La escritoria e historiadora Carmen Maceiras acaba de publicar su segundo libro: ‘Las niñas abandonadas. La inclusa de Madrid y el Coledio de la Paz (1807-1934) editado por Prensas de la Universidad de Zaragoza, 2020.
Igual como hiciera en su primera obra ‘El secreto de Raimunda. La marquesa

de Linares’ (Editorial Silex, 2007) nos muestra su incansable capacidad para investigar y ahondar en el tema que estudia. Y lo que relata en este libro, sobre todo desde el punto de vista actual, no es solo entristecedor, sino a veces terriblemente desalentador.
A través de sus páginas conocemos el entresijo de la inclusa en Madrid. Sus directrices, muchas veces oportunas, pocas veces seguidas; el trasiego de las niñas, entregadas a nodrizas que desaparecen o a familias para ‘servir’ a cambio de prácticamente nada. En este libro la autora ha prestado especial atención a las niñas de la inclusa, ya que su situación era todavía peor que la de los varones.
Pero pongámonos en contexto. Estamos en siglo XIX, donde las convenciones sociales bien ‘alimentadas’ por una iglesia católica española rancia y conservadora son tremendamente restrictivas para cualquier persona y más, si es mujer. El papel femenino es el de ser esposa y madre, ‘santa’ a ser posible, con ninguna educación salvo aquella que la ayude en ‘sus labores’.
Uno de los mayores pecados para cualquier mujer era quedarse embarazada estando soltera. Una forma de librarse del pecado era abandonar al niño en la inclusa, a través del torno, con o sin datos personales. Así vemos que, por ejemplo, en 1838 son dejados en la inclusa 1528 niños (mueren 1135) , y en 1839 llegan a 1375 (mueren 881). La inclusa se convertía en una antesala de la muerte. Muchos niños llegaban en un estado lamentable, otros enfermos, para otros no había suficientes nodrizas para alimentarlos…. Y los que llegaban a la inclusa eran los más favorecidos, porque otras criaturas quedaban tiradas en la calle entre escombros y podredumbre.
Muchos niños eran también fruto de relaciones extramatrimoniales, tanto de maridos como de esposas. Si pertenecían a una clase alta es posible que la aportación monetaria que realizasen a la inclusa favoreciera la supervivencia de la criatura.
Otros niños eran abandonados porque sus padres no podían mantenerlos. Familias pobres sin posibilidades de alimentar una boca más. En este caso muchas veces se dejaban en la inclusa manteniendo la posibilidad de recuperarlos más adelante.
Se intentaba que el ‘pecado’ de las madres no pasara a los hijos, pero los niños tampoco tenían posibilidades de participar luego en una sociedad normal con un trabajo. La educación era escasa. Muchos no sabían ni leer ni escribir. Aprendían oficios básicos, si los aprendían, en un entorno más carcelario que educativo. Y, en el caso de las niñas, salir de este entorno era francamente difícil. Realmente solo había dos oportunidades: o hacerse monja o casarse. ¿Con quién se iban a casar si prácticamente no salían del recinto de la inclusa? Así se propiciaba que hubiera hombres que pidieran casarse con una chica de la inclusa. Se les presentaban varias y podían elegir. Evidentemente esta búsqueda de esposa se basaba en la mayoría de los casos en encontrar mano de obra gratuita. Y luego pensamos que la esclavitud no era cosa nuestra. Es terrible pensar qué vida les esperaría a estas pobres chicas en manos de hombres que ni conocían y que recurrían a la inclusa como última posibilidad.
Estos son solo unos pocos de los datos que nos ofrece Carmen Maceiras en su estudio. Estudio detallado y minucioso con relatos estremecedores que nos muestran uno de los lados más oscuros de la sociedad del siglo XIX. No es una novela. Es una obra para leer despacio y meditar pausadamente sobre lo que el ser humano es capaz de hacer con otro con tal de no salirse de las normas, con la maldición que es la pobreza que lleva a personas a tomar decisiones dolorosas y extremas.
Desde luego no es un libro que deje al lector indiferente.