¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla! en el Museo Sorolla

Hasta el 25 de junio podrá visitarse esta pequeña exposición o muestra, homenaje al recuerdo de los últimos tres años del pintor. Es un evento más destinado a conmemorar el centenario de su fallecimiento. La muestra ha sido comisariada conjuntamente con el Departamento de Documentación del Museo y consta de 1 cuadro, 2 esculturas, 20 fotografías y 16 documentos, todos instalados en la Sala 1 del Museo y divididos en 4 apartados.

  1. Una fina y templada mañana
    El 17 de junio de 1920 Sorolla estaba en su jardín acompañado del escritor Ramón Pérez de Ayala mientras pintaba el retrato de la mujer de éste, Mabel Rick. Se levantó a coger unos pinceles de su estudio y se cayo subiendo la escalera. El matrimonio corrió a ayudarle, pensando que se había tropezado, pero Sorolla había sufrido un derrame cerebral. Intentó seguir pintando, pero el lado izquierdo no le respondía y con la derecha ya no podía sujetar el pincel.
    En 1910  Archer Huntington había encargado a Sorolla   una serie de grandes pinturas que reflejaran el espíritu, las costumbres y las gentes de España para la Hispanic Society of America. Este encargo le tuvo viajando por el país durante nueve años en situaciones muchas veces  precarias e incómodas. Se cree que este empeño pudo costarle la salud.

    Mabel Rick, esposa de Pérez de Ayala, retrato inacabado, 1920, ©Museo Sorolla
  2. La luz se apaga
    En un principio se creyó que Sorolla podría recuperarse. Pasó el verano en San Sebastián e incluso llegó a caminar apoyado en un bastón. En diciembre de ese mismo año sufrió dos ataques más que terminaron con cualquier posiblidad de recuperación.
    Ya en 1923 decidieron pasar el verano en casa de María, su hija mayor, en Cercedilla donde le sobrevino la muerte el 10 de agosto de ese año.

    Anónimo, Clotilde y Sorolla, junio 1922, ©Museo Sorolla
  3. ¡Sorolla ha muerto! ¡Viva Sorolla!
    Informado del fallecimiento de su gran amigo, el escultor Mariano Benlliure acudió con dos de sus discípulos a Cercedilla para realizar la máscara mortuoria. El rey, Alfonso XII, que estaba en Santander, pidió al escultor que le representara en el entierro.

    Mariano-Benlliure, Mascara mortuoria de Joaquin Sorolla Bastida,1923, ©Museo Sorolla

    En cuanto se conoció la noticia de su muerte acudieron numerosas personas a Cercedilla a despedirse el pintor, entre ellas  numerosos periodistas en un tren especial. El fotógrafo Alfonso realizó la fotografía de Sorolla en su lecho de muerte.

    Alfonso Sanchez Portela, Lecho mortuorio de Sorolla,11 de agosto de 1923, ©Museo Sorolla

    Numerosas instituciones cerraron sus puertas en señal de duelo e izaron sus banderas a media asta. Muchos artistas se reunieron en el Círculo de Bellas Artes de Valencia para preparar el recibimiento en esa ciudad.

    Atribuído a ‘Campúa’ (Jose Demaria López) Velando a Sorolla,12 de agosto 1923, ©Museo Sorolla

    Sorolla  fue trasladado primero a su casa de Madrid donde al día siguiente se ofrecieron varias misas en la capilla ardiente. Por la tarde el féretro fue llevado  por la Castellana, Recoletos y Prado hasta la estación de Mediodía seguido por una gran cantidad de gente.
    A las nueve de la mañana del día siguiente entró el tren en la estación del Norte de Valencia. Se le recibió con la Marcha Real y la comitiva pasó por las calles de Colón, Pascual y Genis y Pintor Sorolla hasta el Círculo de Bellas Artes. Después pasó por la plaza de la Virgen de los Desamparados, la plaza del Ayuntamiento hasta la plaza de San Agustín donde se despidió el duelo. Durante más de una hora estuvo desfilando el público.

    Atribuído a ‘Campúa’ (José Demaría López), Paso del cortejo fúnebre de Sorolla por las calles de Valencia, 13 de agosto 1923, ©Museo Sorolla

    Finalmente el entierro tuvo lugar en el cementerio general de Valencia en el panteón de la familia García que estaba presidido por un busto del suegro de Sorolla, el fotógrafo Antonio García Peris. En 1927 el Ayuntamiento de Valencia cedió un terreno para la construcción de un panteón para el pintor que diseñó el nieto del mismo. En 1953 sus restos, los de su esposa Clotilde y su hijo fueron trasladados a ese panteón en donde todavía descansan.

    Anónimo, Clotilde ante la tumba de Sorolla, 13 de agosto 1923, ©Museo Sorolla

    4. El pintor inmortal
    Tras la muerte de Sorolla se sucedieron innumerables homenajes dedicados a él tanto en España como en el extranjero. Fue un pintor que gozó de gran éxito durante su vida y su muerte fue un duro golpe para la vida artística y cultural del momento.  Y este año en que se conmemoran los cien años desde su muerte tenemos que volver a honrar a este genio de la pintura.

    Ricardo Causarás, Mano de Sorolla, 1930. Museo de la Ciudad. Ayuntamiento de Valencia, ©Museo Sorolla

    Abajo podemos ver la estatua de Sorolla en Valencia. Quizás sería bueno aprovechar el centenario para ponerla en condiciones. Valencia se lo debe.

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