Estado de alarma: Día 15

Casi no me da tiempo hoy…. Que ‘estrés’, madre mía. Esta mañana limpié y puse orden en el tendedero que estaba de botella de jabón… hecho un lío. Luego el armario donde tengo la aspiradora, que para sacarla tenías que sacar antes la escoba, el recogedor, la tabla de la plancha… vamos, que estaba fácil el acceso. A ver lo que dura todo esto ordenado.
Ahora por la tarde dos vidoconferencias con amigas. Que te pones a hablar y no paras. Pero está muy bien, mantener el contacto, aunque sea desde la distancia es un lujo. Lo malo es que cuando me veo en la pantalla me doy cuenta de los pelos que tengo. Necesito un corte ya mismo. Mira que hay gente que se apaña bien con los peinados. Yo soy una negada. No tengo ninguna gracia, así que tengo que tirar de peluquero si o si.
Por cierto, ya terminamos con la serie de ‘Paranoid‘ y os digo lo mismo que os dije el primer día: pichi, pichi. La imagen que dan de la policía británica es penosa, investigan fatal, no se enteran, son más tontos…. Yo lo haría mejor.
Y hablando de todo esto: el año pasado hice un curso online de Criminología (esto es para que veáis que os hablo con conocimiento de causa, soy una Jessica Fletcher cualquiera, o mejor, como Emily Prentiss (la de ‘Mentes criminales‘). Si os interesa el tema, os lo recomiendo. A mi me lo regalaron con un bono de estos de Groupon y me gustó mucho. Sobre todo la parte de los asesinos en serie. Un poco escabrosa, pero muy interesante.
¡Por qué nos gustarán tanto las películas y series de crímenes? Bueno, digo yo ‘nos gustan’ y a lo mejor no os gustan a ninguno. Y encontrar una buena, es difícil. Lo mismo te pasa con las novelas de misterio. El año pasado me leí la ‘Trilogía del Baztán‘ de Dolores Redondo que tanto éxito ha tenido y no me gustó nada. Descubrí al asesino enseguida (ya os he dicho que soy una experta) y la protagonista además me caía fatal. Pero bueno, debe de tener su público.
Y hablando de leer: sigo sin leer nada. Me voy a tener que poner las pilas. O en cuanto pase esto, me monto en el Metro y me hago el recorrido de la línea dos veces. Lo echo de menos. ¿Parece mentira, verdad? Pero es que  en el Metro leo fenomenal. Una vez me pasé 4 estaciones. Llegué tarde al trabajo, claro.
Estoy ya casi con el congelador vacío. Dentro de nada habrá que salir otra vez a la compra. Pereza me da. Hoy hemos conseguido un desinfectante para las mascarillas. Como tenemos una para cada miembro de la familia, pues problema resuelto. Se puede volver a utilizar.
Hoy voy a poner una canción de mi más tierna infancia. Estando todavía en Alemania pasé las paperas y me acuerdo que le hacía a mi madre ponerme esta canción todo el rato. Y no me trae malos recuerdos. Me encanta.
Otra que fue especial, en la época adolescente, fue esta (que me gustaría dedicar especial a mi compañero de colegio Michael F.) Igual no se acuerda, pero la solía cantar con la guitarra. Era la época en que ‘íbamos de mesones’. Llevabas dos duros y te tirabas toda la noche en un mesón con tortilla de patata y vino. Y con la guitarra, claro y venga a cantar. Cosas que se han perdido en la noche de los tiempos.
Pero no nos pongamos nostálgicos, venga, a bailar.

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