General Prim

Juventud

 

General Prim por Esquivel
Retrato ecuestre del General Prim (detalle) por Antonio María Esquivel y Súarez de Urbina, 1844
Museo del Romanticismo

Juan Prim y Prats nació en diciembre de 1814. Su padre, Pablo, viudo de su primera mujer se casó con Teresa Prats. Tuvieron dos hijos, Teresa y Juan. Hay pocos datos de la infancia de Prim, pero parece ser que no era muy estudioso.

Desde el principio vivió en un ambiente muy politizado. De 1814 a 1820 duró el sexenio absolutista, de 1820 a 1823 el trieno liberal y de 1823 a 1833 la década ominosa. Juan Prim estuvo siempre en contra de la monarquía absoluta y pronto se alineó con los liberales.

Con la Pragmática Sanción proclamada por Fernando VII surgió la corriente carlista que apoyaba al hermano de éste como sucesor al trono en contraposición a su hija, Isabel II.

Pablo Prim mandaba una de las compañías del batallón de tiradores de Isabel II en 1834. Este hecho ayudó a Juan Prim a alistarse para combatir junto a su padre frente a los carlistas que sufrían constantes reveses. Sin embargo una epidemia de cólera se llevó la vida de Pablo Prim ese mismo año. Juan Prim se convertía así en cabeza de familia.

Primeras batallas

Mientras se luchaba contra el carlismo en Cataluña, en el resto de España los liberales más radicales atacaban a la Iglesia de una forma exacerbada.

Juan Álvarez Mendizábal por Gragera y Herboso
Juan Álvarez Mendizábal por José Gragera y Herboso, 1854
Museo del Romanticismo

Los librales moderados deseaban terminar con esta situación cuanto antes, los carlistas veían lejos la victoria y se pensó que estas circunstancias ayudarían a terminar rápidamente con el conflicto. Pero no fue así.

Juan Prim necesitaba ascender sin descanso en su carrera militar. Su familia dependía de sus ingresos. Su valor en varios enfrentamientos en los que luchó cuerpo a cuerpo contra el enemigo carlista le valieron el ascenso a subteniente de infantería y sus primeras heridas. Era 1835.

Para entonces los carlistas habían formado un verdadero ejército. Hubo motines revolucionarios en diferentes ciudades de la península. En Barcelona destacó el carácter laboral y social de estas revueltas debido a la industrialización de la zona.

Entre 1836 y 1837 tres hechos destacaron por su importancia. Primero la desamortización de Mendizábal, gracias a la cual un sector económicamente poderoso e influyente se vinculó con la causa isabelina, segundo la revolución de agosto de 1836 que obligó a la regente María Cristina a reimplantar la Constitución de 1812 y, finalmente la nueva Constitución de 1837.

Mientras tanto Prim iba adquiriendo cada vez más popularidad entre sus compañeros por su valor en las batallas. Con veintiún años fue ascendido a capitán de cuerpos francos.

Un ascenso tras otro

La guerra carlista se iba alargando por las debilidades de ambos bandos. Prim, estamos ya en 1839, fue herido en una batalla y tuvo que retirarse a Barcelona para curarse. Fue ascendido a comandante. Su fama se iba extendiendo.

Otra de sus intervenciones en una batalla le valió el ascenso a mayor de batallón. Poco después ya era primer comandante.

Los carlistas se habían dividido en dos grupos, uno quería seguir con la guerra, mientras otro deseaba terminar con esta insufrible situación. En agosto de 1839 se llegó a un convenio con el general Espartero en el norte, el llamado «abrazo de Vergara«. Allí la guerra había terminado. Quedaban Cataluña y el Maestrazgo.

Durante 1840 se siguió luchando y la carrera de Prim alcanzaba éxitos inusitados. Primero fue nombrado coronel y poco después teniente coronel mayor. El 5 de julio la guerra había terminado.

María Cristina y la ley de ayuntamientos

Mientras tanto la regente María Cristina se enfrentaba a la Ley de Ayuntamientos. Esta ley hacía referencia a una administración más o menos centralizada que afectaba a la autonomía de las localidades.

Agustín Argüelles por Alenza
Agustín Argüelles, tutor de Isabel II pintado por Leonardo Alenza y Nieto, 1841-1843
Museo del Romanticismo

Espartero no quería que la regente sancionase la Ley, pero finalmente María Cristina lo hizo, lo que fue considerado por los progresistas como una especie de golpe de estado. Esta sanción obligaría poco tiempo después a María Cristina a abandonar el país, dejando a sus hijas Isabel y Luisa Fernanda bajo la tutela de Argüelles y la regencia de Espartero.

Prim, progresista

Juan Prim apoyaba las ideas progresistas de Espartero, aunque su preocupación principal en aquellos momentos era su situación familiar. Durante toda su vida estuvo muy pendiente del bienestar de su madre, a la que adoraba.

Durante seis años de guerra había participado en treinta y cinco acciones, cuatro combates cuerpo a cuerpo, recibido ocho heridas y era el héroe del ejército en Cataluña. Aplicaba con rigor el código militar y sus principios, que mantendría siempre se basaban en tres principios: fidelidad a la reina, a la Constitución y a la libertad.

El fin de la guerra, sin embargo, no trajo consigo una época de tranquilidad. Si bien durante la confrontación políticos y militares isabelinos habían actuado codo con codo, ahora iban a encontrarse en lados opuestos. los políticos que habían arriesgado bastante menos que los militares ahora tendrían que someter a los mismos o aliarse con ellos. Así sucedió que un número de militares pasaron a ocuparse de actividades que, en principio, les eran ajenas. Nombres destacados en la actividad política serían Espartero, O´Donnell, Serrano o Diego de León, entre otros muchos.

También Juan Prim comenzó a practicar la política. Entre 1840 y 1843 obtuvo el acta de diputado, títulos nobiliarios y llegó a general. Su pensamiento político, dentro de los seguidores de Espartero, se encontraba cercano a los demócratas. Sus primeras intervenciones en las Cortes fueron breves, pero mostraban ya su compromiso con Cataluña y la defensa de sus interéses y los asuntos militares. Por ejemplo, defendía un Ejército adecuado a las necesidades, con una instrucción y formación adecuada y los medios precisos. Había que dotar al Ejército de medios económicos.

Prim y la alta sociedad

A nivel privado a Prim le gustaba codearse con la flor y nata de la sociedad. Le gustaba la alta sociedad, pero carecía de recursos, por lo que más de una vez se endeudó más allá de lo que se podía permitir.

Diego de León por Medina y Peña
Diego de León por Sabino de Medina y Peña, 1844
Museo del Romanticismo

Era importante para él dar una imagen determinada, incluso diría en algún momento que «una querida debe tenerse bien o no tenerla».

Prim siempre defendió los intereses de sus compañeros militares, de su gente, que tantas veces habían tenido que arriesgar su vida para verse después sumidos en el olvido. Fue leal a sus amigos.

Durante unos años mantuvo Prim una relación amorosa con una tal Rosa, mujer casada, con la que vivió durante ciertas temporadas.

Le gustaba asistir a las tertulias de escritores y periodistas e hizo también amistad con los actores más importantes del momento.

En el verano de 1841 se nombró a Prim inspector de Carabineros en Andalucía oriental teniendo que vigilar los movimientos de los conspiradores moderados y, al mismo tiempo, perseguir el contrabando que afectaba sobre todo a los interéses comerciales catalanes.

Conspiraciones contra Espartero

Los moderados querían derrocar a Espartero. O´Donnell lideró un levantamiento en octubre de 1841 que fue seguido ampliamente en diferentes ciudades del país, pero controlado de forma rápida por el Gobierno. Como consecuencia de este levantamiento los implicados fueron capturados y juzgados. Diego de León, entre otros, sería condenado a muerte.

Progresistas contra Espartero

Sin embargo las conspiraciones no terminarían con esto. En París se creó una sociedad secreta, la orden militar española, entre cuyos miembros estaban relevantes figuras como Narváez. Dentro del país había ya quejas contra el gobierno por la declaración del estado de excepción en varias provincias que no acababa. Corrían rumores que la conspiración se extendía a Barcelona con Manuel Pavía al frente. Además había que añadir al descontento general en Barcelona donde se temía que la política comercial del gobierno arruinaría la economía catalana, supeditándose a interéses británicos, como era la importación de tejidos ingléses. Estos hechos hicieron que parte de los progresistas radicales se acercaran más a los republicanos. Encontramos así que los progresistas se dividieron en tres grupos, uno afín a Espartero y dos en la oposición, uno más moderado, otro más radical.

En noviembre de 1842 una sublevación de demócratas y repúblicanos en Barcelona obligó a Espartero a sofocar esta rebelíon si quería mantener su poder. La ciudad fue bombardeada y la popularidad de Espartero desapareció al mismo tiempo. Prim denunció que se había llegado a esa situación por los errores gubernamentales.

Prim estuvo a punto de ser detenido, pero logró pasar a Francia, volviendo después a Gerona hasta que fue reelegido para el Congreso unos meses después.

Caída de Espartero

1843 traería consigo la caída de Espartero y un aumento de poder de los moderados. Prim se encontraba en el grupo progresista liderado por Joaquín María López.

General Espartero por Casado del Alisal
El general Espartero por José María Casado del Alisal, 1872
Museo del Romanticismo

Como diputado defendía la Constitución de 1837, la mayoría de edad de la reina Isabel II, el equilibrio presupuestario, que se simplificase el sistema tributario y que se castigara a los defraudadores. Fue elegido diputado por Tarragona y, por su edad, le correspondió el cargo de secretario.

Contaba con el apoyo de los catalanes, pero era persona non grata en la Corte. Se difundían noticias falsas sensacionalistas sobre él en la prensa.

El Congreso y el Gobierno no se entendían lo que provocó la suspensión de las sesiones. En mayo estalló la insurrección contra Espartero. Prim fue nombrado brigadier de la infantería y ordenó el ataque contra las fuerzas de Espartero, cada vez con menos apoyos. En julio Espartero salió para Lisboa y después hacia Londres. Como resultado de la sublevación el General Serrano quedó nombrado como ministro universal.

Conde de Reus

Prim recibió el título de conde de Reus y fue nombrado gobernador militar de Madrid. Su fama crecía de forma imparable. Ya no sólo entre los militares, políticos y financieros vitoreaban al héroe de las batallas.

Pero pronto comenzaron los problemas y las disensiones entre los políticos. Ante posibles problemas en Cataluña, Prim fue nombrado gobernador militar de Barcelona y comandante general de la provincia. El 1 de septiembre hubo un levantamiento por parte de los centralistas también llamados «jamancios» que pedían la destitución del gobierno. Tras una dura batalla Prim tomó Mataró y los sublevados se retiraron a Gerona. Le fue concedida la cruz laureada de San Fernando por esta acción y se le nombró mariscal de campo, aunque el conflicto todavía duraría algún tiempo más hasta que Isabel II fue proclamada mayor de edad. Esta circunstancia ayudó a que ambos bandos se entendieran, hecho facilitado también por problemas de abastecimiento y la certeza de que la derrota de los sublevados era inevitable.

A raíz de estos hechos, un sector catalán comenzó a acusar tanto a nivel político como personal a Prim. Entre otras cosas se le acusó de haber intentado envenenar a un general, de haberse apropiado de dinero o de ser un corrupto.

En Madrid, las cosas seguían su curso. Como era de esperar, la unión de las distintas facciones para derrotar a Espartero había desaparecido una vez conseguido este fin. Olózaga quiso disolver las Cortes. Con el conocido episodio en el que se le acusó de haber obligado a la reina Isabel II a firmar la disolución de las mismas, finalmente tuvo que abandonar su cargo. Le siguió en el gobierno González Brabo y poco tiempo después Narváez y los moderados.

Prim acusado de apoyar a los moderados

Tras los sucesos de Cataluña, Prim fue nombrado gobernador militar de Ceuta en enero de 1844. Rechazó el nombramiento.

Spanish Marriages por William Adams & Sons
Spanish Marriages (Bodas Españolas), fuente de cerámica de ajuar de mesa realizada por William Adams & Sons, hacia 1819
Museo del Romanticismo

Desde las filas progresistas se le acusaba de haber ayudado a los moderados a coger el poder. Fue a Francia, pero volvió enseguida.

Se descubrió un plan para matar a Narváez al que seguiría un levantamiento en varias provincias. Se acusó a Prim de ser el instigador del complot conocido como «conspiración de los trabucos«, aunque él lo negó tajantemente. Fue detenido y condenado a seis años de prisión. Por intercesión de su madre ante Narváez, éste le concedió el indulto.

Tras estos avatares Prim decidió alejarse de España por un tiempo. Estuvo en Inglaterra, Francia e Italia. Mientras tanto en España, los moderados se iban afianzando en el poder. El ministro Mon introdujo una serie de reformas en Hacienda, se redactó el texto de la Constitución de 1845, más moderada, y se acordó el matrimonio de Isabel II con su primo Francisco de Asís.

Prim vs el gobierno

Prim regresó a Madrid y vivió en la calle Montera 8, aunque por poco tiempo. No le agradaba la situación política que estaba dispuesto a cambiar aunque fuera por la fuerza. Sus andanzas no gustaron al gobierno y tuvo que volver a salir del país. Su gran preocupación era entonces que su madre recibiera el dinero necesario para poder vivir.

Desde hacía ya algún tiempo Prim sufría del hígado y le gustaba pasar temporadas en diferentes balnearios, lugares por aquel entonces donde la alta sociedad se reunía y conspiraba.

En 1847 el Secretario de la Guerra y antiguo conocido de Prim, el general Fernando Fernández de Córdoba, le ofreció la Capitanía general de Puerto Rico

Isabel II por Federico de Madrazo
Isabel II por Federico de Madrazo, 1852
Museo del Romanticismo

Aunque esto suponía aceptar un cargo ofrecido por los moderados, Prim aceptó. El puesto le duró poco. Nada más llegar sufrió una fuerte disentería y fue reemplazado. Aun así, en el poco tiempo que estuvo tuvo tiempo de conocer un sinfín de irregularidades que sucedían en la Administración de Puerto Rico, su difícil situación económica y las malas comunicaciones. Comenzaban también las sublevaciones de esclavos que Prim redujo con extrema dureza. Intentó reactivar la economía del país con reducciones fiscales y recorte de gastos públicos dando ventajas a los colonos. Abrió al comercio los puertos de Caborrojo donde vivía una importante colonia catalana. Trajo harina y puso en marcha la construcción de un depósito para almacenarla.

Prim viajó a París y de ahí, a finales de año a Madrid en espera de nuevo destino. Como ya era habitual, estaba sin dinero.

División entre los moderados

En ese mismo año de 1848 hubo dos intentos de sublevación en España. Los problemas de la situación política en España se debían, sobre todo, a los distintos grupos dentro del partido moderado que no lograban ponerse de acuerdo.Tampoco los progresistas lograban reunir en un sólo grupo a las distintas facciones. Además en la corte intrigaban María Cristina, su marido Riánsares, Francisco de Asís y toda la camarilla que rodeaba a los distintos grupos.

Hasta 1850 Prim estuvo temporadas en el extranjero, sobre todo en el balneario de Vichy.

En 1850 Narváez convocó elecciones a Cortes y Prim fue elegido por Vich. Censuró duramente la situación del ejército español en inferioridad de condiciones ante posibles enemigos por su falta de armamento e instrucción.

En 1851 Narváez fue destituído y le siguió Bravo Murillo. Esta vez Prim fue diputado por el distrito de Universidad en Barcelona. Entre sus proyectos estaban impulsar el comercio quitando trabas a la Marina, desarrollar la agricultura construyendo puentes, caminos y canales y defender la industria catalana. Además defendió la libertad de imprenta y el sufragio universal para los mayores de veinte años que supieran escribir. Siempre se consideró un diputado catalán, líder de un partido nacional.

En 1852 Bravo Murillo disolvió las Cortes tras el golpe de Estado en Francia contra Luis Napoleón. El cura Martín Merino atentó contra la reina Isabel II.

Prim aprovechó la circunstancia para regresar a tomar las aguas de Vichy e ir después a París.

Bravo Murillo regía el país con reales órdenes y decretos obviando las Cortes. Quiso reformar la Constitución volviendo a una situación menos liberal. La oposición fue total y la reina le destituyó poniendo en su lugar a Roncali que duró cuatro meses en su puesto.

Prim en Turquía

A mediados de 1853 Prim fue nombrado comisionado en Turquía para examinar la situación existente entre Rusia y Turquía, al tiempo que debía verificar cómo Inglaterra y Francia se preparaban para frenar el expansionismo ruso. Esta estancia le sirvió, sobre todo, para ampliar sus conocimientos militares.

A finales de año en España gobernaba Luis José Sartorius y Tapia, conde de San Luis. Se ordenó a Prim que se quedase en París, ya que se suponía que el conflicto ruso-turco iba a entrar en una segunda fase. Durante su estancia Prim conoció a Napoleón III y a la emperatriz Eugenia de Montijo. En 1854 marchó a Londres donde estuvo en la Cámara de los Comunes y de los Lores. Francia e Inglaterra declararon la guerra a Rusia. Prim era considerado en Europa como uno de los más destacados consultores militares sobre las cuestiones de Oriente. Prim volvió como observador a Turquía, sin embargo no pudo quedarse durante la contienda puesto que en España había caído el gobierno del conde de San Luis, después el de Fernández de Córdoba y el duque de Rivas.

Con el enfrentamiento en Vicálvaro, la Vicalvarada, había dado comienzo la sublevación que se trasladaría a toda España. En el levantamiento estaban implicados hombres como O´Donnell o Cánovas. Se pretendía mantener a Isabel II como reina pero alejándo de la corte las distintas camarillas, además se quería la reinstauración de la Milicia Nacional, amnistía para los presos políticos y la supresión de la Constitución de 1845. Isabel II llamó a Espartero para que se hiciera cargo de la situación.

Convocadas elecciones por Espartero, Prim consiguió un escaño. Sus propuestas eran la reforma del sistema de reclutamiento para que fuera más justo, frenar las intromisiones de la Iglesia en la vida política y arreglar la Hacienda Pública. En algunos sectores republicanos se le comenzaba a tachar de conservador.

Problemas de salud le llevaron pronto a París y Vichy. En octubre de 1855 aceptó el cargo de capitán general de Granada. El problema en aquella ciudad radicaba en que los rifeños atacaban a los barcos españoles que se acercaban a sus costas y también a las propias guarniciones españolas. Así Prim fue a Melilla y desde allí luchó contra los árabes tranquilizando finalmente la zona. Estos hechos volvieron a impulsar su carrera militar. Fue nombrado teniente general.

Francisca Agüero González

Conocida como Paquita, su fecha de nacimiento varía según el autor, pero se encuentra entre 1823 y 1833.

Francisca Agüero González
Francisca Agüero González, hacia 1865
Museo del Romanticismo

De ascendencia española y mexicana, pertenecía a una adinerada e influyente familia. Poseía la familia importantes negocios en México relacionados con los ferrocarriles, las minas de plata y las finanzas. Al morir su padre, Francisco Agüero en 1849, Paquita y su madre, Antonia González, emigraron a París.

En 1850 Juan Prim conoció a Paquita durante una de sus estancias París. Ella reunía todas las cualidades que él buscaba ya que no sólo era una señorita con una esmerada educación y guapa, sino que, además, poseía una importante fortuna, de la que Prim carecía.

Sin embargo el héroe de tantas batallas tuvo que enfrentarse a un enemigo difícil de vencer: la madre de Paquita. No sólo no le gustaba el tipo de vida que llevaba Prim con sus constantes viajes, sino que no le parecía un hombre acorde a lo que podía pretender su hija. Sus ideas políticas fueron también uno de los problemas de más difícil solución. La diferencia de edad era otro factor a tener en cuenta.

Por fin, tras cuatro años de asedio, Prim logró convencer a su suegra de que era el candidato adecuado. Sin embargo, por motivos ajenos a la pareja, la boda no pudo celebrarse hasta 1856, siendo la reina Isabel II y su esposo, Francisco de Asís los padrinos de la boda, aunque no asistieron directamente a la ceremonia.

Con este casamiento, Prim dió otro paso en su ascenso social. Ya podía moverse entre los círculos más prestigiosos de la sociedad. Al regresar la familia a Madrid vivieron en la calle Alcalá, 70. Poseían castillos y amplios terrenos de caza en Toledo. Tenían casa en Barcelona y París, propiedades en México y suficientes medios económicos para vivir sin la más mínima preocupación.

No obstante, este matrimonio tan ventajoso no sólo hubiera podido ser factible por el interés económico. Tantos años de relaciones se debían basar en algo más, ya que sino Prim habría buscado otra candidata. De hecho, Paquita le acompañó en todas las vicisitudes por las que pasó el conde de Reus y estuvo con él hasta el último momento. Se cuenta que al morir Prim, ella fue perdiendo la razón hasta su muerte.

Gobiernos cambiantes

Durante el bienio progresista primero Espartero y después O´Donnell estuvieron al frente del gobierno, pero sus divisiones internas facilitaron que Isabel II volviese a dar el poder a Narváez.

El General Prim se iba a presentar a las elecciones a Cortes por Barcelona en 1857. No estaba contento con la vuelta de Narváez al poder. Hubo un supuesto intento de sublevación en Barcelona y se acusó a varios amigos de Prim de estar detrás de estos hechos. Varios artículos del General Prim contrarios a esta actuación que consideraba una treta para evitar que se pudieran presentar a las próximas elecciones provocaron un gran escándalo. Los periódicos en que se publicaron sus opiniones fueron retirados, Prim detenido y condenado a seis meses de cárcel. Se le permitió ir con su familia a París. Su mujer estaba esperando su primer hijo.

En octubre de 1857 Narváez dejó el gobierno en manos de Armero por las divergencias internas de los moderados. Le seguiría Istúriz apoyado por Bravo Murillo.

El 10 de enero de 1858 nació el primogénito del General Prim, Juan José Francisco Antonio Pablo Hilario.

Dedicó el General Prim varios meses a asuntos personales, tanto a la delicada salud de su madre, como a los negocios.

A partir de junio el poder estaba en manos del general O´Donnell, máximo representante de la Unión Liberal. Quería potenciar un gobierno capaz de hacer frente a las necesidades reales del país, dejando de lado los extremismos. El General Prim fue nombrado senador vitalicio.

África

Otro de los puntos conflictos de la política exterior española era Marruecos.

regreso de la Guerra de Africa por Cano de la Peña
El regreso de la Guerra de África por Eduardo Cano de la Peña, 1861
Museo del Romanticismo

En 1859 los árabes destruyeron unos fuertes construídos en Ceuta y atacaron las garitas de la frontera. Tanto la prensa como el pueblo español pedían la guerra que fue declarada en octubre. El ejército español, con O´Donnell a la cabeza marchó a la guerra. El General Prim fue encargado del mando de la división de reserva. En pocos días hubo más de 3500 bajas por el mal abastecimiento de las tropas, el cólera y los ataques enemigos. La división de reserva, con Prim a la cabeza, marchó hacia Tetúan.

Tras la toma de Tetúan se avanzó sobre Tánger. La batalla decisiva sería en Wad-Ras en la que destacaría el General Prim por su valor y arrojo. El sultán de Marruecos se vió obligado a pedir la paz. Marruecos cedió a España el territorio alrededor de Ceuta, una pesquería en Santa Cruz de Mar Pequeña, se ratificaba la concesion de Melilla, el peñón de Vélez de la Golmera y Alhucemas, se fijaba una indemnización de guerra y como garantía España mantenía Tetúan. Pero muchos pensaron que lo recibido no equivalía a lo entregado, ya que unos 10.000 soldados perdieron la vida.

Marqués de los Castillejos

O´Donnell fue nombrado duque de Tetuán y Prim marqués de los Castillejos por los méritos obtenidos en la batalla del mismo nombre. Además fue nombrado también comandante general de ingenieros, lo que le obligaba a presentarse en la Corte. Durante los muchos recibimientos que se le hicieron nunca olvidó mencionar a sus soldados y a O´Donnell.

El éxito en la Guerra de Marruecos había vuelto a llevar al General Prim a los máximos niveles de popularidad. Podía ser ya una alternativa a Narváez u O´Donnell. Sin embargo Prim no tenía un partido político propio que le apoyase.

México

Desde 1836 España reconocía la república de México pero el país estaba obligado a pagar ciertas cantidades para saldar las deudas con ciudadanos españoles.

Recibimiento del ejército de Africa en la Puerta del Sol atribuído a Sigüenza Chavarrieta
Recibimiento del ejército de África en la Puerta del Sol atribuído a Joaquín Sigüenza Chavarrieta, 1860
Museo del Romanticismo

Estas cantidades no fueron pagadas según se había acordado. Siguieron distintos acuerdos durante varios años. A finales de 1856 se asesinó a cinco españoles en San Vicente, cerca de Cuernavaca lo que agravó la relación, ya difícil, entre ambos países. Se rompieron las relaciones diplomáticas.

Según el General Prim no había razón para entrar en guerra con México, ya que, además, la deuda contraída con nuestro país no parecía ser del todo clara. Con esta idea Prim se quedó prácticamente sólo, aunque las negociaciones volvieron finalmente al diálogo entre ambos países.

Pero la situación dió un vuelco debido a los avances de los revolucionarios liderados por Juárez que dominaban Guadalajara, Puebla y Ciudad de México en 1861. El Congreso mexicano decidió no pagar la deuda extranjera durante dos años. Francia e Inglaterra rompieron sus relaciones con México. La guerra no se hizo esperar.

Los partidarios del régimen derrocado intrigaban mientras tanto en París.

El tema méxicano afectaba a Prim como político, militar y, desde su boda, como hombre de negocios con fuertes interéses comerciales en aquel país.

Tras el verano franceses e ingleses decidieron apoderarse de las aduanas de Veracruz y Tampico para asegurarse el cobro de los créditos que México no quería pagar.

General Serrano
El General Serrano, hacia 1869
Museo del Romanticismo

Esto obligaba a España a entrar también en acción. Se ordenó al capitán general de Cuba, el general Serrano a que aportara fuerzas para apoyar la intervención. Prim fue nombrado jefe del cuerpo expedicionario y plenipotenciario español ante el gobierno mexicano. Esto molestó mucho al general Serrano, que pidió ser relevado de su cargo por motivos de salud.

La Habana se había convertido en la base de la política de O´Donnell en América. A esta ciudad llegó Prim en diciembre, pero el general Serrano ya había mandado las tropas a México.

Prim se enfrentaba a una situación harto complicada. México estaba dividida políticamente por un grupo minoritario que apoyaba la monarquía o la república y la gran mayoría que apoyaba a Juárez; la intervención de España, Francia e Inglaterra respondía a interéses distintos, las comunicaciones eran complicadas y lentas y además había pocos medios económicos y militares. Estos hechos hacían que Juárez tuviera claro que la difícil situación de los militares españoles, franceses e ingleses iba a jugar en su beneficio sobre todo si la alargaba en el tiempo.

Serrano impelía a Prim a la batalla. Éste quería evitarla a toda costa. Finalmente, en febrero de 1862 el ministro de Asuntos Exteriores mexicano y el General Prim como representante de las tres naciones en litigio llegaron a un acuerdo. Aunque no satisfizo a todos, fue aceptado. Sin embargo, poco a poco, los acuerdos se volvieron a convertir en desavenencias. Uno de los puntos más conflictos era el empeño de Napoleón III en convertir a México en una monarquía bajo el reinado de Maximiliano de Austria. Para Prim quedaba claro que Juárez contaba con el respaldo popular. Prim quiso retirarse de México pero se encontró con la oposición del general Serrano que no quiso facilitarle el regreso a Cuba.

Entrada de las tropas españolas en Tetuan por Blanco y Pérez
6 de febrero de 1860. Entrada de las tropas españolas en TETUÁN por Bernardo Blanco y Pérez, 1860
Museo del Romanticismo

En España, la influencia de la prensa francesa había logrado que creciera la animadversión hacia Prim. No se entendía por qué no quería la guerra con México. Y Prim tenía muy claro que sólo sería un baño de sangre. Por su parte el general Serrano se ocupó de informar de su versión de los hechos a O´Donnell y su gobierno. Prim por su lado logró convencer a la reina, que estaba en Aranjuez, de su postura. Esto hizo que al final al gobierno no le quedara más remedio que apoyar la decisión de Prim de abandonar México.

Una vez en Cuba Prim se enteró que su mujer estaba otra vez embarazada. Fueron a Nueva York, Londres y París.

En Estados Unidos conoció de primera mano los avatares de la Guerra de Secesión pudiendo ver el potencial militar con el que contaban los Estados del Norte. Se dió cuenta rápidamente que serían ellos los que podrían poner en peligro los interéses españoles en América.

El 22 de noviembre de 1862 nació Isabel Francisca Teresa Antonia Cecilia en Madrid, la segunda hija de Prim.

Cuando regresó a Madrid, Prim tuvo que enfrentarse a las acusaciones referentes a su actuación en México. Sobre todo se le recriminó no haberse ocupado de los españoles, unos 30.000, que vivían en México y habían sufrido, supuestamente, atropellos por parte del gobierno de Juárez. Decían que Prim había puesto en peligro los interéses de España, que había querido asegurar los suyos propios e, incluso, que pretendía ser coronado rey de México. De hecho no se consiguió cobrar la deuda, cosa que los ingleses sí conseguieron. Tampoco se pudo derrocar a Juárez.

No quisieron ver que solamente había enjuiciado con acierto la situación planteada en México viendo la solución más lógica, menos onerosa y más civilizada. Prim fue rebatiendo todas las acusaciones y recalcó que en las relaciones con los estados hispanoamericanos no debían influir las cuestiones de partido. Además dejó claro su pensamiento de la importancia de la concordia entre todos los españoles.

Cuando el general Serrano volvió de Cuba tuvo duros enfentamientos con Prim por la forma de haber tratado el problema mexicano y sus disputas casi terminaron en duelo.

Santo Domingo

La República Dominicana había conseguido su independencia en 1844 y desde entonces el general Pedro Santana y el general Buenaventura Báez se disputaban el poder. Báez pidió ayuda a los mexicanos y Santana a España, pidiendo se anexionara su país. Bajo el gobierno O´Donnell se ratificó esta anexión en 1861. Dos años después comenzaron las insurrecciones. Había unos 22.000 soldados españoles en Santo Domingo de los cuales murieron unos 16.000, la mayoría por enfermedad. Prim apoyaba la idea de mandar más efectivos para acabar la campaña rápidamente. Sabía que si se perdía Santo Domingo poco tiempo después le seguiría Cuba y Puerto Rico. No le hicieron caso y así fue.

Se prepara la revolución

Mientras tanto a nivel político en España la Unión Liberal estaba rota. Los progresistas seguían con sus disputas internas. Esparerto quedó relegado a un segundo plano y Olózaga trató de reorganizar el partido.

Banquete celebrado por los progresistas por jose villegas
Banquete celebrado por los Progresistas el día 20 de diciembre de 1863 por José Villegas, hacia 1863
Museo del Romanticismo

 

Quedaba claro que España seguía siendo un país de intrigantes. Muchos burgueses temían lo que pudiera pasar con un gobierno progresista. Finalmente el partido progresista anunció que se apartaba de la vida política por no estar de acuerdo con el sistema electoral. No todos sus miembros estuvieron de acuerdo con este acto. Entre ellos Prim que en 1863, al abrir las Cortes fue nombrado senador vitalicio. Prim esperaba que sus buenas relaciones con la reina María Cristina ayudasen a llevar a los progresistas al poder. También mantuvo un estrecho contacto con el marqués de Salamanca. Al no conseguirlo por vía pacífica, decidió irse a París con su familia. Comenzó una época de conspiraciones que debían acabar con el reinado de Isabel II. Prim apoyó siempre la monarquía, pero exigía al monarca que se atuviera a la Constitución.

Hubo un levantamiento en 1866 que fracasó. Prim fue acusado por parte del Gobierno y la prensa. Se defendió en su ‘Manifiesto a los españoles‘ publicado en Portugal. Prim demostraba su voluntad de continuar en la lucha hasta el triunfo. Este manifiesto puso en un compromiso al gobierno portugués que obligó a Prim a abandonar el país. En Madrid se celebró un Consejo de Guerra acusando a Prim de sedición y condenándole a muerte.

Prim aprovechó para viajar a Inglaterra y de ahí a Francia e Italia.

Sin embargo el Manifiesto de Prim había llegado a calar entre los contrarios a la monarquía isabelina. Mientras O´Donnell fustigaba a Prim desde el Senado, éste se encontraba de regreso en Cataluña en junio preparando el levantamiento. Otro fracaso más. Para derrocar al gobierno hacía falta más coordinación. Además tenían que colaborar fuerzas políticas, militares y sociales conjuntamente. Debido a la dureza con que el gobierno de O´Donnell se enfrentó a los insurrectos y los posteriores fusilamientos, la población censuró esta actitud. Finalmente O´Donnell caería y sería sustituído por Narváez. Esto significaba el fin de la Unión Liberal y la pérdida para Isabel II de uno de sus más fuertes apoyos. Podría haberse dado entonces una relación bipartidista dentro de la Constitución. Narváez quiso acabar con los seguidores de O´Donnell y ponerse de acuerdo con los progresistas para evitar la revolución. Se ofreció a Prim la alternancia en el poder de los dos grupos, moderados y progesistas. Prim estuvo de acuerdo pero el pacto no llegó a buen término. Narváez no quería a los demócratas republicanos.

En agosto de 1866 los exiliados se reunieron en Ostende. Entre ellos estaban Prim, Sagasta y Ruiz Zorilla, siendo un grupo de unas cincuenta personas. Querían determinar su posición frente al gobierno, la reina y la dinastía. Se afianzó la alianza entre demócratas y progresistas. El objetivo era destruir las altas esferas del poder y formar una asamblea constituyente elegida por sufragio universal. El problema para llevar a cabo esta acción era la falta de dinero. Se creó un comité revolucionario para preparar la revolución a cuyo mando estaba Prim. Otros formaron sus propios comités. Como podemos ver, la tónica general seguía siendo la misma. Cada uno por su lado.

En 1867 el gobierno Narváez había aislado a los moderados, que le apoyaban de los demás grupos. Pasó lo mismo que con O´Donnell. De ser un posible pacificador se convirtió en enemigo.

En 1867 hubo otra intentona revolucionaria que volvió a fracasar por los mismo motivos que las anteriores, falta de coordinación y falta de medios.

El reinado de Isabel II ya sólo se cimentaba en el apoyo de Narváez y los moderados con sus propias luchas internas.

En 1868 el duque de Montpensier contactó con los progresista para conseguir su deseo máximo: llegar a ser rey junto a su esposa, Luisa Fernanda, hermana de Isabel II. Ese mismo año murió Narváez. Ya nada impedía el triunfo de la conspiración.

La Revolución Gloriosa

En el último trimestre del año 1868 la situación era complicada. Se suponía que iban a llegar fondos enviados por Montpensier a través del general Dulce, pero no aparecían.

Desfile militar ante el Congreso de los Diputados atribuído a Sigüenza Chavarrieta
Desfile militar ante el Congreso de los Diputados con motivo del triunfo de la Gloriosa atribuido a Joaquín Sigüenza Chavarrieta, 1868-1872
Museo del Romanticismo

 

El Gobierno detuvo a los generales Serrano y Dulce, entre otros. Se obligó a los duques de Montpensier a abandonar el país.

Los franceses se querían asegurar que sus inversiones en España no se iban a perder con la Revolución que apoyaban. Napoleón III no quería a Montpensier como rey de España.

El 17 de septiembre Prim, Sagasta y Ruiz Zorilla desembarcaron en Gibraltar. Al día siguiente comenzó oficialmente la Revolución. Prim aceptó que el general Serrano figurase al frente de la misma. La población gaditana se sumó a la sublevación. Poco después Sevilla y Almería se unieron a la misma.

En Madrid el Gobierno de González Brabo fue sustituído por el marqués de la Habana. A finales de septiembre Madrid cedía a la revolución y la reina Isabel II partía para Francia. A los ojos del pueblo, el héroe de la Revolución era Prim.

Primeros problemas

La Revolución fue fruto de la unión de unionistas, demócratas y progresistas con el fin común de derrocar a Isabel II. Allí se acababan sus puntos en común.

Los unionistas y progresistas eran monárquicos. Querían una monarquía elegida por sufragio universal aunque cada partido tenía sus propios candidatos.

Los demócratas se subdividían en varios grupos, los republicanos federales, los republicanos unitarios o los cimbrios a favor de la monarquía.

La Revolcuión creó dos órganos de poder, el Goberno provisional que reunía a militares y partidos progresista y unionista, y las Juntas revolucionarias, formadas por demócratas y el apoyo popular. Eran un medio para dirigir y controlar la sublevación. Las Juntas revolucionarias querían la implantación de la República.

El Gobierno provisional quedó formado por el general Serrano como Presidente y Prim en el Ministerio de la Guerra y con cinco ministros progresistas y tres unionistas.

Sagasta era Ministro de Gobernación y se encargó de regular el sufragio universal, establecer la libertad de imprenta, de asociación y de mantener el órden público.

Ministro de Fomento era Ruiz Zorilla que decretó la libertad de enseñanza y un nuevo plan de estudios, liberalizó la creación de las bolsas de Comercio y organizó las carreras profesionales.

Sin embargo las Juntas Revolucionarias se negaban a aceptar la autoridad del Gobierno.

El General Prim por su parte se encargó de reorganizar y controlar el ejército que contaba con grandes carencias de material y medios. Por su parte el general Serrano se había preocupado de repartir los cargos más importantes del Ministerio de Guerra a unionistas adeptos a él. Todo esto antes de que llegara Prim al Ministerio. Esto provocó enfrentamientos entre ambos por los ascensos militares.

Prim tuvo que enfrentarse a la necesidad de suprimir poderes paralelos entre el Gobierno y las Juntas. En algunos lugares se llegó incluso a la lucha armada. Para comienzos de año de 1869 la sitación estaba controlada, pero la división entre los revolucionarios ya era un hecho.

Elecciones y una nueva Constitución

En enero cuatro millones de votantes estaban llamados a elegir a sus representantes. Votó un 70% en su mayoría a favor de los monárquicos. Ahora había que redactar la nueva Constitución.

Batalla de Tetuán por Sans y Cabot
Batalla de Tetuán por Sans y Cabot
Palacio de Buenavista

 

En el Congreso se planteaba la búsqueda de un nuevo monarca. Fue ahora cuando Prim pronunció sus famosos tres ‘jamáses’ refieriéndose a que la dinastía de los Borbones no volvería nunca.

Se produjeron intervenciones muy duras, ya que una parte de los revolucionarios, entre ellos Paul y Angulo, republicano, consideraban que la misma estaba inacabada.

La Constitución de 1869 se redactó por progresistas y unionistas con el apoyo de los cimbrios y la oposición de los republicanos. Fue elaborada por 15 personas al frente de las cuales estaba Olózaga como experto en temas constitucionales.

Los temas más discutidos de la Constitución hacían referencia a la cuestión religiosa y a la del régimen a implantar.

En lo relativo al tema religioso se llegó a un pacto que al final no gustó a nadie estableciendo la obligación del Estado a mantener el culto y los ministros de la religión católica mientras que a los extranjeros se les daba libertad de culto.

En cuanto al régimen venía ya adelantado por los grupos participantes en la redacción de la Constitución. Se preveía una monarquía cuyo rey había de ser elegido por las Cortes. Evidentemente republicanos como Castelar o Pi i Margall estaban completamente en contra. Finalmente se aprobó este punto con 214 votos a favor de la monarquía y 71 en contra.

En búsqueda de rey

Hasta que se encontrarse el nuevo monarca se estableció que el general Serrano fuera Regente. Prim era Presidente del Gobierno y Ministro de la Guerra.

Juan Prim por Luis de Madrazo, 1870
Foto: Wikipedia

 

Ahora las dos mayores preocupaciones fueron el mantenimiento del orden y la búsqueda de un nuevo rey.

Los republicanos querían seguir su lucha particular. Los defensores de Alfonso XII comenzaban a hacerse notar.

Entre los candidatos a rey estaba, como siempre, el duque de Montpensier apoyado por los unionistas que había invertido grandes cantidades de dinero tanto en las actividades bélicas como en conseguir apoyo a través de periódicos afines a su causa.

Los progresistas por su parte habían contactado con Fernando de Coburgo, rey consorte de Portugal. Sin embargo esta opción no gustó en Portugal porque se temía que España quisiese anexionarse Portugal. Lo mismo se pensaba en Inglaterra y en Francia.

Se contactó con el duque de Aosta, futuro Amadeo I de España y el duque de Génova, ambos rechazaron el ofrecimiento de la corona de España.

Otra opción que se planteó fue la de nombrar a Espartero, pero tampoco aceptó.

Uno de los candidatos con más posibilidades fue Leopoldo de Hohenzollern Sigmaringen al que popularmente se conoció como Leopoldo ‘Ole Ole Si Me Eligen’. Guillermo de Prusia dió su conformidad en 1870 pero Francia se negó a esta posibilidad por su enfrentamiento con Prusia que, finalmente, desembocó en una guerra en la que sería derrotado Napoleón III. Durante bastante tiempo los nombres de los diferentes candidatos ganaban o perdían posibilidades.

El reino por un duelo

Montpensier cometió el error de batirse en duelo con Enrique de Borbón y Borbón – Dos Sicilias, su primo y además hermano de Francisco de Asís, marido de Isabel II.

tumba de Enrique de Borbón y Borbón en el cementerio de San Isidro
Tumba de Enrique de Borbón y Borbón en el cementerio de San Isidro

Parece ser que desde muy jóvenes se llevaban mal y últimamente Enrique de Borbón había escrito en varios periódicos artículos en contra de Montpensier llamandole incluso ‘hinchado pastelero francés’. A pesar de estar prohibido, se batieron en duelo acabando Montpensier con la vida de Enrique de Borbón. El consiguiente escándalo acabó con las posibilidades de Montpensier de ser rey que, además, fue desterrado.

Los diferentes grupos políticos seguían defendiendo sus propios interéses, Castelar y Paul y Angulo la república, Ríos Rosas a Montpensier, además no podemos olvidar a los carlistas. Finalmente se llegó a la votación necesaria. El 16 de noviembre de 1870 la candidatura de Amadeo de Saboya obtuvo 191 votos, la república federal 60 votos, Montpensier 27, Espartero consiguió 8, la república unitaria 2 y Alfonso de Borbón 2. Hubo 19 abstenciones.

Cuba

Tras la llegada de Prim al poder pronto apareció el problema de Cuba que buscaba también su independencia de España. Prim intentó llegar a un acuerdo, pero la intromisión norteamericana, la revuelta independentista y el rechazo en España al envío de tropas que era necesario si se quería mantener Cuba dificultaron dicha solución. Prim sabía que la independencia de Cuba era cuestión de tiempo. Pero España seguía pensando que Cuba era parte de la patria. También los españoles en Cuba tenían mucha influencia en la prensa y en los ámbitos financieros del país.

Rios Rosas, tumba en el Panteón de Hombres Ilustres

Primero se envió al general Dulce a La Habana como capitán general en 1869. Los intentos de pacificar el país fueron inútiles debido, sobre todo, a la intransigencia de los revolucionarios. Se intentó después por la fuerza. Caballero de Rodas sustituyó a Dulce y la lucha se recrudeció. Casi 50.000 soldados fueron enviados a Cuba. Al mismo tiempo comenzaron las negociaciones con Estados Unidos que llegó a ofrecer 125 millones de dólares por la autonomía de Cuba. Sin embargo la premisa era que los insurrectos depusieran las armas, cosa que no se logró.

Hacia finales de 1870 Prim ya tenía asegurado a Amadeo de Saboya como nuevo rey y es posible que no quisiera cargarle con el problema de una guerra en Cuba, lo que suponía desprenderse de la misma. Quizás estas intenciones fueron conocidas en La Habana, lo que provocaría el rechazo de los españoles residentes allí.

El Magnicidio

Con la satisfacción de haber conseguido posicionar a su candidato, Prim preparó la llegada del nuevo rey.

Mientras tanto se estaba preparando su asesinato que hasta el día de hoy no ha sido resuelto.

Algunos sospechan que por lo menos el aspecto financiero corrio a cargo del duque de Montpensier. Quiso ser rey y uno de sus opositores más fuertes fue Prim. Si Montpensier hubiera sido rey se habrían impuesto los ideales de los unionistas con la vuelta al modelo de estado anterior. Por otro lado, Montpensier a pesar de sus esfuerzos, no consiguió nunca el apoyo popular. Sin embargo, el apoyo de Prim le podría haber dado el cargo que tanto anhelaba. Pero, evidentemente, el que más provecho sacó de la muerte de Prim fue, sin duda, el general Serrano,por lo que su implicación es más que posible.

Hubo un intento de asesinar a Prim con anterioridad por parte del montpensierista Cayetano Domínguez. Otro por parte una sociedad creada en Bayona, la Internacional, que también apoyaba a Antonio de Orleans. Se detuvo a José María Pastor, jefe de la escolta personal del general Serrano y protegido de Sagasta (que nunca quiso oir hablar del asesinato de Prim) y a Solís y Campuzano, secretario de Montpensier. Además estuvo involucrado un tal Juan José Rodríguez López ligado al mundo de la delincuencia.

También es posible que los grandes propietarios españoles residentes en Cuba quisieran eliminar a Prim, ya que si Cuba alcanzaba la independencia, ellos serían los más perjudicados en sus negocios y situación social.

Evidentemente otro grupo al que favorecía la muerte de Prim eran los republicanos federales. Se dijo que a través de la prensa Paul y Angulo había llegado a amenazarle, pero este hecho no ha podido confirmarse.

tumba de Sagasta en el Panteón de Hombres Ilustres
Tumba de Sagasta en el Panteón de Hombres Ilustres

 

Tampoco salían malparados los alfonsinos con su muerte. Dejar a Amadeo de Saboya sin su principal valedor abría las posibilidades a la restauración de la monarquía borbónica.

27 de diciembre de 1870

Era martes y las Cortes votaron acerca de la dotación de la Casa Real. La sesión terminó a las 18:30. Prim debía asistir a una cena masónica en la calle Arenal, pero alegó motivos personales para ir primero a su casa, en el Palacio de Buenavista. Llegaría más tarde a la cena.

Subió a su berlina con sus ayudantes Ángel González Nandín y Juan Francisco Moya.

Desde la parte posterior del Congreso la berlina fue desde la calle del Sordo (actualmente Zorilla) a la calle del Turco (hoy Marqués de Cubas).

Palacio Buenavista desde ayuntamiento
Vista del Palacio de Buenavista desde el Ayuntamiento de Madrid

En el cruce de la calle del Turco con Alcalá dos coches cerraron el paso a la berlina. Salieron varios sicarios en dos grupos que se colocaron a ambos lados de la berlina y comenzaron a disparar. Esquivando otro tercer coche el cochero logró llevar la berlina hasta el Palacio de Buenavista. Prim logró subir por su propio pie. Estaba malherido, pero no habían logrado asesinarle inmediatamente lo que hizo que los posibles pasos a seguir tuvieran que quedar en suspenso.

Al día siguiente, en el Congreso, se informó del estado del general Prim que había sido dado por muerto en algunos periódicos. Los primeros en condenar el atentado fueron los diputados republicanos Sunyer y Capdevila y Cala que quisieron dejar claro que su partido no tenía nada que ver con el mismo.

Los médicos que atendían al general Prim, doctores Losada y Shedo habían dictaminado que las heridas eran graves y que el paciente no podía prestar declaración ante el juez. Al día siguiente los médicos forenses reconocieron al general y encontraron su estado general satisfactorio, aunque tampoco le dejaron declarar.

El 30 de diciembre murió el general Prim. La hora exacta no se sabe con certeza, ya que hay versiones distintas.

El 1 de enero de 1871 el cadáver del general Juan Prim y Prats fue llevado a la basílica de Nuestra Señora de Atocha donde Amadeo de Saboya, recién llegado a España, fue a rendirle su tributo.

Amadeo I frente al féretro del general Prim de Antonio Gisbert, 1870.
Foto: Wikipedia

 

En la autopsia se determinó que el general tenía cinco heridas, tres en el hombro izquierdo, una en el brazo izquierdo y otra en la mano derecha. Ninguna era demasiado profunda. Las balas no habían penetrado demasiado lo que le produjo dos fracturas óseas importantes. También tuvieron que amputarle el dedo anular de la mano derecha.

Según el doctor Lafuente Chaos ninguna lesión era mortal.

Causa judicial

Gran parte del sumario se ha perdido. Como hemos visto antes se detuvo a varios sospechosos, pero con el tiempo fueron liberados o murieron en circunstancias extrañas. Uno de los acusados fue el republicano Paul y Angulo que huyo del país y  siempre se declaró inocente.

Los tribunales dictaminaron que no había culpables identificados (aunque si hubo testigos presenciales). Sin embargo las investigaciones llevadas a cabo parecen dejar bastante claro que los inductores fueron José María Pastor y Solís y Campuzano. Detrás de ellos, inevitablemente, encontramos a Montpensier y Serrano. Actualmente nuevas investigaciones parecen exonerar a Montpensier y se centran, sobre todo, en Serrano.

Curioso es también destacar que el gobernador de Madrid, Rojo y Arias, había recibido la lista con los nombres de los asesinos antes del atentado y no hizo nada.

Se llegó incluso a decir que el propio Prim había escenificado este atentado contra sí mismo.

El hecho es que el número de implicados es grande lo que dificulta llevar la investigación hasta el final. Los documentos perdidos, las sospechas, el gran número de enemigos con los que contaba Prim…. todo hace más complicado el esclarecimiento del asesinato. Tampoco hay por qué desdeñar la idea de que, al igual que se unieron para echar a Isabel II, los distintos grupos volvieran a hacer lo mismo para eliminar a Prim.

El hecho es que el asesinato de Prim haría imposible la monarquía con Amadeo de Saboya al frente. La revolución había perdido a su elemento más equilibrado, que había vencido a los extremistas. Prim siempre mantuvo sus principios: España, la monarquía y Cataluña. Un gran hombre que merece un puesto destacado en nuestra historia.

Fuentes:

Diego, Emilio de: Prim. La forja de una espada. Planeta 2003
Fontana Bertrán, José María: El magnicidio del general Prim. Akrón 2011

Fotografías: Rafael Castañeda

 

 

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