2.1 Isabel de Portugal

Sobrinas, tíos, primas….

Carlos I era el rey más poderoso de su momento. Evidentemente su matrimonio era una cuestión de vital importancia para la supervivencia de la dinastía que tanto poder reunía en una sola persona.

Manuel I de Portugal (1469-1521), ©Wikipedia

Isabel de Portugal nació en Lisboa en 1503. Su padre era el rey Manuel I de Portugal. Su madre, la infanta María de Castilla, hija de los Reyes Católicos, era la segunda mujer de Manuel I. Isabel era la segunda de los ocho hijos del matrimonio.

María de Castilla había recibido una educación esmerada, no frecuente en el caso de las mujeres de su tiempo. Había estudiado con Luis Vives y Beatriz Galindo. Transmitió su amplia cultura a su hija Isabel, que además recibió una amplia educación religiosa y espiritual.

Tras la muerte de María de Castilla en 1517, el rey se casó con la prometida de su hijo, el príncipe Juan, Se trataba de Leonor de Austria, hermana de Carlos I , es decir, sobrina de su anterior mujer. Leonor de Austria, veintisiete años más joven que su marido, se llevó siempre muy bien con su hijastra, con la que se llevaba sólo cinco años.

Desde 1518 se estaba ya tratando acerca de la futura boda de Carlos I con Isabel de Portugal. Sin embargo otras ofertas matrimoniales y asuntos políticos graves fueron retrasando la decisión del rey español.

Amigos/enemigos

Tras la muerte de Manuel I en 1521 le sucedió en el trono portugués su hijo, Juan III, todavía soltero. Se pensó en una doble boda: Carlos I con Isabel de Portugal y Juan III con Catalina de Austria, hermana de Carlos. Pero al pasarse Magallanes, navegante portugués, al servicio de Carlos I y ofrecerle el descubrimiento del estrecho de Magallanes se produjo una ruptura en las relaciones con Portugal. Además ambos países lucharon en Cabo Verde. Se produjo un evidente parón en las negociaciones.

Carlos I decidió que su hermana, Leonor, regresara a España. Su marido había fallecido en 1521 victima de una plaga. En principio los portugueses se negaron, ya que no querían que la dote, ni las posesiones cayeran en manos españolas. Finalmente Leonor volvió a España dejando a su pequeña hija María al cuidado de Isabel.

Catalina, la hermana de Carlos I llevaba años viviendo en Tordesillas junto a su madre Juana la Loca. Presionado tanto por sus propios súbditos como por los embajadores portugueses, Carlos I finalmente aceptó el casamiento entre Catalina y Juan III de Portugal.

Leonor de Austria por Joos van Clive, ©Wikipedia

Mientras tanto el rey había tanteado también la posibilidad de casarse con María Tudor, hija de Enrique VIII de Inglaterra tras la firma de una alianza entre ambos países en 1522. Sin embargo María tenía sólo cuatro años por aquel entonces y la espera habría sido larga.

Belleza y capacidad de gobierno

Carlos I , por otro lado, había oído que Isabel de Portugal no sólo era bellísima, sino que además tenía un gran sentido de la responsabilidad y administración. Él sabía que tendría que pasar largas temporadas fuera de España y tendría que dejar el reino en manos de una persona de su total confianza y que, además, supiera gobernar. El matrimonio se celebró finalmente en 1526. Isabel tenía ya veintidos años y Carlos veintiséis.

Isabel no podía ser considerada reina, ya que la reina era Juana l de Castilla que todavía vivía, aunque recluida, en Tordesillas. Generalmente se conoce a Isabel como emperatriz.

Durante algún tiempo el matrimonio residió en Sevilla. Después fueron a Granada, donde el rey encargó al arquitecto Pedro de Machuca la construcción de un palacio en la Alhambra que no se terminó.

Isabel de Portugal por Tiziano, ©Wikipedia

Durante algún tiempo Granada se convirtió en el centro cultural del país. Se celebraron fiestas, banquetes y torneos caballerescos. Acudieron personajes como Castiglione o Garcilaso de la Vega.

Isabel se dedicaba también a la visita de conventos, a repartir limosnas y a coser para los pobres.

Al principio todo lo que rodeaba a la consorte española era de ambiente portugués, tanto su servidumbre como sus costumbres. Entre su séquito llegó a España Ruy Gómez da Silva, que sería el marido de la princesa de Éboli.

Carlos I vivió unos años muy complicados, sobre todo debido a su sentido religioso. Consideraba que era el máximo defensor de la religión católica teniendo que enfrentarse, por un lado, a los musulmanes con Solimán el Magnífico a la cabeza y, por el otro, al protestantismo que estaba ganando adeptos en los países nórdicos. Sus aspiraciones políticas hicieron que la corte cambiara frecuentemente de residencia.

En 1527, estando la corte en Valladolid nació el primer hijo de la pareja, Felipe. Después pasarían a residir en Burgos y Madrid.

Catalina de Austria por Antonio Moro, ©Wikipedia

Un matrimonio epistolar

Antes de partir a uno de sus frecuentes viajes, Carlos I dejó a su mujer las instrucciones precisas para poder llevar a cabo el gobierno de la corte. Además había llevado a cabo reformas en la etiqueta de manera que se respetara más a la regente de España.

En 1528 nació María, segunda hija del matrimonio. Ambas estuvieron muy graves y, se cuenta, sanaron gracias a beber de la fuente de San Isidro. Así la reina ordenó que se construyera una ermita dedicada al santo.

Carlos I había vuelto a España para conocer a su nueva hija. La corte se trasladó entonces a Toledo y, al poco tiempo, el rey volvió a partir. Esta vez la separación duró cuatro años.

En 1529 nació el tercer hijo, Fernando.

Isabel se acostumbró a que su matrimonio se basara, sobre todo, en el intercambio de cartas con Carlos I .

En 1530 Carlos I era nombrado emperador Carlos V del Sacro Imperio Romano Germánico.

Juan III de Portugal, retrato atribuido a Cristovao Lopes, ©Wikipedia

El pirata Barbaroja se había adueñado de la ciudad española de Argel y Carlos I quiso recuperar ese territorio. Otro problema más que añadir a los ya existentes.

Tenía frentes abiertos por todos los lados y necesitaba dinero, mucho dinero. Isabel puso todo su empeño en lograr la financiación necesaria para la cruzada de Carlos I contra los infieles y protestantes.

En 1535 nació la cuarta hija de los reyes, Juana. Isabel tuvo dos embarazos más, pero el primer niño murió al poco tiempo y el siguiente embarazo se malogró a los cuatro meses.

Isabel llevaba ya varios años sufriendo de una salud debilitada. Los muchos partos, las infecciones y el no haberse podido recuperar plenamente acabaron con su vida en 1539. Tenía sólo 36 años. Había dedicado su vida a apoyar al rey, darle hijos y lidiar con los problemas del reino.

Carlos I estuvo con ella en los últimos momentos y le costó superar su muerte.

Carlos I por Tiziano, ©Wikipedia

 

Francisco de Borja

Francisco de Borja, duque de Gandía, era el caballerizo de la emperatriz. Tras morir ella, el cuerpo fue trasladado a la Capilla Real de Granada. Para autentificar el cadáver hubo que abrir el ataúd. El cuerpo estaba muy descompuesto. Francisco de Borja, un gran admirador de la belleza de Isabel quedó impactado por lo que vió y pronunció su famosa frase: «Nunca más, nunca más serviré a señor que se me pueda morir.»

Quiso abandonar la corte, pero Carlos I no le dejó y le nombró Virrey de Cataluña, cargo que desempeñó hasta 1543.

En 1546 murió su mujer e ingresó en la Compañía de Jesús, aunque este ingreso no se hizo efectivo hasta seis años después.

Fue el director espiritual de Juana de Portugal y se ocupó de Juana de Castilla durante los últimos años de vida de ésta.

A partir de 1565 fue el tercer General de la Compañía de Jesús hasta su muerte. Fue canonizado en 1671.

‘Conversión del duque de Gandía’ por José Moreno Carbonero, ©Wikipedia

Fuente: Rubio, María José: ‘Reinas de España. Las Austrias’; La esfera de los Libros, 2010

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