8. Luis I (1707-1724)

Luis I tuvo el reinado más breve en la historia de España, poco más de siete meses.

La madrastra al mando

Luis I por Miguel Jacinto Meléndez
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Nació en Madrid el 25 de agosto de 1707 como primogénito de Felipe V y su primera esposa, María Luisa Gabriela de Saboya. Tenía apenas 6 años cuando murió su madre y la segunda mujer de Felipe V, Isabel de Farnesio, no puso mucho empeño en la educación de sus hijastros haciendo prevalecer siempre a sus propios hijos.
Felipe V le organizó su casa propia ya con ocho años, estando bajo la supervisión del Cardenal de Guidice. Acompañaba a su padre en sus cacerías y viajes y pronto ocupó el puesto de primogénito que le correspondía. Parece ser que Felipe V sentía debilidad por Luis, aparte que era también el ídolo de sus hermanos. Sobre todo con Fernando (futuro Fernando VI) tuvo una relación muy estrecha.
Según comentarios de la época Luis I era alto, delgado, delicado pero sano, rubio pero feo y muy activo. Una de sus actividades preferidas era la caza.
Al ser el primer Borbón nacido en España tuvo a su lado no sólo al pueblo, sino al amplio grupo de ‘anti-italianos’ o ‘anti-Farnesio’ que había en la corte. Recibió el apodo de ‘Bien Amado’.

Intrigas por doquier

Luis I por Michel Ange Houasse
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Sin embargo, durante su breve reinado no tomó ninguna decisión relevante, aparte que cualquiera de ellas era refrendada por su padre desde el Palacio de La Granja donde se había retirado. El gobierno seguía así en manos de Felipe V e Isabel de Farnesio. Antes de abdicar Felipe V organizó la casa de Luis I recomendándole los ministros y nombrando además un ‘Gabinete’ compuesto por siete hombres que habían de asesorarle dada su inexperiencia y atenuar las diferencias que pudieran producirse por los tres ‘partidos’ que había en la corte.
El ‘partido’ español a cuya cabeza estaba el Marqués de Miraval y que aprobaba la amistad con Francia siempre y cuando no interviniera en los asuntos españoles, pero prefería a Inglaterra.
El francés en el que estaban los confesores de los reyes y otros nobles que perseguían una unión total con Francia.
El partido italiano estaba liderado por el Duque de Pópoli y apoyaba a la reina madre. Con mayor o menor entusiasmo preferían la relación con Austria.

Una esposa díscola

Luis I por Jean Ranc
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Como es de suponer, en los siete meses de su reinado Luis I no pudo hacer grandes hazañas. Además contó con un problema bastante serio: los desmanes de su jóven esposa que tenía estupefacta a la corte.
La boda se había celebrado en 1722 aunque hubo que esperar a la consumación del matrimonio por la corta edad de ambos. En un principio parece que no se llevaban mal, pero el comportamiento de Luisa Isabel de Orleáns hizo que la convivencia resultara prácticamente imposible. A pesar de su corta edad tenía muy claro lo que quería y no quería hacer y entre sus aficiones estaba rodearse de camareras para organizar juegos, beber y comer en demasía, pasearse ligera de ropa por el palacio e, incluso, tirarse ventosidades y eructos en actos oficiales. De vez en cuando le daba por pasarse el día limpiando cristales.
En muchas ocasiones fue reprendida por Felipe V e Isabel de Farnesio por sus acciones. En un principio se mostraba sumisa y prometía enmendarse, pero eso duraba poco. Hay multitud de cartas enviadas por Luis I a su padre quejándose de su esposa. Finalmente se decidió sustituir a ciertas camareras y demás personal perjudicial para la reina por otras personas más juiciosas. Incluso se la llegó a recluir durante 16 días como castigo por su actitud. Corrieron rumores por la corte, no confirmados, de que Luis I pensó en pedir la anulación del matrimonio.

Una muerte repentina

Luis I por Miguel Jacinto Meléndez
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Mientras se esposa se divertía en palacio, el rey tomó por costumbre salir de incógnito por las noches para recorrer las calles de Madrid y divertirse.
En verano Luis I enfermó de lo que se suponía eran unas viruelas benignas, pero su estado fue empeorando día tras día. Hay que reconocer aquí que el comporamiento de Luisa Isabel fue ejemplar. Se ocupó personalmente de cuidar al rey, por lo que se contagió también de viruela.
Ante la gravedad del estado de salud del rey empezaron a aflorar otra vez las intrigas ante el futuro que pudiera esperar al país.
Luis I firmó un testamento nombrando como sucesor a su padre, aunque los distintos partidos intentaban que nadie le influyese para testar de una forma u otra.  Duarnte su enfermedad le llevaron los cuerpos de San Diego y San Isidro para que ayudaran en su recuperación. Se le practicó una sangría que agravó aun más su estado. Las viruelas se le iban gangrenando. Finalmente falleció el 31 de agosto. Al día siguiente fue embalsamado y expuesto en el salón de Reinos del Palacio del Buen Retiro. El 3 de septiembre, tras reconocer el cadáver, fue llevado al Escorial. Allí volvió a reconocerse el cuerpo y se le bajó al Panteón.
Aunque se habló de que pudiera haber sido envenenado, parece ser que la causa de su muerte fue el tifus.
Una triste historia para un hombre joven que no tuvo suerte. Nunca sabremos qué hubiera podido hacer.

Fuente: Danvila, Alfonso, ‘Luis I y Luisa Isabel de Orleáns. El reinado relámpago’; Alderabán Ediciones, 1997

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