4.2 El Duque de Lerma

El duque de Lerma perteneció a una familia de linaje noble y fue el prototipo de ‘primer ministro’ de la Europa del siglo XVII como el conde-duque de Olivares con Felipe IV o el cardenal Richelieu con Luis XIII en Francia.

El por qué de su poder nace de la relación tan estrecha que tuvo con el rey Felipe III al que conoció de niño. Quizás la personalidad de Felipe II hizo que su hijo buscara en el duque una figura paterna más asequible. Lo que queda claro es que prácticamente dejó el gobierno en manos del duque de Lerma lo que le trajo a éste grandes ventajas y, tras su caída, grandes castigos.

Antecedentes

Diego Gómez de Sandoval obtuvo de Fernando I de Aragón (abuelo de Fernando el Católico) el mayorazgo de Lerma por su apoyo al futuro rey en la batalla de Perpignan contra el Conde de Urgell. El mayorazgo era un título que otorgaba unos terrenos a una familia y que pasaban de generación en generación.

Lerma era el punto de partida para la familia Sandoval desde el que podía edificar su poder. La ciudad estaba situada en la carretera real que iba de norte a sur y era de importancia militar y comercial. Años después Diego Gómez de Sandoval recibiría el título de grande de España. Pudo establecer otro mayorazgo en Cea, Ampudia y Portillo entre otros títulos nobiliarios. Sin embargo su pertenencia al grupo aragonés, contrario al castellano de Alvaro de Luna le obligó a huir a Aragón en 1436 y sus bienes fueron confiscados por la corona. Posteriormente le serían dadas como compensación Denia y Jávea por Alfonso el Magnánimo.

Los miembros de la familia Sandoval vieron como su apoyo a los reyes se veía ‘recompensado’ por pérdidas de territorios si habían dado el apoyo al miembro de la realeza equivocado, o sin su devolución (aunque se la habían prometido) si apoyaban al vencedor.

Aun así siempre fueron servidores leales de los reyes y se contaban entre sus personas de confianza. De hecho Carlos I de España y V de Alemania, nieto de los Reyes Católicos, contó con Bernardo de Sandoval y Rojas. El marqués de Denia fue el encargado de velar por la reina Juana (la Loca) durante su cautiverio en Tordesillas. Después su hijo Luis continuaría esta labor. La familia, aunque con grandeza de España, se veía obligada a permanecer en Tordesillas lejos de la corte y la zona de influencia.

No sería hasta 1568 cuando Felipe II nombró a Francisco Gómez, padre del afamado duque de Lerma, como cuidador de su hijo, Carlos que estaba recluído por su amenaza de matar al rey. Francisco estuvo con él hasta su muerte. Sin embargo estos servicios tan especiales al rey tampoco trajeron consigo una mejora económica para la familia. De hecho, cuando murió el duque, Felipe II tuvo que contribuir para sufragar los gastos del entierro.

Los Consejos

Para reinar en sus territorios el rey de España contaba con una serie de Consejos, la mayoría creados entre los años 1480 y 1525.

Felipe III por Velázquez, ©Wikipedia

El primero de ellos sería el Consejo de Estado que asesoraba al rey sobre temas diplomáticos y de conflicto bélico. El Consejo de Guerra surgió del anterior y era responsable de organizar las guerras en tierra y mar. Había también una serie de Consejos profesionales, siete de ellos encargados de zonas individuales dentro del reino: Castilla, Aragón, las Indias, Navarra, Italia, Portugal y Flandes; cuatro de areas de gobierno: Inquisición (tenía autoridad sobre todo el territorio), las Órdenes Militares (administraban las tierras de las órdenes de Santiago, Calatrava y Alcántara), Finanzas y Cruzadas (controlaba los impuestos que llevaban su nombre).

Felipe II realizó un gran esfuerzo para modernizar los Consejos y creó también las Juntas que se ocupan de temas concretos (provisión de la armada, protección de fronteras, etc.). Las Juntas no dependían de ordenanzas en cuanto a su constitución, ni a sus reuniones ni temas de los que habían de ocuparse. A medida que el reino de España crecía se multiplicaron las necesidades de ocuparse de los diversos temas que lo afectaban y los componentes eran cada vez más profesionales. Evidentemente se trataba de un reino difícil de manejar.

Durante la época del duque de Lerma el papel jugado por las Consejos vio aumentada su importancia.

La Casa Real

La Casa Real española se componía de dos partes correspondientes a la unión de las dinastías de Castilla y Borgoña producida bajo el reinado de Carlos I. La Casa de Castilla servía al rey y tenía algunas responsabilidades de cara a la reina, mientras que la Casa de Borgoña servía exclusivamente al rey. Ambas casas se regían por una estricta etiqueta que podía ser modificada por el rey, cosa que hizo Felipe II dando más relevancia a la Casa de Borgoña.

Cada Casa tenía a la cabeza un mayordomo mayor responsable de la gestión del palacio real (alojamiento, manutención, vestimenta tanto del rey como de la reina, alojamiento de sirvientes y cortesanos). Este puesto fue unificado en una sóla persona tal y como se hizo también para la reina. El mayordomo mayor era el de mayor rango salvo en lo referente a las habitaciones privadas del rey, donde el camarero mayor era el que estaba la mando.

San Francisco de Borja por Alonso Cano, ©Wikipedia

Se ocupaba de organizar los eventos en la capilla real, de la disciplina sobre la servidumbre del palacio y del acomodo de los visitantes. Este puesto estaba duplicado, por un lado estaba el camarero mayor de la Casa de Castilla y, por el otro, el sumiller de corps de la Casa de Borgoña y trabajaban en paralelo.

El trabajo del mayordomo mayor se ejecutaba en público, mientras que la labor del camarero mayor tenía lugar en privado. El camarero mayor dormía en la habitación del rey o en una contigua, le despertaba por las mañanas, le vestía por la mañana y le ayudaba a desnudarse por la noche. El sumiller de corps tenía responsabilidades similares. En caso de que ambos puestos se solaparan tenía preferencia el camarero mayor de la Casa de Castilla.

El caballerizo mayor trabajaba para ambas Casas. Caía bajo su responsabilidad el control de los establos reales, ayudaba al rey a vestirse para montar y a montar su caballo. Era responsable de la seguridad y confort del rey cuando iba a caballo o fuera del palacio. Se trataba así de un trabajo muy visible de cara al exterior ya que siempre estaba con el rey cuando se presentaba a sus súbditos. También estaba a su cargo la organización de los viajes.

Cuatro compañías de guardias servían al rey para su protección: los Monteros de Espinosa de la Casa de Castilla y los Guardias de las Tres Naciones – flamencos, españoles y alemanes- de la Casa de Borgoña. Una de estas compañías estaba siempre de guardia allí donde estuviera el rey, otras dos revisaban las estancias del palacio.

Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, quinto marqués de Denia

Francisco Gómez de Sandoval y Rojas, I duque de Lerma, nació en 1553 en Tordesillas. Parece ser que nunca estuvo demasiado unido a sus padres, aunque sí a sus tres hermanos, Catalina, Leonor y Juan.

Su abuelo materno era San Francisco de Borja y su tío-abuelo Cristóbal de Rojas que llegó a arzobispo de Sevilla y apoyó a Santa Teresa de Jesús en su reforma de las Carmelitas. A través de él Francisco Gómez de Sandoval conoció a Luis de Góngora con quien mantendría una fuerte amistad durante toda su vida. Por su parte San Francisco de Borja era una persona muy cercana a la hermana de Felipe II, Juana de Austria que fundó el convento de las Descalzas Reales en Madrid en 1557 y cuyas primeras monjas procedían del convento que San Francisco tenía en Gandía dedicado a Santa Clara.

El duque de Lerma, evidentemente influenciado por estos familiares, era una persona muy religiosa, muy cercano a las Carmelitas, los Jesuitas y con una gran devoción por San Domingo de Guzmán. Cuando llegó a ostentar el poder de valido apoyó la fundación de las cuatro órdenes religiosas, Dominicos, Franciscanos, Carmelitas Descalzas y Jesuitas.

La historia familiar llevó al duque de Lerma a sentir la gran injusticia que se había producido con su familia, empobrecida a pesar de los servicios dados a la corona. Era el más pobre entre los grandes de España.

Juana de Austria fundadora de las Descalzas Reales por Sofonisba Anguissola, ©Wikipedia

En 1576 se casó con Catalina de la Cerda, menor de los hijos de Juan de la Cerda, IV Duque de Medinaceli. Parece ser que el primer hijo de la pareja nació sólo cinco meses después de la boda, de forma que quizás el futuro duque de Lerma no fuera el pretendiente perfecto, pero los hechos imponían un matrimonio. Fue un matrimonio por amor y la pareja tuvo cinco hijos, todos los cuales llegaron a adultos: Cristóbal, Diego, Catalina,. Juana y Francisca.

Catalina de la Cerda por Juan Pantoja de la Cruz, ©Wikipedia

A mediados de los años 1580 siendo todavía marqués de Denia fue nombrado gentilhombre del rey lo que le facilitaba el acceso al joven  Felipe III. Los miembros de la Junta de Gobierno vieron la gran influencia que tenía sobre este e informaron al rey que lo mandó como virrey a Valencia para alejarle de la corte. Tras diversas peticiones al rey logró volver en 1597 y finalmente fue nombrado caballerizo mayor del príncipe. A pesar de tratarse de un cargo muy cercano al futuro rey, Felipe II nombró a los demás miembros de la Casa del príncipe de entre personalidades con experiencia afines a él.

Sin embargo nada más morir Felipe II, Felipe III hizo saber a todos que el marqués de Denia tenía su total confianza y le nombró consejero de estado.

El valido

Como caballerizo mayor de Felipe III, Francisco Gómez de Sandoval vió claramente todas las posibilidades que tenía de influir en el rey. Una de sus pretensiones era asegurar el futuro de su familia que tanto había dado y tan poco había recibido. Poco tiempo después fue nombrado también sumiller de corps con lo que vió sus ingresos aumentados ostensiblemente. Poco a poco Francisco Gómez de Sandoval fue deshaciéndose de sus contrarios convenciendo al rey de que nombrara a personas afines a él. Además Felipe III le favorecía constantemente con nuevos derechos (de peaje, el derecho a producir sal en su marquesado, etc). A medida que el poder de Sandoval crecía, más personas adeptas y más enemigos tenía. El hecho es que tras un año de reinado de Felipe III, el marqués de Denia había prácticamente quintuplicado sus ingresos.

En 1599 el rey le concedió el título de duque de Lerma. Además le dió el marquesado de Cea para su hijo y el condado de Ampudia para su nieto.

Llegaba así Francisco Gómez de Sandoval, duque de Lerma, a lo más alto de la nobleza española. Ninguna otra familia había recibido tres títulos en un día y además para tres generaciones de la misma familia. Era una forma de resarcir a la familia de los daños ocasionados por los monarcas anteriores.

Pero el duque de Lerma no dio por terminada su campaña de poder. Ahora quería controlar también la Casa de la Reina y lo hizo consiguiendo que su mujer fuera nombrada camarera mayor.

Una de las características del duque de Lerma era que siempre trataba de reconciliarse después con aquellos que había afrentado por quitarles los puestos. Les conseguía otro tipo de ventajas o títulos. No quería tener enemigos declarados en la corte, aunque al final fue imposible evitarlo.

Evidentemente el poder que tenía le fue otorgado por el rey directamente. De hecho, éste ordenó a los Consejos que obedecieran las instrucciones de Lerma y éste siempre dejaba bien claro que obedecía directamente órdenes del rey. Hay muy pocos documentos firmados por el propio Lerma, siempre procuraba que fuera el rey quien firmara las órdenes dadas. Esto trajo consigo un pequeño problema, ya que Lerma no podía responsabilizarse de los éxitos obtenidos, porque siempre era el rey el que daba las instrucciones.

La forma en que el duque de Lerma ejerció el puesto de valido cambió la forma de la monarquía española. Parecía que el valido era la persona necesaria para apoyar y asesorar a cualquier rey.

De amigos a enemigos

Para ocupar los cargos importantes del reino utilizó a sus familiares, miembros de su propia Casa, ayudantes, amigos, socios y también oportunistas que querían aprovecharse de sus puestos para asegurarse el futuro.

Duque de Lerma por Pantoja, ©Wikipedia

De entre todos los puestos posiblemente los más relevantes eran los de los confesores del rey. Y ahí es donde Lerma encontró sus adversarios más fuertes a pesar de que habían sido nombrados por su intercesión. Llegado el momento no dudaron en ponerle entre la espada y la pared.

Rodrigo Calderón era una persona de la total confianza de Lerma que llegó a darle el puesto de Secretario de la Cámara del rey, con lo que tenía acceso directo al rey e, incluso, a parte de su correspondencia. Por otro lado era también capitán de la guardia alemana con lo que caía bajo su responsabilidad la guarda del soberano.

El I Conde de la Oliva de Plasencia, D. Rodrigo Calderón de Aranda por Rubens, ©Wikipedia

Parecía que a principios del siglo XVII cualquier persona en un puesto relevante le debía el mismo al duque de Lerma. Se le puede considerar como promotor de la corte ‘barroca’ en la que resalta la riqueza y el poder que han de mostrarse visiblemente. Era de gran importancia dejar constancia de los gastos que se hacían a nivel religioso y cultural.

La Corte va a Valladolid

El llevar la corte de Madrid a Valladolid (1601) fue uno de los grandes éxitos del duque de Lerma. Se cree que detrás de este movimiento está la idea de alejar al Felipe III de su tía María de Austria, hija de Carlos I, que vivía recluida en el Monasterio de las Descalzas y no veía al duque de Lerma con buenos ojos.
Además el duque de Lerma previó que el traslado de la corte a Valladolid traería consigo unas  ganancias económicas enormes. El traslado implicaba que las familias nobles, los miembros de Consejos y Juntas, la servidumbre, la guardia, etc. precisaría de alojamiento en la nueva residencia real. Se calcula que fueron entre 10 y 15 mil las personas que fueron a Valladolid con el consiguiente problema en cuanto a transporte, alojamiento y manutención. Evidentemente el duque de Lerma ya había previsto todo esto y supo sacarle provecho. Había invertido en Valladolid y ahora era el momento de vender sus propiedades a otros con el consiguiente beneficio.

María de Austria, anónimo, ©Wikipedia

Otro de los motivos por los que el Duque de Lerma había elegido Valladolid era su intención de ampliar su patrimonio dentro y en los alrededores de la ciudad y, sobre todo, construir un panteón para su familia en la iglesia de San Pablo.

El traslado de la corte produjo un gran enfado en los habitantes de Madrid que dirigieron sus iras al duque de Lerma.

La corte estuvo en Valladolid cinco años. Para entonces el duque de Lerma contaba con unos cuantiosos ingresos que dedicó a sus fundaciones, edificaciones y mecenazgo de grandes artistas. Lerma tenía muy claro que había que apoyar las letras y pintura por lo que grandes autores y pintores pasaron por la corte de Felipe III. Aunque las arcas reales estuvieran casi siempre vacías, Lerma quería dar al mundo la impresión de que el país tenía recursos suficientes, por lo que no escatimaba en gastos cuando había que agasajar a visitantes extranjeros. Lerma se veía a si mismo como un caballero cristiano que llevaba al rey hacia su mayor victoria.

La Corte regresa a Madrid

El control sobre la Iglesia y el estado era la mayor preocupación de Lerma. Necesitaba estar informado de todo lo que sucedía en el país.

Escultura del arzobispo Cristóbal de Rojas y Sandoval diseñada por Pompeo Leoni en la colegiata de San Pedro en Lerma,
© Rafael Castañeda

 

Era la única forma de ir esquivando a sus enemigos y asegurarse su puesto al lado de Felipe III. Una de sus mayores enemigas sería la reina Margarita de Austria, esposa de Felipe III. Veía cómo el duque dominaba e influenciaba a su esposo y, por otro lado, como se había hecho con el control de su propia Casa a través de los nombramientos de su servicio.

Margarita de Austria, atribuído a Juan van der Hamen, ©Wikipedia

Con vistas a un regreso a Madrid, a partir de 1602 el duque fue comprando terrenos, casas y alojamientos. Aun así cuando regresaron no tenía un palacio apropiado a su categoría para vivir y se alojó durante un tiempo en unas habitaciones del Alcázar.

No fue difícil hacer volver al rey puesto que Valladolid se había convertido en una ciudad superpoblada que no ofrecía los servicios necesarios para la corte. Evidentemente el que la corte volviera a Madrid supuso un duro golpe para Valladolid.

Las finanzas y la Guerra

Desde tiempos de Felipe II la guerra en Flandes contra los protestantes había seguido adelante intermitentemente. Pero el estado no tenía dinero para sufragar los gastos. La plata de las colonias no llegaba siempre a tierra española, el país pasaba hambre, los nobles se divertían y las arcas estaban vacías. Los soldados en Flandes se amotinaron. Muchos culpaban a Lerma de esta situación.

Además había frentes abiertos en Italia, Francia e Inglaterra. El coste de mantener la guerra era inmenso.

Parece ser que el duque tenía un carácter depresivo y ya en 1603 pidió renunciar a sus cargos y retirarse a la orden de los Jerónimos.

Convento de la Ascensión, ©Rafael Castañeda

Seguían las acusaciones contra él y sus allegados a los que se acusaba de corrupción. Calderón, por ejemplo, fue arrestado y acusado de haber abusado de su posición. Sin embargo Lerma no había perdido la confianza del rey quien no le dejó renunciar.

Lerma escribió su testamento asegurando que sus bienes no pudieran ser quitados a su familia. De todas maneras tampoco su fortuna era tan grande puesto igual que recibía recursos los gastaba en sus fundaciones y edificios.

Llegado el año 1607 el país estaba en bancarrota. Se responsabilizó a Lerma de ello.

En 1609 se firmó la ‘Tregua de los Doce Años‘ que puso fin a ochenta años de guerra en Flandes donde los holandeses querían conseguir su independencia. Las condiciones eran más favorables a Holanda que a España que sufrió un gran desprestigio, aun así el cese de hostilidades procuró un tiempo de calma para el país tan maltrecho por las constantes guerras.

Expulsión de los moriscos

Por otro lado, ya en tiempos de Felipe II se consideraba que los moriscos suponían un peligro para el país y convenía expulsarlos.

Palacio Ducal, ©Rafael Castañeda

Felipe III pensó que el hacer realidad esa expulsión le aportaría un puesto glorioso en la historia. El duque de Lerma quiso distanciarse de esta decisión y se alejó en el momento de la reunión que habría de decidir este hecho.

Más de 130.000 moriscos fueron expulsados de Valencia y Aragón, lo que era un tercio de su población. En otras provincias el número de moriscos era menor y teniendo en cuenta que eran en su mayoría trabajadores, su expulsión trajo consigo una falta de mano de obra para labrar las tierras, la producción de telas, etc. y consecuentemente, una merma en la recaudación de impuestos.

El Duque se hace Cardenal

A medida que pasaba el tiempo el duque de Lerma insistía más y más en su deseo de retirarse de la vida política y ser nombrado cardenal. Por un lado pudo ser una opción para evitar ser juzgado, por el otro, sus antecedentes familiares y su religiosidad hacen que esta decisión no fuera improvisada.

El rey no aceptó de buen grado el deseo de su valido de dejar la vida política. Fue el comienzo del término de su relación. Además, antes de irse de la corte Lerma quiso terminar su plan de edificaciones (terminadas hacia mediados de 1617) y dejar el camino abierto para que le sucediera su hijo. Su plan de edificaciones era sobre todo de tipo religioso en la ciudad de Lerma (el palacio ducal, Colegiata de San Pedro, Monasterio de Santo Domingo y Convento de San Blas, Convento de Carmelitas Descalzas, Monasterio Cisterciense) y Valladolid (reconstrucción de San Pablo) y de tipo señorial en Madrid (su palacio estaba en el lugar que ocupa hoy el hotel Palace).

Palacio de los Uceda, ©RCastañeda

No sólo quería ser el mayor noble de España, sino también el mayor mecenas de la Iglesia. Todos estos empeños se saldarían con su quiebra.

Al anunciar su retiro, Lerma pensó en acelerar el nombramiento de su hijo, pero el resultado fue que perdió el poder que ostentaba. En 1618 le llegó su nombramiento como cardenal y el rey le ‘invitó’ a retirarse de la corte. Los cardenales con poder político no estaban bien vistos en la corte.

Finalmente, el propio hijo del duque de Lerma, el duque de Uceda, se volvió contra él. No aceptaba cómo Lerma había dilapidado la fortuna familiar ni cómo le había mantenido en un segundo plano. El duque de Uceda tenía ya más de 40 años y su poder no estaba garantizado. Se apoyó en el padre Aliaga y en el conde-duque de Olivares para apartar a su padre de la corte. Fue nombrado Sumiller de Corps, pero sus responsabilidades fueron restringidas. No supo llegar al nivel de su padre y terminó sus días encarcelado por las propias intrigas del conde-duque de Olivares, su antiguo aliado.

En 1621 murió Felipe III. En cuanto subió al poder su hijo, Felipe IV, se pusieron en marcha investigaciones para atacar al duque de Lerma y su familia.

Colegiata de San Pedro, ©RCastañeda

Sus hijos tuvieron que renunciar a sus puestos. Era la hora del conde-duque de Olivares. La camarilla del duque de Lerma fue sustituída por la del conde-duque. Rodrigo Calderón, considerado como ‘valido del valido’ fue arrestado y acusado de haber envenenado a la reina en 1611. Se le torturó y reconoció el asesinato de un soldado, Francisco de Juaras, pero no el de la reina. Se le ajustició en la Plaza Mayor de Madrid en 1621. Era una forma de atacar al duque de Lerma que como cardenal era ‘intocable’. Lo que perdió a Lerma fue tanto su uso del poder personal como el haber protegido y apoyado a personas corruptas.

Don Rodrigo Calderón en el tormento por José María Rodríguez de Losada, ©Wikipedia

En 1624 falleció el duque de Uceda. No se sabe nada acerca de cuál fue la reacción de su padre ante esta prematura muerte. Al año siguiente fallecería el propio duque de Lerma que habiendo sido el hombre más poderoso del reino había visto desaparecer todo aquello que había creado en la corte, aunque fue un buen maestro para su sucesor, el conde-duque de Olivares. El conde-duque que tanto criticó el quehacer del duque de Lerma realmente basó su estrategia de poder en los métodos utilizados por éste.

Como hemos podido ver, el duque de Lerma no deja de ser un personaje interesante de nuestra historia. Como siempre, ni tan malo ni tan bueno como se le puede pintar.

 

Fuentes:
Wiliams, Patrick: ‘The Great Favourite. The Duke of Lerma and the court and government of Philip III of Spain, 1598 – 1621’; Manchester United Press 2006.
Dosier Felipe III: Poco rey para tanto reino. La aventura de la historia nº 9. El Mundo
García García, Bernardo José: ‘Pacifismo y reformación en la política exterior del duque de Lerma (1598-1618). Apuntes para una renovación histórica pendiente’; Cuadernos de Historia Moderna nº 12, Edit. Universidad Complutense, Madrid, 1991
Alvar Ezquerra, Alfredo: ‘El Duque de Lerma’; La Esfera de los libros, 2010

 

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