Fernando VII (1784-1833) y María Antonia de Nápoles (1784-1806)

Fernando VII fue el noveno de los hijos de Carlos IV y María Luisa de Parma. Aunque se ha querido dar la impresión de que era bastante inculto, según Fernando Díaz-Plaja esto no es cierto. Lo que constata también, es que no por ser culto tienes que ser buena persona como vemos en este caso. Sí es verdad que no se le preparó para el cargo que habría de ocupar con el tiempo. Estaba muy interesado en la Geografía e Historia, estudió latín y, sobre todo, religión.

Fernando VII como príncipe de Asturias por Goya, ©Wikipedia

Desde muy pequeño sintió el rechazo de sus padres que, para más escarnio, preferían y tenían más confianza con Godoy que con él. Esto hizo que su odio hacía éste se fuera incrementando día a día.

María Antonia de Nápoles

María Antonia de Nápoles nació en diciembre de 1784.  Su padre, Fernando IV de Nápoles era el tercer hijo  de Carlos III y María Amalia de Sajonia.

Fernando IV de Nápoles por Anton Raphael Mengs, ©Wikipedia

Su madre, María Carolina de Austria, era hija del emperador Francisco I del Sacro Imperio Romano Germánico y de la emperatriz María Teresa I de Austria. Era hermana de María Antonieta de la que  fue, además, madrina. Fue la duodécima hija del matrimonio.

María Carolina de Austria por Anton Raphael Mengs, ©Wikipedia

Influencia austríaca en Nápoles

Cuando Carlos III dejó Nápoles para convertirse en rey de España, dejó su anterior reino en manos de su hijo que tenía entonces apenas ocho años. Dependía de un Consejo de Regencia. Evidentemente la influencia de Carlos III en el reino de Nápoles era notable.

Sin embargo todo cambió con la boda de Fernando y María Carolina, hija de la emperatriz María Teresa de Austria que había impuesto que su hija participara en las reuniones del Consejo de Estado en cuanto diera a luz a un varón. El quinto hijo del matrimonio fue un varón. En total María Carolina tuvo dieciocho hijos.

María Antonia de Nápoles por Augusto Nicodemo, ©Wikipedia

La influencia de María Carolina hizo que se cesara al ministro Tanucci, hombre de confianza de Carlos III, y se comenzara una política que favoreciese los intereses de Austria, contrarios a España. El nuevo primer ministro de Nápoles sería sir John Acton, marino inglés y amante de la reina.

Carlos III rompió las relaciones con su hijo que permitía no sólo que su mujer gobernase, sino  también  sus excesos sin oponerse a ellos.

María Antonia de Nápoles recibió una educación distinguida, siguiendo el estilo austríaco de la emperatriz María Teresa. Pronto mostró una gran afición por la lectura y anotaba cuidadosamente todos los libros que leía. Era una joven alegre, refinada y culta. Era rubia de ojos azules.

Exilio y boda

La Revolución francesa en 1789 y la ejecución de su hermana María Antonieta convirtieron a la reina María Carolina en acérrima enemiga de Francia, aunque no tuvieron el suficiente poder para enfrentarse a las tropas francesas que invadieron Nápoles en 1798 estableciendo la República Partenopea o napolitana.

La familia real se exilió en Palermo, aunque el rey, Fernando IV se retiró al campo dejando a su enérgica mujer al frente de los asuntos políticos. Desde el exilio siguió una intensa actividad para recuperar el reino perdido, hecho que se consiguió al año siguiente al derrocar el cardenal Ruffo al gobierno en Nápoles y ofrecer el trono a su anterior rey. Pero el regreso de la familia real se retrasó varios años.

La familia de Carlos IV por Vicente López; Fernando VII y María Antonia de Nápoles a la izquierda; ©Wikipedia

María Carolina se trasladó con sus hijas a Viena. Allí buscaría ventajosos matrimonios para ellas. Se quedaron en Viena hasta 1802 resultando su estancia incómoda para el emperador Francisco II. Había pedido un armisticio a Napoleón tras la derrota en la batalla de Marengo y la actividad política antifrancesa de María Carolina no podía tener consecuencias positivas.

Mientras tanto, en España, Carlos IV y su mujer María Luisa de Parma buscaban también buenos partidos para sus hijos, contando siempre con el beneplácito de Napoleón.

El heredero del trono de Nápoles, Francisco I, hermano de María Antonia se había quedado viudo. Se propuso así, al parecer bajo la influencia francesa, que se celebrara un doble matrimonio: Francisco I con la infanta Isabel, undécima hija de Carlos IV,  y el futuro Fernando VII con María Antonia.

Se quería minar de esta manera la influencia austríaca en la corte napolitana acercándola más a España y, en consecuencia, a Francia. Además serviría para que se reconciliasen los hermanos, Carlos IV y Fernando IV, aunque no se volverían a ver en persona.

Un marido horrible

María Carolina no estaba muy conforme con la boda de su hija con el heredero del trono español, pero una vez aceptado el enlace no informó a su hija de las deficiencias de su futuro marido. Fernando VII sería rey de España porque sus cuatro hermanos mayores murieron. Ya desde pequeño fue un niño enfermizo con tendencia a la melancolía.

Las dos bodas se celebraron por poderes en 1802 en la corte de cada una de las novias, es decir, la de la infanta Isabel en Madrid y la de María Antonia en Nápoles.

Ninguno de los cónyuges napolitanos quedó satisfecho con la pareja que les había tocado. La infanta Isabel era muy bajita, bastante poco agraciada y encima se murmuraba que era hija de Godoy, una bastarda. La pobre María Antonia escribió que al ver a su marido casi se desmayó de la impresión, espantada de lo que vió.

María Luisa de Parma en 1790 por Goya, ©Wikipedia

Aunque Fernando ardía en deseos de consumar el matrimonio por problemas sexuales no lo consiguió hasta un año más tarde. Mientras tanto la desgraciada María Antonia deseaba que no se consumase nunca para así poder pedir la nulidad. Deseo frustado. Curiosamente, una vez convertidos ya en un matrimonio de verdad, la relación entre ambos mejoró muchísimo.

Fue María Antonia la que sacó a Fernando de su atontamiento infantil y le hizo ser más consciente de su papel político.

Una suegra nefasta

Hasta ese momento tanto la reina, María Luisa de Parma, como Godoy habían provocado que la vida en Madrid fuera bastante desagradable para la princesa de Asturias.

Le prohibían vestir de la forma que le gustaba, montar a caballo y tenía que pedir permiso para casi todo. Encima no le gustaba ni el clima ni la comida. Por otro lado, su influencia sobre Fernando podía resultar peligrosa para los intereses de Godoy y la reina.  Godoy era francófilo, así que los príncipes dirigieron sus miradas hacia Inglaterra. Se creó en aquel momento el partido fernandino alrededor del sucesor, que veía con malos ojos la influencia de Godoy en la corte y su política pro-francesa. Al descubrirse una serie de intrigas con la finalidad de apoyar al futuro Fernando VII, se acrecentó el espionaje del que eran objeto los príncipes de Asturias por parte de la reina. Finalmente se aisló a María Antonia de sus amigos y confidentes napolitanos.

María Antonia de Nápoles por Vicente López, ©Wikipedia

Intrigas y espionaje

María Antonia sufrió dos abortos en 1803 y 1804. Fue además una época políticamente complicada. Napoleón quería doblegar a Europa. España dejó entrar a las tropas francesas aparentemente para que obligaran a Portugal a no apoyar a Inglaterra en su guerra contra Francia. Nápoles había firmado un tratado de neutralidad en 1805, aunque ya había pactado anteriormente abrir sus puertos a las fuerzas de Inglaterra, Austria y Rusia. María Carolina envió varias cartas a su hija incitándola a conseguir la ruptura de relaciones entre España y Francia y a que se hiciera con el trono.

Mientras tanto Godoy avisaba a Napoleón de las intenciones de la reina de Nápoles. María Antonia sólo contaba en España con el apoyo de su marido, Fernando que al igual que ella intentaba salir del aislamiento político en que le tenían su madre y Godoy.

Pero nunca sabremos de qué habría sido capaz María Antonia ni qué tipo de rey hubiera sido Fernando si ella no hubiera muerto. María Antonia tenía tuberculosis y murió en 1806 a los veintiún años.

Ese mismo año su padres, los reyes de Nápoles fueron derrocados por Napoleón y exiliados a Sicilia.

Tras la muerte de María Antonia corrieron  rumores de que había sido envenenada e incluso picada por un escorpión. Sin embargo, en su acta de defunción Fernando VII explicó que cuando se casaron ya sufría de esta enfermedad.
Ahora había que buscar otra posible futura reina. Lo importante era asegurar la descendencia.

Fuente:

Rubio, María José: ‘Reinas de España’, La esfera de los libros, 2009.
Díaz-Plaja, Fernando: ‘Fernando VII’, Planeta Agostini, 1991
Sánchez Mantero, Rafael: ‘Fernando VII. Un reinado polémico’, Historia 16. Temas de hoy, 1996
Ortega Rubio, Juan: ‘Historia de España. Tomo V’, Casa Editorial Bailly Bailliere, S.A., 1908

 

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