3.2 María Tudor

Un emperador cansado

En 1552 los príncipes protestantes de Alemania firmaron un acuerdo con Enrique II de Francia para acabar con Carlos I y el dominio de los Habsburgo. El emperador tuvo que abandonar su empeño de defender la unidad religiosa de Europa y se refugió en los Países Bajos.

Mientras tanto Felipe II hacía las funciones de regente en España. Carlos I quería abdicar lo antes posible y en 1553 Felipe II tuvo que viajar a Flandes para que se pudiese comenzar con el traspaso de poderes.

Una niña sola y triste

María Tudor fue la única hija del matrimonio entre Enrique VIII de Inglaterra y Catalina de Aragón, hija de los Reyes Católicos. Nació en 1516 y desde el principio su educación estuvo en manos de nodrizas. Catalina de Aragón había tenido más embarazos, pero no nació el tan esperado varón.

Durante su niñez la pequeña María estuvo casi siempre alejada de sus padres.

Enrique VIII por Hans Holbein el joven hacia 1537, ©Wikipedia

Enrique VIII quería ante todo un heredero varón para su trono. De una relación extramatrimonial nació Henry Fitzroy.

Se le consideró un posible heredero si la reina no tenía más hijos, por lo que María Tudor no fue educada para ser reina ya que se pensaba que esto no sucedería jamás.

Broche con una imagen de María Tudor hacia 1521 atribuido a Likas Horenbout, ©Wikipedia

Gracias a su madre, Catalina de Aragón, sí recibió una educación más esmerada que lo acostumbrado. Al cargo de la misma estaba Luis Vives que organizó un plan de estudios que le debían transmitir los principios de modestia, virtud, castidad, prudencia y silencio, siempre pensando en que en el futuro habría de obedecer a un esposo. Aprendió latín y griego lo que le permitió estudiar a los autores y filósofos clásicos, los Padres de la Iglesia y la Biblia.

Una vida al margen

Muchos novios y ningún marido

Durante un tiempo se pensó en la posibilidad de casarla con el rey de Francia, pero poco tiempo después se acordó su matrimonio con Carlos I, lo que la convertiría en emperatriz. Aprendió las costumbres de la corte española. Sin embargo Carlos I ya estaba negociando, por otro lado, con Portugal para casarse con Isabel de Portugal.

María Tudor fue nombrada princesa de Gales, siendo la primera mujer en ostentar este título.

Catalina de Aragón por Michel Sittow hacia 1503, ©Wikipedia

Al anularse el compromiso con Carlos I se trató de volver al compromiso con el rey de Francia. Pero éste, Francisco I, fue capturado por las tropas de Carlos I en la batalla de Pavía y se le exigió que se casara con la infanta Leonor, hermana de Carlos I y viuda del rey de Portugal. La infanta Leonor fue madrastra de Isabel de Portugal. Como consecuencia se acordó que María Tudor se casara con el hijo del rey francés, Enrique II, el duque de Orleans.

Como anular un matrimonio

Mientras tanto Enrique VIII había decidido que se declarase nulo su matrimonio con Catalina de Aragón. Ésta había estado casada anteriormente con su hermano, Arturo Tudor, que murió poco después de la boda. Catalina de Aragón declaró que el matrimonio no se había consumado y así pudo casarse con el siguiente heredero al trono de Inglaterra, Enrique VIII.

Para divorciarse el rey alegó que se había casado con la viuda de su hermano y que, como castigo divino, no engendraba hijos varones. Pero el papa Clemente VII se encontraba por aquel entonces a merced de Carlos I que había invadido Roma. Carlos I no podía consentir que se mancillara el nombre de su tía, Catalina de Aragón, declarando nulo el matrimonio.

Felipe II por Antonio Moro, ©Wikipedia

Catalina tampoco estaba dispuesta a divorciarse Enrique VIII. Consiguientemente se la alejó de Londres junto a su hija María.

Enrique VIII se había encaprichado de una joven de su corte, Ana Bolena. Para casarse con ella rompió la relación con la Iglesia Católica, declaró nulo su matrimonio con Catalina de Aragón y se casó con Ana Bolena. Esto implicaba que María Tudor era una hija bastarda al ser el matrimonio nulo. Esta situación hizo sufrir muchísimo a María Tudor que veía a su madre tratada indignamente y ella misma ignorada y realmente repudiada por su padre.

Pero tampoco esta vez el rey tendría suerte. Ana Bolena dio a luz una hija, Isabel. María Tudor pasó a formar parte de la servidumbre de su hermanastra.

Empiezan a rodar cabezas

En 1536 murió Catalina de Aragón y en ese mismo año murió decapitada Ana Bolena. La falta de un hijo varón y los tejemanejes de la familia Bolena en la corte hastiaron al rey y buscó una solución rápida. Ana Bolena fue acusada de adulterio y alta traición.

Poco después el rey se casó con Jane Seymour con la que María Tudor tuvo una muy buena relación.

Ana Bolena hacia 1534, ©Wikipedia

La nueva reina ayudó a que la relación entre padre e hija mejorara. El Parlamento inglés, por su parte, aprobó un Acta de Sucesión declarando a todos los hijos habidos con anterioridad como hijos bastardos dejando libertad al rey para que designara heredero a quien quisiera. Aunque en principio María Tudor se negó a firmar la aceptación de estos hechos, finalmente no le quedó más remedio si quería salvar su vida. Sin embargo firmó el documento sin leerlo para poder alegar desconocimiento de lo firmado después.

En 1536 hubo una fuerte campaña anti-católica. Se asaltaron conventos y se anularon órdenes religiosas.

Jane Seymour por Hans Holbein, ©Wikipedia

En 1537 Jane Seymour dio a luz a un niño, el futuro Eduardo VI, pero ella murió a los pocos días. Enrique VIII quedó muy impactado por su muerte y se retiró de la corte, dejando toda la organización de los funerales en manos de María Tudor que, además, se ocupaba de su nuevo hermano, del que era madrina.

Más matrimonios….

Durante varios años María Tudor vivió en la corte de forma discreta. Se la consideraba fuerte y muy activa.

Eduardo VI por William Scrots, ©Wikipedia

Era muy consciente de su rango y además destacaba por su interés por la cultura. Era pequeña de estatura, pelirroja y con grandes ojos negros.

A lo largo de estos años hubo diferentes propuestas para casar a María, pero ninguna llegó a buen (o mal) fin. Uno de los miedos de Enrique VIII era que, si María se casaba con un príncipe extranjero, los derechos de sucesión podían acabar en manos de otra dinastía.

Ana de Cleves por Hans Holbein, ©Wikipedia

En 1540, Enrique VIII se casó por cuarta vez. Esta vez con Ana de Cleves. Fué una boda por intereses de estado. Sin embargo, no parece que se gustaran demasiado y a los seis meses el matrimonio fue disuelto. A los pocos días, Enrique VIII se casó con Catalina Howard, prima de Ana Bolena, su segunda mujer. Era su amante desde hacía unos meses. Dos años después fue decapitada acusada de adulterio y conducta escandalosa.

Ejecución de Catalina Howard, grabado anónimo, ©Wikipedia

Por fin, en 1543, Enrique VIII se casó por última vez. Esta vez la elegida fue Catalina Parr que estuvo a su lado hasta la muerte del monarca. Tenía sólo cuatro años más que María Tudor y la relación entre ambas fue muy buena.

Catalina Parr, atribuido a Master John, ©Wikipedia

Enrique VIII ya se había convencido que no tendría más hijos y volvió a cambiar de opinión en cuanto a sus herederos. Su principal heredero era su hijo Eduardo, los siguientes en la línea sucesoria serían María e Isabel.

Enrique VIII murió en 1547. Tenía cincuenta y seís años.

Un reinado corto y otro cortísimo

Durante el corto reinado de su hermano Eduardo, María Tudor tuvo que asistir a un aumento de las agresiones contra la Iglesia católica. La defensa de á religión católica se convirtió para María Tudor prácticamente en la finalidad de su vida.

Parece ser que hubo varios planes para sacar a María Tudor de Inglaterra, pero fracasaron.

Eduardo VI había firmado un documento anulando los derechos sucesorios de sus hermanastras. El jefe del Consejo,John Dudley, había organizado un plan muy astuto. El país estaba económicamente en una situación muy difícil, pero él quería asegurar la Reforma protestante y buenos puestos para sus familiares. Estando Eduardo VI a punto de morir le presentó un documento en el que se anulaban los derechos de sucesión tanto de María Tudor como de Isabel. Se nombraba nueva descendiente a una tía del rey, también llamada María Tudor y su marido, Charles Brandon. Así el trono caería después en manos de Jane Grey, nieta de los anteriores, a la que se iba a casar enseguida con Guildford Dudley, hijo de mencionado presidente del Consejo.

En 1553 Eduardo VI murió después de haber contraído la varicela, el sarampión y la tuberculósis. Sólo reinó durante seis años.

‘Ejecución de Lady Jane Grey¡ por Paul Delaroche, 1834, ©Wikipedia

Jane Grey fue nombrada reina de Inglaterra. Tanto los nobles como el pueblo se rebelaron ante esta usurpación del trono. Hasta el mismo Consejo del Reino decidió por fin proclamar a María Tudor reina de Inglaterra. Sólo había pasado un mes de la muerte de su hermanastro. Poco después Jane Grey fue acusada de alta traición y ejecutada.

Reina al fin

María Tudor fue la primera reina de Inglaterra por derecho propio. Tenía treinta y siete años. Asombró a los miembros del Consejo por su capacidad de decisión y de trabajo. Dedicaba casi todo su tiempo a los asuntos de estado. Tuvo fama de tratar muy bien a su servidumbre.

Siguiendo con su intención de volver a imponer el catolicismo, siguió los consejos que le dieron entre otros también Carlos I y se mostró tolerante y prudente. Contaba con pocos colaboradores leales.

El país estaba en una difícil situación económica y social por el mal gobierno de Eduardo VI. Los contrarios a María Tudor apoyaban incondicionalmente a su hermanastra Isabel como representante protestante. Todo lo que rodeaba a la reina eran intrigas con el fin de eliminarla.

Por fin un marido

Al poco tiempo decidió que tenía que casarse, ya no podía esperar más tiempo. El elegido sería Felipe II.

Felipe II y María Tudor por Hans Eworth, ©Wikipedia

Evidentemente esta boda no fue bien vista por el pueblo inglés. No querían un español católico en el trono. Sin embargo María Tudor impuso su derecho a elegir libremente. Se llegó al acuerdo que ninguno de los dos ejercería su autoridad sobre el reino del otro. Si no tenían hijos, Felipe II no tendría después derecho al trono de Inglaterra.

En 1554, Felipe II llegó por fin a Inglaterra acompañado entre otros por el duque de Alba y Ruy Gomes da Silva. Aunque no se sabe a ciencia cierta, ya que existen varias versiones, una de ellas dice que Felipe II regaló a su futura esposa una joya que se haría famosa a lo larga de la historia, la perla Peregrina, que había pertenecido a su madre, Isabel de Portugal. En el momento de la boda María Tudor tenía once años más que Felipe II. Aun así parece que congeniaron relativamente bien. Pero al poco tiempo Felipe II pasaba más tiempo dedicado a los temas políticos que a su mujer. Estaba preocupado por la situación de su padre, Carlos I, en Flandes y no veía el momento de viajar hacia allá. Tampoco los acompañantes de Felipe II se sentían cómodos en la corte inglesa. La vida era cara e incómoda. Muchos regresaron a España. Sin embargo en septiembre empezaron a correr rumores de que la reina estaba embarazada.

A principios de 1555 el país estaba, oficialmente, listo para que regresara el catolicismo. Muchos líderes protestantes habían abandonado el país. El Consejo de Gobierno pidió a la  reina que fuera contundente con los adversarios, que se les persiguiera y castigara.
Muchos protestantes fueron capturados y quemados vivos. Estas acciones hicieron que María Tudor fuera apodada Bloody Mary, María sangrienta.

Un hijo que no llega

El año 1555 fue pasando, pero el embarazo de la reina no llegaba a su fin. Parece ser que sufría de ciertos problemas ginecológicos que pudieron haber hecho sospechar de un embarazo que, finalmente, resultó falso. Ella quedó destrozada porque veía que los años pasaban rápidamente y cada vez tenía menos posibilidades de tener un hijo. Felipe II por su lado se sintió avergonzado del falso embarazo.

En agosto, poco tiempo después de saber que no había habido embarazo alguno, Felipe II decidió marchar a Flandes. Carlos I quería abdicar y abandonar la vida pública. Felipe II estaría fuera año y medio.

Estando en Flandes las cuestiones de Inglaterra pasaron para Felipe II a un puesto relegado. Era gobernador de los Países Bajos y rey de España. Pidió a María Tudor que si quería que volviese a Inglaterra tendría que ser coronado rey de Inglaterra. No quería ser sólo su consorte. Pero el Parlamento no iba a aprobar esta petición nunca.

La soledad de una reina

Mientras tanto María Tudor estaba cada vez más sóla, tanto a nivel personal como político.

María Tudor por Antonio Moro, 1554, ©Wikipedia

Se sentía vieja y cansada. Seguía la lucha entre católicos y protestantes. La presencia de su hermanastra Isabel seguía siendo un problema ya que representaba la oposición protestante.

María Tudor se inclinó cada vez más a una vida de devoción y beneficiencia. Pensaba que ya no volvería a ver a Felipe II.

Sin embargo éste volvería en 1557. El año anterior se había firmado un tratado entre España y Francia que el rey francés, Enrique II, rompió. Se alió con el papa Pablo IV enemigo como él de los Habsburgo, declaró la guerra a España y Flandes. Felipe II necesitaba más dinero de Inglaterra por lo que no le quedó más remedio que ir personalmente a conseguirlo.

A pesar de que en un principio su pretensiones no fueron aceptadas, finalmente el Parlamento aceptó declarar la guerra a Francia. Felipe regresó a Flandes. Poco después las tropas del imperio vencieron a los franceses en la batalla de San Quintin. El duque de Alba lideró el asalto a Roma e hizo que el papa se rindiera. Si bien España salió victoriosa de este empeño, Inglaterra perdió Calais ante los franceses quedándose sin el último territorio en suelo francés. Además Inglaterra estaba en bancarrota.

Mientras tanto María Tudor creía estar embarazada otra vez. Ante la posibilidad de que muriera en el parto, todos empezaron a mover ficha.

María Tudor por Hans Eworth, hacia 1555, ©Wikipedia

Como se preveía que su hermanastra Isabel le sucedería en el trono, Felipe II intentó un acercamiento a ésta proponiéndole que se casara con Manuel Filiberto de Saboya vencedor de la batalla de San Quintín.

Pensando que su muerte podría traer consigo una guerra civil, María Tudor decidió nombrar heredera a Isabel pidiéndole que mantuviera la religión católica. Evidentemente Isabel accedió, sabiendo que luego haría lo contrario.

Como era de suponer, María Tudor no estaba embarazada esta vez tampoco. Cada vez su salud era peor. Murió en noviembre de 1558. Tenía cuarenta y dos años.

Durante toda su vida se vió privada del amor paterno que tanto persiguió. Tampoco tuvo realmente un marido y sus creencias religiosas eran las opuestas a la mayoría de sus súbditos. Con su muerte el protestantismo volvió a un primer plano.

Sus deseos no se cumplieron.

Fuente: Rubio, María José: ‘Reinas de España. Las Austrias’; La esfera de los Libros, 2010
Whitelock, Anna: ‘Mary Tudor. England’s First Queen’; Bloomsbury, 2010

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