francesas se quedaron en España causando la situación gran confusión entre los distintos estamentos.

Por otro lado, el ambiente en Madrid era abiertamente hostil hacia Godoy y se esperaba el apoyo francés para derrocarlo.

Caída y prisión del Príncipe de la Paz, 19 de marzo en Aranjuez; dibujo de Zacarías Velázquez y grabado de Francisco de Paula Martí

El Motín de Aranjuez

Godoy temía un golpe por parte de Francia y aconsejó a los reyes partir a Cádiz desde donde podrían huir hacia América si era preciso. Fue el momento aprovechado por los aristócratas, miembros de la familia real y el clero para soliviantar al pueblo. Había que capturar a Godoy y que Carlos IV abdicara en su hijo Fernando.

Hoy en día parece que tiene más credibilidad la teoría que el Motín de Aranjuez fue una acción premeditada y preparada en la que se manipuló al pueblo para conseguir lo que los enemigos de Godoy querían: echarle de una vez.

Godoy fue apresado en su palacio de Aranjuez. Este hecho sirvió al príncipe Fernando para hacerse más popular apareciendo como víctima de la ambición de Godoy. El clero logró que el nuevo rey, Fernando VII, suspendiera la venta de bienes eclesiásticos y parara la reforma de las órdenes religiosas ordenada por Godoy. Los aristócratas querían recuperar su poder perdido. Todos querían beneficiarse de una forma u otra. Carlos IV había visto como su propio hijo le usurpaba la corona. El golpe de estado se había producido.

Cuando se supo la noticia de la caída de Godoy comenzaron a recorrer el país escritos, canciones y versos en contra del mismo. Su palacio fue saqueado. Lo mismo pasó con las casas de sus amigos y familiares. Godoy fue trasladado a diferentes lugares de confinamiento. Estaba ajeno a lo que pasaba en el país.

Encuentro de Fernando VII y Godoy cuando este es conducido a prisión, grabado de la época; ©Wikipedia

Interviene Napoleón

Napoleón no reconoció a Fernando VII como rey de España. Para él la corona del país estaba vacante. Pensó que Godoy era el hombre adecuado para convencer a Carlos IV de seguir sus propios planes y además actuar en contra de Fernando VII.

Abdicaciones de Bayona

Napoleón actuó con extrema rapidez. Reunió en Bayona a Carlos IV, Godoy y a Fernando VII. Primero obtuvo la abdicación de Fernando VII y después la de Carlos IV. También logró que Fernando VII renunciara a su derecho de sucesión, al igual que de su hermano Carlos y el infante don Antonio. Tanto Carlos IV como Godoy simplemente aceptaron las decisiones del emperador. Napoleón aprovechó la situación y nombró rey de España a su hermano José Bonaparte.

José Bonaparte por Robert Lefevre; ©Wikipedia

El exilio

Godoy solamente tomó parte en las negociaciones relativas al exilio de los reyes. Napoleón les asiló en un palacio y les asignó una renta. Alrededor de Carlos IV se creó una corte similar a la que había tenido en España. Eran unas doscientas personas. Carlos IV parece ser que se adoptó bien al exilio y se dedicó a sus aficiones favoritas, el trabajo en los talleres, los caballos, los conciertos, etc. La reina llevó peor la situación y se dedicó a la devoción religiosa.

En septiembre de 1808 fueron a Aix-en-Provence, pero no era el lugar adecuado para albergar a tanta gente y finalmente fueron a Marseilla. El exilio no era lo que se había prometido. Estuvieron en Marseilla tres años.

En 1812 se trasladaron a Roma al palacio Borghese. Recibían el dinero prometido con retraso.

Napoleón pierde su imperio

Al año siguiente comenzó el descalabro del imperio francés. Su ejército fue vencido en Vitoria y José I se fue de España. Napoleón perdió los estados alemanes y Holanda. Los austríacos ocuparon Suiza. Prusia y Austria declararon la guerra a Francia y, finalmente, en abril de 1814 Napoleón abdicó.

Un mes antes Fernando VII había regresado a España como ‘el deseado’. Poca idea tenían los españoles de que su reinado iba a ser de los más desastrosos de la historia de España.

También Godoy movió ficha. A través de la petición de Carlos IV realizada al Congreso de Viena para recuperar el trono de España, Godoy pensaba en recuperar su puesto perdido. Pero Fernando VII logró que se paralizaran estas gestiones. A partir de entonces el perseguir y dañar a Godoy sería uno de los fines de su reinado y de su vida.

Fernando VII a caballo por José de Madrazo; ©Wikipedia

Un odio hasta la muerte

Para atacar a Godoy utilizó tres temas, por un lado hizo que se reabriera la causa judicial contra Godoy, quiso que físicamente estuviera alejado de los reyes en el exilio y quería también lograr que su padre, Carlos IV cambiara de opinión acerca de Godoy.

De la causa judicial Godoy logró librarse durante mucho tiempo al vivir con los reyes, lo que le servía de parapeto, ya que un arresto en esas condiciones hubiera supuesto una afrenta personal a Carlos IV. De hecho, nunca llegó a dictarse sentencia alguna. Lo que sí se hizo fue distribuir los bienes de Godoy. Una parte se pasó a su mujer legal, la condesa de Chinchón, otra a su hija, Carlota Godoy y el resto quedó en manos del estado.

Alejamiento de los reyes

Para separarle de los reyes, Fernando VII recurrió al papa de Roma que le estaba más que agradecido por su forma de gobierno. Había restablecido la Inquisición, derrogado la desamortización y paralizado la reforma de las órdenes religiosas. Esto merecía un premio. El secretario del papa envió a Godoy un pasaporte para que se fuera a Pesaro. Allí acudió con Pepita Tudó y sus dos hijos.

Carlos IV no opuso mucha resistencia a este alejamiento de su protegido. No le importaba aceptar esta situación si recibía de su hijo las compensaciones adecuadas. No quería tampoco romper las relaciones con su hijo.

En 1815 Godoy tramó una conspiración junto a otros liberales para que volviera Carlos IV a ocupar el trono español. La conjura fue descubierta. A partir de ese momento Godoy no volvió a intentar que Carlos IV recuperara su corona.

Pío VII, papa entre 1800 y 1823 por Jacques-Louis David; ©Wikipedia

Un exilio bastante aceptable

Manuel Godoy, aunque siempre se quejó de su falta de dinero, logró vivir y muy bien durante un cierto tiempo. Compró un palacio en Roma, una villa en el campo, la Villa Mattei, se dedicó a ejercer como mecenas para excavaciones arqueológicas y se adaptó rapidamente a una vida de lujo.

Pepita Tudó maneja el dinero

Durante todo este tiempo Pepita Tudó había pensado en una estrategia que les fuera útil. Para obtener la nacionalidad austríaca era necesario poseer tierras en el imperio. Si Godoy dejaba de ser súbdito español ya no podría ser juzgado nunca. Godoy se encontraba entre la fidelidad que les debía a los reyes y su amor por Pepita Tudó. Fernando VII movió los hilos necesarios para que el emperador Francisco I no concediera a Godoy la nacionalidad austríaca. Además comenzó a vigilarse estrechamente a Pepita Tudó sabiendo que poseía joyas de gran valor, entre ellas la Perilla, una joya que Godoy había regalado a María Luisa y que ésta le había devuelto años después. No lograron dar con ellas. A estas alturas Godoy ya no representaba ningún peligro para el rey de España que quizás debería haberse preocupado más de cuestiones políticas como las rebeliones americanas, en vez de estar tan pendiente de lo que hacía o deshacía Godoy.

´La maja vestida´por Francisco de Goya; algunos creen que el rostro es el de Pepita Tudó;©Wikipedia

Pepita Tudó es el personaje que comenzó a tomar relevancia en estos años. En 1818 murió su segundo hijo Luis. Godoy ni siquiera fue a verlo excusándose por estar ocupado cuidando de la reina. En su día Pepita había llevado una relación amable con la reina, pero sentía que estaba perdiendo a Godoy y su apoyo, económico, por la lealtad de éste hacia los reyes. Ese mismo año, con semanas de diferencia, murieron María Luisa y Carlos IV.

Ahora la obsesión de Fernando VII era que Godoy no recibiese la herencia que le había dejado su madre, la reina María Luisa. La misma se repartió entre sus hijos y Godoy no recibió nada.

En 1821 la hija legítima de Godoy, Carlota, se casó con el noble italiano Camilo Rúspoli.
Godoy reconoció como hijo legítimo a Manuel, el hijo que había tenido con Pepita Tudó. A partir de este momento diversas influencias familiares, entre ellas la hermana de Pepita, se dedicaron a malmeter entre la pareja. En 1827 Manuel Godoy hijo se casó con Marie Crowe, una dublinesa que vivía en París y que no poseía fortuna alguna, aunque según otras fuentes era dama de honor de la emperatriz María Eugenia.

En 1824 murió la condesa de Chinchón y Godoy ya era libre para casarse oficialmente con Pepita. En enero de 1829 se casaron. Tenían separación de bienes y Godoy, además, nombró a Pepita administradora única de sus bienes.

Para Pepita comenzó una época de grandes inversiones que, en un principio, aumentaron sus ingresos pero finalmente no produjeron más que deudas.

En 1835 Pepita viajó a España para defender sus intereses intentando recuperar bienes. Desde entonces ya no vivieron juntos. Godoy no recibió permiso para regresar a España. Escribió sus Memorias reinvindicando su propia actuación y negando su relación amorosa con la reina María Luisa. Larra y Blanco White criticaron favorablemente esta obra. En el 2008 la editorial ´La esfera de los libros´publicó una nueva versión de estas memorias.

Durante el reinado de Isabel II, en 1847, por fin se le permitió a Godoy volver, pero ya era tarde. Godoy tenía ya muchos años. Estaba harto de que se le culpara a él de todos los males de España. El viaje además era caro y Godoy no andaba boyante de dinero. Su salud tampoco era ya la mejor.

Fue perdiendo la vista. Recriminaba a Pepita Tudó que no le enviara dinero para su subsistencia desde España.

Manuel Godoy, uno de los hombres más poderosos de España, murió en 1851. Fue enterrado en el cementerio del este.

Pepita Tudó murió en 1869. está enterrada en la Sacramental de San Isidro.

En 1873, durante la Primera República, todos los bienes de Godoy se declararon nacionalizados.

Fuentes: Manuel Godoy. La aventura del poder, autor: La Parra, Emilio, Círculo de Lectores, 2002

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