Desde mayo de 2017 hasta hasta mayo 2019, Victor Collazos hizo un viaje increíble por África en bicicleta. Pasó por 18 países. Veamos qué nos cuenta.
MVyC: ¿Cómo se te ocurrió hacer este viaje?
VCR: Seguía en las redes sociales a más personas que hacían lo mismo. Con sus fotografías plasmaban emociones y yo vivía en una rutina laboral, la típica del mundo occidental, trabajar, comer, trabajar….. Además lo había dejado con mi novia que vivía en Marruecos y pensé: ahora es el momento.
MVyC: Planificaste un viaje que consistía en…..
VCR: Ir de Madrid a Sudáfrica en bicicleta.
MVyC: ¿Cómo lo gestionaste a nivel económico?
VCR: Yo estaba viviendo en Madrid, compartiendo piso. Tenía un buen sueldo asi que pude ahorrar bastante. Viajar en bicicleta es, además, extremadamente barato. Me atrevería a decir que lo más caro son los visados, por un lado, y por el otro, la preparación del viaje. Comprar el material que vas a necesitar: la tienda de campaña, saco de dormir, el hornillo para cocinar, preparar la bicileta, etc., etc. Gastos previos al viaje fueron unos 5.000 euros.
MVyC: ¿Cómo vivías las diferentes estapas del viaje?
VCR: Salí desde la Puerta del Sol. Fui pedaleando hasta el centro y me costó mucho. Los últimos meses en el trabajo me habían pasado factura y había engordado bastante. Cada pedalada era como un puñal que se me clavaba en el corazón y yo pensé: ‘¿Pero a dónde te quieres ir?’ Me acompañaron mis padres y unos amigos para despedirse y empecé la aventura.
MVyC: ¿Hasta dónde llegaste el primer día?
VCR: Hasta Toledo. La primera noche puse la tienda de campaña como tres veces. Tenía un montón de miedo. Siempre me daba la impresión que estaba demasiado expuesto. En uno de los sitios me había visto un tipo en una furgoneta y el cerebro es muy traicionero. Empecé a ver imágenes de lo que me iba a pasar y asi monté y desmonté la tienda tres veces. Ya a la tercera paré porque además se había hecho ya de noche.
MVyC. ¿Cómo te fue con la bicicleta? ¿Terminaste el viaje con la misma?
VCR: No. Tuve tres bicicletas. En Marruecos me paré a beber agua en una fuente y arrolló mi bici una camioneta. Me la arreglaron en Marrakech y llegué con ella hasta Guinea Conakry, pero allí murió. Conocí a un suizo de una ONG que me vendió su bicicleta, pero era muy alto, casi dos metros, y sólo pude hacer con la bicicleta unos 400km. Llegaba de puntillas a los pedales y era imposible seguir. En Costa de Marfíl me compré finalmente otra que es con la que hice casi todo el viaje y que traje de vuelta. Es la que uso aquí, llena de banderitas por todos los lados.
MVyC: ¿Qué has aprendido de este viaje?
VCR: Muchas cosas. Por un lado he desmitificado los miedos que tenía a viajar sólo y también a África. De cierta forma aquí en Europa se le considera como un continente oscuro donde hay guerras, problemas, hambruna. Es lo que nos transmiten los medios cuando hablan de los africanos. Prácticamente sólo mencionan a los que vienen en patera. Hay pocas noticias positivas de África. Hay premios nobel africanos, pero de ellos no se habla.
Por el otro lado aprendí a tener paciencia. Tienen un concepto del tiempo muy diferente al que tenemos nosotros en Europa. Aquí el tiempo es la herramienta que lo rige todo. Tienes un tiempo en que tienes que producir lo máximo posible. No sé si es una consecuencia del sistema económico en que vivimos, pero allí las cosas llevan tiempo. Otra cosa que me llamó mucho la atención, aunque esto sería para una conversación más larga y filosófica, es el tema de vivir en comunidad. En los países nórdicos parece que las sociedades son más egocéntricas. Tu pagas tus impuestos y tienes al ‘papá-estado’ que cuida de ti. Son así sociedades más aisladas. No todo gira en torno a la familia. En los países mediterráneos la familia es el núcleo, quizás porque el estado cuida menos de ti que en los países nórdicos y te tienes que apoyar más en la familia. Y en África, el estado no cuida nada de ti. Allí la familia es todo el mundo. Llaman a todos ‘ma petit frère’.
MVyC: ¿Qué fue lo más difícil?
VCR: Lidiar con los problemas solo. Al final conoces gente todos los días, pero estás solo. Pillas la malaria y tienes que resolver el problema solo. Como te vas desplazando contínuamente no tienes una red de contactos. No sabes quién te puede arreglar la bicicleta, si puedes encontrar las piezas.
MVyC: Físicamente, ¿cómo lo resolviste?
VCR: No me preparé de una forma física especial. De hecho cuando salí estaba ‘cebollino’ total. Evidentemente un tiempo después ya estaba mucho más delgado. Una de las premisas para estos viajes es que nunca estás realmente preparado. Todo depende de dar el paso y ya está.
MVyC: De todos los países que visitaste, ¡cuál es el que más te gustó?
VCR: Es una pregunta difícil. Suelo decir que Mali porque no me esperaba mucho de este país. Me recomendaban no ir para allá por la situación de inseguridad que había con los yihadistas. Mali fue el epicentro de las economías mundiales hace unos 500 años con un rey riquísimo y un imperio que llegaba hasta Senegal. Tiene mucha cultura y mucha música. Me sorprendió también mucho su arquitectura. La gente es muy hospitalaria.
MVyC: En general, ¿son hospitalarios en África?
VCR: Si. Queda claro que cuanto menos tienes, más ofreces. Si eres pobre ¿qué te van a quitar?
MVyC: ¿Has hecho alguna amistad?
VCR: Muchas. Una de las etapas más interesantes que hice fue en el Congo. Está la República del Congo al norte y luego la República Democrática del Congo. La etapa entre Ouesso e Impfondo en la zona norte, la hice con un chico italiano, unos 1.200km por la selva. Allí conocimos a una familia y uno de los hijos me ha llamado esta mañana para contarme que va a entrar en la universidad.
MVyC: Un hombre blanco en África ¿llama mucho la atención?
VCR: Puff, es dinero. Tampoco les culpo. Mira, el africano humilde no tiene nada. El blanco que está allí, aunque sea con una ONG, tiene una casa que está bien, tiene coche, puede coger un avión, sus hijos van al mejor colegio de la zona…. Los africanos que vuelven a África e invierten ahí son los africanos de éxito. Te vas a Europa, te va bien, haces un montón de dinero, vuelves a África y te construyes una mansión tipo palacio. ¿Qué queda en la imagen del pueblo? Pues como en épocas pasadas aquello de ‘hacer las américas’. También está la influencia de la televisión. Llegabas a las aldeas y estaban todos apiñados en casa de uno que tenía televisor viendo la serie ‘Beverly Hills’ y, claro, se preguntan ‘¿Qué hago yo aquí cortando yuca?’ La idea que les queda logicamente es que el blanco tiene dinero. Y, comparados con ellos, evidentemente lo tenemos.
MVyC: Tu peor experiencia ¿cuál fue?
VCR: Fue en Ewo, en la fontera entre Congo y Gabón. Estaba enfermo y había ido al hospital. Un policía muy borracho me pidió el pasaporte que en aquel momento no tenía conmigo. Que me iba a meter en la cárcel, a llamar a mi embajada… Le dije que tenía todo en una pequeña casita que me habían dejado donde tenía mis cosas y que se lo podía traer. El siguió y le empecé a grabar. Se fue y al momento volvió con cuatro policías más. Me llevaron a una comisaría, me requisaron el móvil y me metieron en una celda con un tipo que no hacía más que decir ¡Dejadme salir, no he hecho nada, tengo hambre…!’ de lo que deduje que igual había robado comida. Vi que todo se ponía en mi contra. Estuve allí varias horas. Las condiciones eran terribles. Todo lleno de moscas. Olía a orines. Al final, desde arriba, les dijeron que me soltaran. Lo pasé muy mal preguntándome ‘y ahora ¿qué?’
MVyC: ¿Cuántas enfermedades pasaste?
VCR: Cogí fiebres tifoideas y tuve Malaria cuatro veces. Ahora están testando una vacuna, aunque parece que es sólo para bebés y tiene un 30% de efectividad. Es muy fácil infectarte. En cuanto te ha picado un mosquito. Las picaduras están a la orden del día. Yo siempre digo que es mejor pillar la Malaria en África que aquí. Tienen las medicinas para tratarla en cualquier lado, aquí no. Independientemente de lo buenos o malos que sean los médicos, de Malaria saben mucho. Aquí lo más normal es que te digan que tienes una gripe y la Malaria hay que tratarla de una manera muy específica.
MVyC: ¿Cómo te las arreglabas con las comidas?
VCR: Había tres opciones: cocinar yo con mi hornillo pasta o arroz o lo que me hubiera comprado, que me invitaran ellos a comer o comprar comida preparada. Depende de dónde estuviera.
MVyC: ¿Y qué tal era?
VCR: Es muy distinta a la nuestra. Igual un gourmet especialista en comida africana me da una colleja y me dice que no tengo ni idea, pero a mi me pareció muy similar en todos los sitios con una base de yuca. Hay que diferenciar dos partes del África que yo visité. Una es el Sahel y otra es la zona de selva. En el Sahel sí hay más comida de grano como el cous-cous, arroz o lentejas. Pero en cuanto sales de esa zona, casi todo es yuca preparada de distintas formas, pero siempre yuca. Lo que varía son las salsas. Si tenías suerte te tocaba además un pedacito de carne o pescado y sino, pues la salsa.
MVyC: Económicamente ¿cómo te la apañabas?
VCR: Cuando llegaba a una capital iba buscando los cajeros hasta que encontraba uno en que funcionase mi tarjeta. Sacaba 100 o 200 euros y esa cantidad, al cambio local, te daba para bastantes días. Nunca me ha llegado a pasar que me quedara sin dinero. En algún momento he estado ‘más apretado’ y he tenido que pedir que me dieran de comer.
MVyC: ¿Te encontraste con mucha gente que estuviera haciendo un viaje como el tuyo?
VCR: Viajé con tres personas más que estaban haciendo lo mismo que yo. Uno era un chico suizo que llevaba cuatro años dando la vuelta a África y regresó a su país. Un marroquí que también estaba dando la vuelta a África y que se ha quedado atascado en Kenia. Lleva allí año y medio por el Covid. Y luego un ciclista italiano, con el que estuve en el norte del Congo. Él ha ido hasta Sudáfrica. Además teníamos un grupo de whatsapp de unas 15 o 20 personas con gente que iba en bicicleta, en moto, en coche.
MVyC: ¿Cuál fue la experiencia más llamativa a nivel cultural?
VCR: Fue en Nigeria. El mayor grupo étnico son los hausa en el norte. Son musulmanes. En el sur tienes otras etnias. Las zonas más pegadas a los desiertos son musulmanas que eran los que tenían contacto directo con los bereberes. A través del comercio con ellos entró la religión. Posteriormente, a través de las zonas de costa donde se producía el tráfico de esclavos y por donde llegaban básicamente los europeos, entró la religión cristiana. En África del oeste siempre se repite ese patrón. El norte es musulmán y el sur es cristiano. Los yoruba tienen una religión propia. Cuando estuve allí coincidí con la fiesta anual religiosa. Fui a ver el sacrificio de un perro. Fue muy duro porque yo tengo perros y para mi son un animal de compañía. Le cortaron la cabeza prácticamente delante de mi y me dieron a beber la sangre. Yo me negué pero se volvieron agresivso porque para ellos eso era una ofensa. Acabé bebiendola y lo pasé muy mal. Estuve llorando toda la noche.
MVyC. ¿Y tu mejor experiencia?
VCR: Tengo recuerdos de días que fueron muy especiales. Por ejemplo, obtener el visado para Nigeria es muy complicado. Me lo dieron en Burkina Faso. Ese día fue memorable porque tenía todo en contra para conseguirlo.
Había pasado antes unos días bastante intensos con unos nómadas que se dedicaban al ganado y cuando crucé de Nigeria a Camerún me encontré con un paisaje precioso.
Es curioso porque recuerdo más las experiencias negativas, quizás porque en algún momento vi en riesgo mi vida o pensé ‘de esta no salgo’, que las positivas.
MVyC: ¿Has hecho un diario de tu viaje?
VCR: Está todo escrito. Todas las noches escribía lo que me había pasado durante el día. Todo está recopilado. Me queda darle a todo una homogeneidad y eso me echa un poco para atrás. Es mi tarea pendiente para el 2022.
MVyC: ¿Tienes pensado hacer otro viaje de este tipo?
VCR: Si,si. Lo primero es acabar éste porque llegué hasta el Congo y me quedaban tres países hasta Sudáfrica. Tuve que parar por un problema de salud. Lamentablemente en el peor país para tener un problema de este tipo porque las infraestructuras son malísismas. Tuve un problema en la vista. Me vieron en la mejor clínica que había con máquinas supermodernas, pero no operaban, según me dijeron, porque tenían problemas de suministro. Hay determinados productos necesarios a la hora de operar y son perecederos. No me quedó más remedio que volver porque me dijo que iba a perder el ojo.
Cuando volví aquí, de repente todo me pareció futurista. Para que te des cuenta de lo que hace la cabeza: te vas dos años y cuando vuelves te parece que todo ha cambiado. Y realmente no es asi.
MVyC: ¿Te gustaría seguir el viaje en bicicleta?
VCR: Si. La bicicleta, a mi juicio, tiene una velocidad muy humana. En moto o en coche te ves en una situacion complicada, das gas y sales. En la bicicleta no tienes esa opción. También generas una sensación de empatía. Estás al descubierto y no representas un peligro para el que te ve llegar.
MVyC: ¿Cómo te entendías con la gente?
VCR: Inglés y francés. No en todo los sitios lo hablaban, pero siempre encontrabas a alguien que te podía traducir. Y sino, por señas.
MVyC: De la gente que has conocido, ¿destacarías a alguien?
VCR: Conocí a gente muy interesante. Recuerdo a un francés en Costa de Marfíl. Estuvimos hablando como cuatro horas de África. Tenía una visión muy crítica y muy fundada. Llevaba mucho años en África. Es una conversación que recuerdo con mucho cariño. Luego he estado en casa de mucha gente. Algunos con mucho dinero, otros que no tenía prácticamente nada. Con expatriados en pisos fantásticos con jacuzzi.
Recuerdo también a un marroquí en Gabón. Le hice una pizza y creí estar poniendole queso rallado cuando lo que tenía en la nevera era coco. ¡Me extrañaba que no se derritiera el queso!
Ahora no nos queda más que esperar a que Victor publique su diario de viaje, vuelva a África y nos cuente historias increíbles y a otra conversación sobre su viaje en bicicleta por Europa. Pero eso ya es otra historia.
Si queréis saber más sobre Victor y su viaje le tenéis en Instagram: biktorin_tour