Problemática desde el nacimiento
Luisa Isabel de Orléans nació en el palacio de Versalles en diciembre de 1709. Aunque era bisnieta de Luis XIII, su padre Felipe II de Orléans se casó con María Francisca de Borbón, hija bastarda de Luis XIV. Esta boda fue prácticamente impuesta por Luis XIV que así unía a su hija bastarda con su sobrino carnal.
Este matrimonio tuvo ocho hijos, aunque parece que ninguno se ocupó demasiado de ellos, Felipe II de Orléans era ambicioso, simpático y famoso por su libertinaje. María Francisca de Borbón era guapa y discreta, aunque muy altiva en su trato, quizás debido a los desaires sufridos anteriormente por su condición de ilegítima.
Tras la muerte de Luis XIV y siendo su heredero, Luis XV todavía un niño, Felipe II de Orléans fue nombrado presidente del Consejo de Regencia, puesto que ocupó durante diez años. Durante estos años las relaciones entre Francia y España fueron malas. Por ambas partes hubo complots para derrocar al contrario.
Luisa Isabel de Orléans fue bautizada sólo provisionalmente y así ni siquiera tenía nombre de pila propio. Se la conocía como mademoiselle de Montpensier.
Recibió poca educación y se vió inmersa a partir de los siete años en la vida tumultuosa de su padre, que al parecer incluso tuvo hijos con una de sus hijas. En general, la descendencia de Felipe II de Orléans destacó por su vida frívola y escandalosa.
Doble matrimonio
Siguiendo con sus deseos de buscar un puesto provechoso para sus hijos, Felipe V e Isabel de Farnesio acordaron casar a su hija la infanta María Ana Victoria con Luis XV y a su hijo, el futuro Luis I con Luisa Isabel de Orléans. Era este un acuerdo que no gustó en Francia ya que se consideraba que se había alcanzado por el deseo de Felipe II de Orléans de ver a su hija como reina de España. De hecho, Luis XV tenía en aquel momento sólo once años y poco poder de decisión.
La boda entre Luis I y Luisa Isabel de Orléans tuvo lugar en 1722. Debida a la corta edad de los novios, catorce años él y doce ella, se decidió esperar con la consumación del matrimonio.
Aunque para el pueblo Luis I representaba la esperanza de tener un rey nacido en España, lejos de influencias extranjeras, bien es verdad que estaba sometido a la poderosa influencia de Isabel de Farnesio.
Un corto reinado y un cambio de estrategia
En 1723 murió repentinamente el duque de Orléans y le sucedió como regente de Francia Luis Enrique de Borbón que no tenía ningún interés en que se mantuviera el acuerdo con España en lo referente al matrimonio real.
Mientras tanto, en España, pocos meses después Felipe V abdicó en su hijo Luis I. Los nuevos reyes de España tenían dieciséis y catorce años.
Luis era un joven apocado y débil. Luisa Isabel, por su lado, parecía destacarse por unas aficiónes comprometedoras. Bebía demasiado y le gustaba pasearse ligera de ropa por el palacio, además no le interesaban en absoluto los asuntos de estado. Aunque llevaba poco tiempo en el país, ya había logrado granjearse la antipatía de los españoles.
Lamentablemente en 1724, Luis I murió a los diecisiete años de viruela. Aunque Luisa Isabel también había contraído la enfermedad logró recuperarse.
Ahora Luisa Isabel era un personaje que molestaba en la corte. Era reina viuda, no se había sabido ganar la simpatía del pueblo y se la consideraba un lastre. Se decidió que volviera a Francia bajo la tutela de su madre. Esta resolución no entusiasmó a Luis Enrique de Borbón, que previó una estancia problemática de la reina viuda. Además había convencido a Luis XV para que se desembarazara de la infanta María Ana Victoria, pretendiendo que quería casarse inmediatamente y ella era todavía una niña. Por lo tanto fue devuelta a España. Semejante desplante estuvo a punto de desembocar en una guerra entre ambos países. Finalmente se devolvió a Francia a Felipa de Orléans, hermana de Luisa Isabel, que estaba en España desde hacía dos años y que estaba prometida al infante Carlos.
Vida lujosa y un convento
Luisa Isabel se instaló en el palacio de Vincennes. Recibía un subsidio desde España que, sin embargo no era suficiente para mantener su tren de vida. Su inmadurez sirvió para que se viera influída por una serie de personajes de su corte que al final obligaron a Felipe V a exigirle la imposición de una serie de altos cargos. Luisa Isabel no sólo se negó, sino que se marchó a un convento, despidiendo a toda su servidumbre y recluyéndose en el mismo durante cinco años.
Por cuestiones de salud, en 1733, Luisa Isabel tuvo que abandonar el convento y se trasladó al palacio de Luxemburgo. Su carácter había cambiado. Intentó reconciliarse con Felipe V, llevó una vida tranquila y austera. Terminó sus días abandonada por la corte española que dejó de enviarle el subsidio prometido, aunque siempre mantuvo su rango de reina. Murió en 1742 a los treinta y dos años. Fue enterrada en la iglesia de San Sulpicio de París a la espera de que sus restos fueran trasladados al Escorial. Pero esto nunca sucedió.
Fuente: Reinas de España, autora: María José Rubio, La esfera de los libros, 2009