Durante el reinado de Felipe II surgió por primera vez la idea de dotar a Madrid con una catedral. Se había convertido en la capital de país y, por tanto, debía contar con una iglesia que reflejara este nuevo rango.
Una archidiócesis que no cede
Por aquel entonces Madrid pertenecía a la archidócesis de Toledo, lo que implicaba que no había ningún obispo en Madrid. Naturalmente el arzobispo de Toledo era contrario a que Madrid se segregara de su archidiócesis, ya que esto implicaría pérdida de poder y control.
En la Iglesia católica una diócesis es una unidad administrativa y territorial, que se encuentra administrada por un obispo. Normalmente cuando una diócesis tiene relevancia histórica o cubre una amplia zona es considerada archidiócesis y, en este caso, es gobernada por un arzobispo. Un arzobispo puede tener autoridad sobre otras diócesis.
Aparte de la oposición del arzobispo de Toledo también hay que reconocer que Felipe II estaba más interesado en la construcción del Monasterio de El Escorial que en largas discusiones acerca de la nueva catedral madrileña. Con el tiempo el tema cayó en el olvido.
En el siglo XVII, Felipe III obtuvo permiso del Papa Clemente VII para construir una catedral en Madrid, pero otra vez se impuso la negativa del arzobispo de Toledo.
Ya en tiempos de Felipe IV, éste y especialmente su esposa, Isabel de Borbón, se implicaron en el proyecto y comenzaron con las formalidades para la construcción de la catedral. El tema de la segregación se dejó a un lado, pero aun así, nada sucedió.
Finalmente vence el amor
Tuvo que llegar Alfonso XII y el desgraciado acontecimiento del fallecimiento de su esposa, María de las Mercedes, para darle un impulso definitivo al proyecto. Al morir la reina sin tener descendencia, no podía ser enterrada en el Panteón Real del Monasterio del Escorial. Por esto Alfonso XII quiso que se erigiera un templo, cerca del Palacio Real, para que María de las Mercedes fuera enterrada allí.
En 1869 la parroquia de Santa María había sido demolida. Fue esta otra razón más para impulsar la construcción de una nueva iglesia. Había que edificar una nueva parroquia para sustituir la antigua. De hecho la construcción de ésta comenzó en 1883. Alfonso XII determinó que se ubicara en unos terrenos que se encontraban frente al Palacio Real.
Por fin, en 1885 Madrid se convirtió en diócesis. El mismo año del fallecimiento de Alfonso XII la idea de una catedral para la ciudad se convirtió en realidad.
Una construcción interminable
Hubo diferentes proyectos y diseños y muchas interrupciones en el proceso. El primer arquitecto fue Francisco de Cubas que quiso construir una iglesia neogótica sobre una cripta romana. La cripta se terminó en 1911 siguiendo sus diseños. Posteriormente otros arquitectos siguieron con el proyecto. Tras finalizar la Guerra Civil, en 1944, Fernando Chueca Goitía y Carlos Sidra prepararon un proyecto nuevo que cubría el interior neogótico con un exterior neoclásico.
Finalmente, en 1993, cuatro siglos desde la aparición de la idea, la catedral fue consagrada por el Papa Juan Pablo II el 15 de Junio. Evidentemente todos estos cambios y retrasos han influído en el diseño final que, realmente, es de un gusto dudoso. La catedral no tiene un estilo definido y su interior parece más un viaje a través de diferentes tendencias artísticas que cualquier otra cosa. Sin embargo su exterior es impresionante y combina perfectamente con el Palacio Real. Fue aquí donde tuvo lugar el enlace matrimonial del Príncipe Don Felipe con la Princesa Doña Leticia.