Búsqueda de la tercera esposa
Tras la muerte de María Tudor, Felipe II todavía estaba en edad de tener descendencia, de hecho tenía 29 años….
Había que volver a empezar la búsqueda de una nueva esposa.
Esta vez la elección tenía como finalidad acabar con las desavenencias entre España y Francia. La elegida fue Isabel de Valois.
Isabel de Valois nació en 1546, hija de Enrique de Valois y Catalina de Médicis. Sus padres habían tardado diez años en tener el primer hijo. Luego tuvieron diez. Isabel era la segunda. Durante su niñez Isabel vivió en una corte llena de lujos y refinamientos. La amante oficial de su padre, Diana de Poitiers, vivía también en la corte y su influencia fue notable durante todo el reinado de Enrique II. Aunque para Catalina de Médicis la situación no era precisamente agradable, volcó toda su atención en colocar a sus hijos de la forma más beneficiosa. Su influencia sobre sus ellos fue grande.
Isabel de Valois recibió una educación bastante amplia para su tiempo. Estudió religión, lengua y literatura clásica, música, danza, cetrería y labores. Era morena, alta y bastante atractiva. Le faltaba la capacidad de mandar. No era autoritaria.
A los cinco años ya estaba prometida al rey Eduardo VI de Inglaterra. Lamentablemente el rey murio en 1553 quedando Isabel libre para nuevos pretendientes.
Mientras Isabel iba creciendo, su padre Enrique II siguió luchando contra España, tal como ya había hecho su padre Francisco I. Se luchaba en Italia y en Flandes.
En 1556 Carlos I había abdicado en su hijo, Felipe II y dos años más tarde los franceses perdieron dos batallas cruciales en San Quintín y Gravelinas.
Ambos monarcas parecieron pensar que había que poner fin a esta situación y a partir de 1558 se iniciaron conversaciones de paz apoyadas por el papa Pablo IV y Cristina de Dinamarca.
Como siempre, una de las formas para solucionar el problema eran los casamientos. Esta vez la hermana bastarda de Enrique II, Margarita de Francia se casó con Manuel Filiberto de Saboya, aliado de los Habsburgo y se emparejó a Isabel de Valois con el príncipe Carlos, hijo de Felipe II.
Mejor que un príncipe, un rey
Pero al morir María Tudor ese mismo año. Felipe II volvía a estar disponible. Como su hijo Carlos era un joven problemático, se decidió cambiar de novio. Al fin y al cabo era mejor casar a Isabel de Valois con un rey que con un príncipe heredero. Isabel tenía doce años y Felipe II, treinta y dos. Isabel era bondadosa y carecía de un carácter fuerte que pudiera ayudarla a ejercer cierto tipo de autoridad sobre su corte. Esto traería consigo posteriormente un cierto caos en el día a día.
Para celebrar la boda se organizaron grandes festejos en Francia. El propio rey Enrique II participó en un torneo y fue herido en un ojo. A consecuencia de la herida murió poco después. Las fiestas se tornaron en funerales. El hermano de Isabel, Francisco II sucedió a su padre bajo la regencia de Catalina de Médicis. Se le casó con María Estuardo.
Isabel de Valois llegó por fin a España en 1560. La boda se celebró en el feudo de los Mendoza en Guadalajara. Allí Isabel conoció a Juana de Austria, hermana de Felipe II con la que congenió rápidamente. Su otra persona de confianza fue la princesa de Éboli, esposa de Ruy Gomes da Silva, consejero de Felipe II.
Una corte algo caótica
La servidumbre de Isabel de Valois estaba compuesta por personal francés y español lo que trajo consigo más de un conflicto ya que había cargos duplicados. Isabel no poseía la habilidad de solventar estos problemas.
Al poco tiempo de estar en España Isabel sufrió un ataque de viruela del que se repuso.
A finales del año 1560 murió su hermano, el rey Francisco II, al que sucedió inmediatamente el siguiente hermano, Carlos IX.
En cuanto a la corte, la duplicidad de cargos trajo consigo no sólo un gasto excesivo, sino también discusiones y malestar entre el personal de la corte. Isabel seguía sintiéndose débil y no sabía organizar sus actividades. Era además bastante perezosa y desordenada, haciendo lo que le apetecía en cada momento. Además se aburría en Toledo. Quizás convenga recordar que tenía sólo catorce años.
Finalmente Felipe II tomó cartas en el asunto. A través del duque de Alba y la madre de Isabel de Valois, Catalina de Médicis, que había sido informada del problema, se buscó una solución.
Muchas damas francesas de la camarilla fueron enviadas a Francia. Pocos días después de su marcha Felipe II anunció su decisión de designar Madrid capital del reino.
Una jovencita en la corte
En Madrid, Isabel de Valois se encontraba más a gusto. Realizaba multitud de actividades lúdicas. Era muy coqueta y se cuenta que no repitió un vestido dos veces. Le gustaba la música, la danza y la lectura, aunque quizás con lo que más disfrutaba eran los juegos de cartas y el teatro. Dio clases de pintura con Sofonisba Anguissiola. También le gustaba montar a caballo y la caza. Cumplía con los preceptos religiosos, pero no tuvo la iniciativa de otras reinas de fundar alguna institución religiosa.
Era muy querida por su carácter agradable, pero le faltaba experiencia a la hora de tomar decisiones. Aun así era consciente que su papel fundamentalmente era el de garantizar la paz entre Francia y España y acercar las monarquías de ambos países. A medida que pasaron los años, dejó de depender de las opiniones de su madre y apoyó más las decisiones de Felipe II aunque no gustaran a Catalina de Médicis.
Un espía en la corte y un heredero que no viene
El primer embarazo de Isabel de Valois fue en 1564. Enfermó y debido a las sangrías que le practicaron terminó sufriendo un aborto. Estuvo muy débil y se temió por su vida. Hasta llegó a hacer testamento.
Tras unas semanas se recuperó. Comenzó entonces a preocuparse por la situación que reinaba en Francia, con la división entre católicos y protestantes. En Bayona se reunieron representantes españoles y franceses, entre ellos Catalina de Médicis e Isabel de Valois que defendió los interéses de España con el consiguiente disgusto de su madre. Tanto el duque de Alba como Isabel pedían que se terminara con la tolerancia religiosa. Finalmente, Francia se comprometió a organizar un concilio nacional que tenía como fin implantar los principios del Concilio de Trento y luchar contra los protestantes.
En 1565 llegó a Madrid el nuevo embajador framcés, Fourquevaux, que mantuvo muy buenas relaciones con Isabel de Valois, hecho que aprovechó para manipularla y sacarle toda la información posible acerca de las decisiones de Felipe II que, inmediatamente, eran comunicadas a Catalina de Médicis. Con el tiempo Felipe II se dio cuenta y dejó de confiar asuntos políticos a su mujer.
Tras un largo parto, Isabel de Valois, dio a luz una niña, Isabel Clara Eugenia, en 1566. De nuevo la reina sufrió problemas ginecológicos que la volvieron a llevar al borde de la muerte.
El nacimiento de una hija fue una decepción para el matrimonio, sobre todo para Felipe II que necesitaba un heredero más apto para gobernar que su enfermizo hijo Carlos, que había nacido en su primer matrimonio.
A pesar de la grave situación política que se vivía en Flandes, Felipe II no podía ir, ya que no había quién se pudiera ocupar de la regencia durante su ausencia. Ni su mujer ni su hijo estaban capacitados. Además, en 1567, Isabel dio a luz otra hija, Catalina Micaela.
Ese mismo año estalló en Francia una guerra religiosa. Las tropas protestantes fueron derrotadas.
Un príncipe problemático
El heredero del trono español, el príncipe Carlos ya de niño había mostrado un grado de crueldad anormal para un niño. A consecuencia de una caído hubo que realizarle una trepanación, con lo que su estado empeoró todavía más. No era normal ni física ni psíquicamente. Además había demostrado su incapacidad a la hora de enfrentarse a cualquier responsabilidad que se le transfiriera, por lo que Felipe II decidió apartarlo de su lado.
El príncipe tramó entonces huir de España con la ayuda del príncipe de Orange y otros enemigos de España. Quería convertirse en gobernador independiente, pero fue descubierto, detenido y encarcelado por alta traición.
Este hecho afectó mucho a Isabel de Valois que sentía mucho afecto por el príncipe Carlos.
Mientras tanto, Catalina de Médicis seguía estando informada de las intenciones de Felipe II. Le propuso la boda de su hijo Carlos IX con la archiduquesa Ana de Austria, sobrina del rey español. Isabel de Valois debía influir sobre éste para que aceptara la boda.
1568: un año desastroso
En 1568, Isabel de Valois estaba embarazada otra vez, aunque con grandes molestias. En julio de ese mismo año murió el príncipe Carlos. Tenía sólo veintitrés años.
En septiembre Isabel sufrió un cólico nefrítico que la puso al borde la muerte. En octubre, debido a las purgas y la propia enfermedad, dió a luz un hijo prematuro. Era una niña de cinco meses que murió a las pocas horas.
A consecuencias de la enfermedad y el parto, Isabel de Valois murió el 3 de octubre. Tenía veintidos años.
Los embajadores que estaban en Madrid atribuyeron su muerte a neglicencia por parte de los médicos. Corrió además por Europa el rumor que el propio Felipe II era el culpable, ya que estaba celoso de los supuestos amoríos de la reina con el príncipe Carlos.
La muerte de Isabel de Valois afectó mucho a Felipe II. A partir de este momento vistió frecuentemente de negro y se volvió más serio y solitario.
Catalina de Médicis estaba preocupada por cómo se iban a desarrollar las relaciones entre Francia y España y le ofreció al rey su hija Margarita de Valois como nueva esposa. Sin embargo Felipe II no quería pensar en otro matrimonio, aunque los intereses de estado pronto entrarían en juego.
Las hijas de Isabel de Valois fueron criadas por la duquesa de Alba.
El embajador de Francia,Fourquevaux, escribió a Catalina de Médicis que la reina había sido un ejemplo de bondad, una princesa perfecta, la mejor reina que los españoles habían tenido y tendrían jamás.
Fuente: Rubio, María José: ‘Reinas de España. Las Austrias’; La esfera de los Libros, 2010