Fernando VI era hijo de Felipe V y su primera mujer, María Luisa de Saboya y hermano de Luis I a quién estuvo muy unido. Gracias a los tejemanejes de su ‘madrastra’ estuvo siempre en un segundo plano hasta la muerte de su padre. Cuando Felipe V abdicó, su hijo Luis I pasó a ocupar el trono, pero murió poco tiempo después. En vez de dejar que Fernando VI ocupara ahora el trono, Felipe V volvió a llevar la corona.
Durante el posterior reinado de Fernando VI, el país disfrutó de una época de paz. Tras los turbulentos tiempos de su padre con las guerras por su alianza con Francia y las intrigas de su mujer para encontrar reinos al frente de los cuales colocar a sus hijos, su tiempo fue descrito como «paz para todos, guerra para nadie«.
Una reina portuguesa
María Magdalena Bárbara nació en diciembre de 1711 en Lisboa. Era hija de Juan V, el Magnánimo, rey de Portugal entre 1706 y 1750. Su madre fue María Ana de Austria, mujer muy religiosa, que echaba mucho de menos su país natal y que sufrió las infidelidades de su marido.
Juan V fue un rey apasionado de las artes, apoyando la construcción de grandes edificios arquitectónicos, la música y la literatura.
Durante la guerra de Sucesión española se alió con Austria con lo que las relaciones con Felipe V fueron bastante tensas aunque firmaron la paz en 1715. Podemos imaginar así que a Felipe V, en el fondo, no le cayera muy bien su nuera.
Bárbara de Braganza recibió una esmerada educación. Hablaba seis idiomas. Le gustaba mucho la música y fue alumna del compositor Domenico Scarlatti que la acompañó durante toda su vida. Incluso se rumoreaba que estaba enamorado de ella. Lo que sí está claro es que, siendo una mujer poco atractiva, encandilaba a quienes la rodeaban con su carácter y cultura.
A los catorce años enfermó de viruela, lo que le dejó unas terribles marcas en la cara que vinieron a estropear su ya escaso atractivo físico.
Un hijastro molesto
Fernando VI era hijo del primer matrimonio de Felipe V con Luisa Gabriela de Saboya. Su madre murió cuando él apenas tenía seis meses. Isabel de Farnesio, la segunda mujer de su padre, apartó a los hijos de su antecesora, empeñándose en dar prioridad a los propios. Los dos hermanos mayores de Fernando, el infante Felipe y el rey Luis I, murieron jóvenes. Fernando estaba muy unido a Luis y su muerte fue un duro golpe del que no llegó a rehacerse.
Tras la muerte de Luis I, Fernando tendría que haber ocupado su lugar, pero la vuelta de Felipe V evitó este hecho y le hizo permanecer como príncipe de Asturias durante veintiún años. Isabel de Farnesio sabía cómo imponerse.
En lo referente a su educación, no fue tan esmerada como la de su futura mujer. Se dedicaba sobre todo a la pesca y a la caza y era un gran coleccionista de relojes.
Una boda de segunda categoría
Aunque en España, en un principio, la boda con Bárbara de Braganza no satisfizo al pueblo al considerar que el heredero debería haberse casado con una princesa de más alto rango, la boda por poderes se celebró en 1728 y en diciembre de ese mismo año, la familia real se trasladó a la frontera con Portugal a recibir a la que era ya princesa de Asturias.
Parece ser que a Isabel de Farnesio no le agradaba mucho su nuera ya que temía la influencia que pudiera tener sobre Fernando, más débil de carácter.
Incluso Francia creía que la futura reina podría favorecer una alianza entre Inglaterra y Portugal contra la propia Francia una vez fuera proclamado Fernando rey de España.
Un matrimonio enclaustrado
Siendo príncipes de Asturias, Isabel de Farnesio mantuvo al matrimonio alejado de cualquier decisión política, pero no pudo evitar que tuvieran sus propias opiniones, no muy favorables a la política seguida por ella. No concebían que su deseo de conquistar puestos para sus propios hijos obligase a España a entrar en guerra con Italia.
En 1731, Bárbara de Braganza llegó a un acuerdo secreto para una futura alianza con Francia y Portugal. Este proyecto llegó a oídos de Isabel de Farnesio que temía que Francia estuviera informando a los príncipes de Asturias sobre los acuerdos a los que habían llegado con España y que estos, a su vez, llegasen a ser conocidos por Portugal a través de Bárbara de Braganza. Con ello, también serían conocidos por Austria, enemiga de España en la guerra con Italia.
Felipe V mostraba cada vez signos más claros de su enfermedad mental. El pueblo estaba harto de los tejemanejes de Isabel de Farnesio de forma que esta se vió casi obligada a proponer a Fernando VI que gobernasen conjuntamente a lo que éste se negó. Isabel de Franesio vió en ello la influencia de su nuera. Es en esta época cuando la familia real decidió volver a Madrid después de haber vivido en Sevilla durante cuatro años. Durante el regreso, Isabel de Farnesio avisó a su marido, Felipe V, de que su hijo Fernando estaba intrigando contra él y consiguió que el rey confinase a los príncipes de Asturias por decreto real, a sus aposentos sin que pudieran salir. Fernando no comprendió la decisión de su padre y se sintió amargado.
Su aislamiento duró trece años. La discreción de ambos es digna de mención. Fernando respetaba profundamente a su padre y no hablaba acerca de su madrastra. Bárbara mantuvo su buen carácter y la relación entre ambos era la de un matrimonio feliz, a pesar de las depresiones que sufría Fernando. Como vemos, las intrigas de Isabel de Farnesio con tal de favorecer a sus hijos y a sus propios deseos no tenía límites.
Reyes de España, por fín
En 1746, Felipe V murió repentinamente y Fernando VI y Bárbara de Braganza, tras dieciocho años de matrimonio, fueron proclamados reyes de España. Isabel de Farnesio temía lo que pudiera pasarle ahora sobre todo teniendo en cuenta que había tratado a los actuales reyes como criminales. Se retiró al palacio de Osuna desde donde quería seguir al tanto de los temas políticos e intrigando de forma que, finalmente, Fernando VI se vio prácticamente obligado a desterrarla al real sitio de San Ildefonso en 1747.
Domenico Scarlatti por Domingo Antonio Velasco
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Aunque los nuevos reyes no eran expertos en la regencia de un estado, rápidamente quedó claro que trabajarían conjuntamente. Durante su primer año de reinado tomaron muchas decisiones con sentido de la responsabilidad. Ambos deseaban un reinado de paz que llegó en 1748 con la firma del tratado de Aquisgrán. En éste España logró el ducado de Parma para el infante Felipe.
Los reyes negociaron el matrimonio de la infanta María Antonia, la menor de las hermanastras del rey, con el duque Víctor Amadeo de Saboya. Esta boda trajo consigo el posterior acuerdo político, el Tratado de neutralización, entre Saboya, Austria y España en 1752 consiguiendo la paz en Italia durante muchas décadas.
En la salud y en la enfermedad
Las Artes
La corte volvió a la normalidad con unos horarios adecuados que se habían perdido debido a las excentricidades de Felipe V. La reina fomentó las artes. Aparte de Scarlatti, también dió el rango de «privado» a Farinelli al que había traído en su día Isabel de Farnesio. Esta, despechada, comenzó a difundir rumores de que el cantante era el amante de la reina.
Felipe V e Isabel de Farnesio por van Loo
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Fue una época de esplendor para la música, el baile y el teatro.
Sin embargo desde 1748 la salud de Bárbara de Braganza preocupaba en la corte. Tenía asma. Se le recomendó una vida sana, paseos y un régimen alimenticio. Sin embargo la reina había ganado mucho peso, le gustaba comer y se cansaba rápidamente cuando caminaba. Su salud fue empeorando y la cercanía de la muerte le hicieron poner en marcha el proyecto de construcción del monasterio de monjas de San Francisco de Sales, el convento de las Salesas Reales dedicado a la vida religiosa y a la educación de niñas nobles. Al mismo tiempo se estaba edificando el nuevo Palacio Real. La reina también apoyó la Academia de Bellas Artes de San Fernando, el Gabinete de Historia Natural y el Jardín Botánico.
Los Tratados
En 1750 se firmó el acuerdo con Portugal, Tratado de Límites, relativo a las fronteras de ambos países en América y el Tratado de Compensación con Inglaterra para terminar con el enfrentamiento económico y marítimo entre ambos países.
La familia de Victor Amadeo de Saboya por Guiseppe Dupra
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A pesar de sus esfuerzos, las intrigas siguieron su curso. El eterno enfrentamiento entre Francia e Inglaterra obligaba a España a decantarse por uno u otro. En 1756 comenzó la Guerra de los Siete Años entre Austria y Prusia, pero rápidamente se extendió a las demás potencias luchando Inglaterra y Francia por sus territorios en América. España quería mantenerse neutral, pero los ataques de los corsarios ingleses a los barcos españoles hiceron que se decantara por la ayuda a Francia a partir de 1761.
Vuelve Isabel de Farnesio
En 1757 se celebró la inauguración del convento de las Salesas Reales. En otoño de ese mismo año Bárbara de Braganza se vió afectada por otra enfermedad, seguramente algún tipo de cáncer ginecológico. Tenía grandes pérdidas de sangre y sufría fuertes dolores. Se llenó de tumores tan dolorosos que casi no podía moverse.
Pedro III de Portugal
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Viendo el estado de su nuera, Isabel de Farnesio creyó posible que su muerte pudiera favorecer la subida al trono de su hijo Carlos (futuro Carlos III), en aquel momento rey de Nápoles. Mandó a su médico personal a que la asistiera para que la mantuviera informada puntualmente. La enfermedad de Bárbara de Braganza la tuvo en un estado lastimoso casi un año. Falleció en agosto en 1758 a los cuarenta y seis años. En su testamento legó todas sus posesiones a su hermano, futuro Pedro III de Portugal. Este hecho hizo que su popularidad cayera en picado entre el pueblo. Sin embargo su marido, Fernando VI no logró superar la muerte de su mujer. Se trastornó completamente y murió un año después en agosto de 1759.
Ambos están enterrados en la iglesia de las Salesas Reales.
Fuente:
Reinas de España, autora: María José Rubio, La esfera de los libros, 2009