Isabel y Fernando, los Reyes Católicos

Rey y nobles

En la época de los Reyes Católicos el sentido de rey absoluto no hacía referencia a un reinado despótico, sino a que el rey era el más elevado señor en la tierra, solo con Dios por encima. Se le definía como ‘señor mayor de la justicia’. Esta supremacía estaba limitada por el juramento a obedecer leyes, fueros, etc. La cuestión principal era cómo iba a ser ejercida. Para ello la nobleza era parte esencial. Había tres niveles: los grandes nobles (duques, marqueses o condes); los hombres ricos y el resto (caballero, hidalgos). Algunos linajes fueron ascendiendo a la ‘grandeza’ y se consideraban vigilantes del bien común. Por otra parte estaban las Cortes que tenían funciones económicas y legislativas y el Consejo con funciones judiciales y ejecutivas, además de la Audiencia, el Tribunal Supremo y la Contaduría. Estos estamentos aseguraban que los mandatos reales eran conformes a Derecho.

Los ‘grandes’ querían que el rey acordara con ellos las líneas generales de su gobierno.

La nobleza tenía tres funciones:

  • Dirección moral de la sociedad
  • Administración de zonas rurales a las que no llegaba la Corona
  • Ejercicio directo de la milicia, la política y la diplomacia. Durante la época de los Reyes Católicos se siguió con la creación de mayorazgos, la mejor forma de consolidar los linajes.

España estaba entonces formada por los reinos de Castilla, Navarra, Aragón y Granada. Con el matrimonio entre Isabel y Fernando quedaban unidas Castilla y Aragón. Granada fue reconquistada y, tras la muerte de Isabel, Fernando incorporó Navarra a sus reinos. La unificacion del país estaba hecha, pero sólo a nivel de gobierno, puesto cada reino mantuvo su sistema jurídico y su propia identidad.

Corona de Castilla en 1400, ©Wikipedia

Infancia y adolescencia de Isabel y Fernando

Juan II de Castilla, padre de la futura Isabel la Católica se casó en primeras nupcias con su prima María de Aragón. Fruto de este matrimonio nació Enrique, príncipe de Asturias y sucesor al trono.

Posteriormente Juan II se casó con Isabel de Aviz, portuguesa, que le daría dos hijos, Isabel (1451) y Alfonso (1453).

Juan II fue un rey débil poco preocupado por sus deberes reales. Isabel de Aviz padeció una enfermedad mental que la fue alejando poco a poco de la realidad.

Cuando Enrique IV subió al trono no siguió el deseo de su padre de cuidar de sus hermanastros económicamente, de forma que Isabel de Aviz y sus hijos pasaron por épocas de estrechez económica. Se establecieron en Arévalo y pronto se les unieron dos personajes clave en la vida de Isabel la Católica: Gutierre de Cárdenas y Gonzalo Chacón.

Cuando la segunda mujer de Enrique IV quedó embarazada, los infantes fueron traidos a la corte para tenerlos vigilados. Fue una época muy dura para ellos apartados de su madre.

Sabemos que Isabel era profundamente religiosa en el sentido de religiosidad de su época.

Escudo de armas de los Reyes Católicos, ©Wikipedia

Sentía especial devoción por San Juan, simbolizado por un águila que Isabel incluyó en su escudo de armas. Su idea era construir una sociedad donde lo social, civil y religioso formasen una unidad.
No le gustaba mostrar debilidad, ni siquiera ante el dolor. Era moderada en el comer y beber. Parece ser que sólo bebía agua. Le gustaba vestir con lujo si la ocasión lo requería. Era rubia de ojos azules y de trato agradable.
En las cortes europeas el galanteo, las infidelidades, eran algo habitual. Incluso los hombres de la Iglesia tenían hijos. Isabel era contraria a esta forma de vida, aunque, en casos concretos, también se ocupó de legitimar a algún hijo bastardo u ocuparse de estos hijos . A veces empleaba la dureza en sus decisiones, pero también sabía ser comprensiva. Inculcó sus principios a sus hijos. Comprendió que para su proyecto de unificación de los reinos y ampliación del poder era imprescindible contar con unos herederos preparados para hacer frente a las adversidades, de ahí que tanto su hijo como sus hijas recibieran una esmerada educación. Sus hijos eran admirados en todas las cortes por sus conocimientos, superiores a lo habitual.
Era aficionada a la lectura. Poseía una biblioteca con más de 400 volúmenes. Aprendió latín ya en edad madura con su profesora Beatriz Galindo, la Latina.

El futuro Fernando el Católico nació en 1452. Desde muy joven demostró sus habilidades como soldado y fue un ejemplo de ‘rey guerrero’. Su padre, Juan II de Aragón, vió siempre las ventajas de un matrimonio entre Fernando e Isabel que aseguraría que descendientes de los Tratámara reinaran en los distintos reinos del país. Una de las características de Fernando fue su habilidad como político. Supo manipular, engañar si hacía falta, teniendo siempre claro cuáles eran sus fines: asegurar sus reinos.

Fernando el Católico tenía cuatro objetivos:

  • Defender el equilibrio en Italia que estaba dividida en principados; Fernando era rey de Sicilia y Cerdeña
  • Llegar a un pacto con Egipto para restablecer la presencia mercantil de Cataluña y proteger a los cristianos de Palestina
  • Cerrar los accesos al Mediterráneo occidental
  • Lograr la sumisión de Granada

En 1493 logró la incorporación del Rosellón y Cerdaña a Cataluña

‘Isabel la Católica’ hacia 1400, anónimo, ©Wikipedia

Aunque siempre fue muy discreto en lo referente a sus relaciones extramatrimoniales, tuvo varios hijos ilegítimos reconocidos con, que se sepa, tres mujeres diferentes. Aun así no cabe la menor duda que su relación con Isabel, con sus altibajos, fue feliz y ambos consiguieron formar un equipo perfecto. De ahí que tanto sus logros como fracasos deban atribuirse a los dos por igual.

A pesar de vivir en una época en la que el varón prevalecía siempre sobre la mujer supo ver las grandes cualidades de su esposa y, aunque con cierto recelo a veces, formó con ella un tandem perfecto para llevar a cabo sus planes politicos.

Al impartir justicia tanto Isabel como Fernando intentaban compatibilizar el castigo para los rebeldes con  la clemencia para los que se sometían.
Tras morir el padre de Fernando, Juan II de Aragón en 1479, éste heredó la Corona de Aragón compuesta por Aragón, Cataluña, Mallorca, Cerdeña y Sicilia.

La sucesión al trono

En el siglo XV era el monarca el que decidía quién le había de suceder. En su testamento Juan II estableció que si sus hijos varones morían sin descendencia legítima, Isabel heredaría el trono.

Por su parte Enrique IV se había casado con Blanca de Navarra, pero no tuvieron descendencia. Por lo que se decía, el matrimonio nunca llegó a consumarse lo que le trajo al rey el apodo de ‘el impotente’. Aparentemente con otras mujeres si llegaba a consumar el acto sexual, aunque este es un hecho que siempre se tuvo en duda y que, finalmente, llevaría a Isabel al trono.

El consejero y hombre de confianza de Enrique IV era Juan Pacheco, marqués de Villena. Temía que en algún momento los hermanastros del rey llegaran a reinar pues podría perder sus ganancias arrebatadas a los infantes de Aragón. De ahí su interés en que el rey consiguiera la nulidad de su primer matrimonio y se casara con una princesa portuguesa. Para ello se precisaba de una dispensa papal que no llegó a obtenerse. Tras seis años de matrimonio con su segunda mujer, Juana de Portugal, por fin les nacería una hija, Juana.

Durante el embarazo de Juana se decidió que tanto Isabel como su hermano viviesen en la corte, en una especie de cautiverio, hasta que se decidiera su destino. En aquel momento Enrique IV nombró a uno de sus favorito, Beltrán de la Cueva, conde de Ledesma. Este rápido ascenso de un noble ‘menor’ hizo que se corriera el rumor que con este título el rey le pagaba sus ‘servicios’ como procreador de su hija, Juana que pronto recibiría el sobrenombre de ‘la Beltraneja‘.

En mayo de 1462 Enrique IV convocó Cortes para que se jurara fidelidad a la recién nacida Juana.

‘Fernando el Católico’ por Michael Sittow (1469 – 1516), ©Wikipedia

Junto al arzobispo Carrillo los demás procuradores reconocieron que a ella le correspondía la sucesión del trono. Pacheco, por su parte, había levantado secretamente acta negando la legalidad de los actos. Para ello podía haber dos motivaciones: que una mujer no podía desplazar al varón (Alfonso) o que fuera ilegítima (nacida de un matrimonio no legítimo).

De hecho Enrique IV se casó con Juana de Portugal sin tener la correspondiente bula papal. Ese fue el argumento esgrimido después para declararla no legítima, ya que había nacido de un matrimonio ilegítimo. Oficialmente no se puso en duda la paternidad de Enrique IV.

Por otro lado resulta chocante que el rey estuviera dispuesto a nombrar a Isabel como su heredera, desplazando a su propia hija, si en el fondo daba por cierto que era suya. Será éste un tema que sigue sin contar con una explicación.

Un rey sin apoyos

Enrique IV era, igual que su padre, un hombre débil, con falta de iniciativa y a expensas de ciertos nobles. Primero fue Pacheco y después Beltrán de la Cueva o la familia Mendoza. El ascenso de Beltrán indignó a Pacheco que, intrigante por naturaleza, contó con el apoyo de otros nobles para nombrar rey a Alfonso en 1465 en una ceremonia indignante en Ávila (farsa de Ávila). Posteriormente volvió a confabular, esta vez con Enrique IV, para dar marcha atrás a esta proclamación. Por su parte Alfonso, conocido como Alfonso XII, ‘reinó’ durante 3 años que duró la lucha por el reinado con su hermanastro. Estableció su corte en Arévalo. Su prematura muerte dió término al conflicto.

En 1468 se celebró una reunión en Guisando que daría nombre a los acuerdos concertados. Enrique IV reconoció a Isabel como su heredera. Ella prometía obediencia al rey mientras viviese, cosa que hizo. En cuanto al futuro matrimonio de Isabel, declaró que debía contar con su aprobación.

El problema surgió cuando Isabel, tras negarse a contraer matrimonio con diferentes pretendientes aportados por el rey, se casó sin el permiso de éste con Fernando de Aragón en 1468. Enrique IV consideró que había roto el compromiso de Guisando. Por su parte Isabel le acusó de no haber hecho que la juraran heredera en las Cortes.

Los pretendientes ofrecidos siempre traían consigo el alejamiento de Isabel de la corte de Castilla con lo que quedaría libre el camino para conseguir que Juana ‘la Beltraneja’ llegara al trono.

Un matrimonio deseado

Tanto Isabel como Fernando tenían claro desde el principio la importancia de su matrimonio.

Enrique IV de Castilla, an´nimo, ©Wikipedia

Unirían gran parte de la península y podrían emprender grandes acciones.

Para el matrimonio, Fernando e Isabel necesitaban una dispensa papal que no tenían. No se sabe si estaban al corriente o no, pero Carrillo les proveyó de una bula falsa que posteriormente fue aprobada por el enviado del papa, el cardenal Rodrigo de Borja. Quedaba así legitimado el matrimonio.

El obispo Carrillo había sido uno de los valedores del matrimonio de los reyes. Tuvo una estrecha relación con el padre de Fernando, Juan II de Aragón. Era tío de Pacheco y entre los dos fueron cambiando de bando según les convenía, teniendo siempre como meta el provecho personal.

Carrillo pensaba manejar a los Reyes Católicos y crear una especie de triunvirato. Al no doblegarse los Reyes a su criterio se volvió hacia los seguidores de Juana ‘la Beltraneja’. Nunca perdonó a los Reyes que le dejaran de lado.

Guerra de Sucesión (1475 – 1479) y nuevos Reyes

Tras la muerte de Enrique IV, Isabel se proclamó reina, tal y como se había establecido en los acuerdos de Guisando. Sin embargo Juana también contaba con seguidores, entre ellos el rey de Portugal, el hermano de su madre, Alfonso V. A él se unieron Francia y algunos nobles españoles. Fue, por tanto, una guerra entre Portugal y Francia contra Castilla. Alfonso V decidió casarse con Juana. Esperaba contar con fuertes apoyos en Castilla, pero un pretendiente portugués al trono gustaba aun menos que una reina ‘ilegítima’. El que siguió apoyando al rey portugués fue Carrillo, muy dolido por haber sido postergado por Isabel y Fernando, a los que había pensado manejar a su antojo. Finalmente, aunque los portugueses  no reconocieron la derrota, Fernando se declaró vencedor porque les había obligado a una retirada forzosa (quisieron atacar Zamora, Isabel envió refuerzos a Fernando y los portugueses retrocedieron a Toro). Este hecho fue decisivo para que Isabel sintiera que contaba con el beneplácito divino y que su legitimidad había quedado demostrada. Por fin se firmó un acuerdo de paz en 1479. Se fijaron unos compromisos jurídicos muy exactos para delimitar las esferas de acción. Se establecieron  las fronteras y, sobre todo, el reparto del océano siguiendo la línea de los meridianos. Los Reyes Católicos siempre quisieron reforzar la unión amigable con Portugal. No debemos olvidar además que la madre de Isabel era portuguesa.
Por otro lado, esta guerra había vaciado las arcas reales.

Las Hermandades

En los últimos años del reinado de Enrique IV el bandidaje había aumentado. Para hacerle frente se creó una especie de fuerza de Orden Público, la Hermandad.

Monumento a Isabel la Católica en Madrid, ©RCastañeda

En cada pueblo con más de 30 vecinos habría, aparte del alcade, otros dos alcaldes: uno caballero y el otro hombre bueno. Además, según el número de habitantes las ciudades debían proporcionar cuadrilleros todos a la órdenes del duque de Vistahermosa. Formaron una especie de ejército.

Los nobles

Durante la época de Enrique IV los nobles habían alcanzado cada vez más poder. Isabel y Fernando quisieron cambiar el sistema, poniendo límites a las ambiciones personales. Los nobles tenían que obedecer al trono y colaborar con el mismo.
Los nobles contaban con unas rentas que se consideraban suficiente pago por contar con su servicios. Constituían una élite política y militar. Los reyes siguieron dos ideas: confirmar los linajes en los señoríos y solariegos que se habían adquirido legítimamente y no incrementar estos estados por posibles revueltas.
Los reyes perseguían la convivencia entre las administraciones de  los bienes reales, de abadengo (eclesiásticas) y de señorío. El primero era el más importante e hizo que las ciudades se fueran adhiriendo a la Corona.

Este tratamiento a los nobles que vieron cómo su poder se iba desvaneciendo hizo que, tras la muerte de Isabel, Fernando se viera prácticamente sólo ante una nobleza que buscaba nuevos privilegios en el nuevo rey de Castilla, Felipe el Hermoso.

Política

Buscando soluciones eficaces no aplicaron las mismas en los distintos reinos. Castilla contaba con un predominio de la aristocracia.

Isabel, hija primogénita de los Reyes Católicos.
Detalle del cuadro de Fernando Gallego (1440-1507), ©Wikipedia

Se daba mayor importancia a la producción de materias primas. Valencia era la salida al mar de los bienes agropecuarios de la meseta. Aragón contaba con poca población, pero muchos rebaños. Cataluña era la parte más débil ya que arrastraba la deuda de la guerra civil.

El sistema económico beneficiaba sobre todo a las clases altas. Castilla contaba con una ruta marítima de norte a sur que transportaba tejidos y quincalla de los Países Bajos y acababa en los mercados de África que proporcionaban oro.
Los Reyes Católicos quisieron:

  • Crear fuertes reservas interiores de metales preciosos
  • Prohibir la exportación de productos considerados importantes para el mercado interior
  • Reservar las actividades mercantiles a los naturales del país
  • Someter los antiguos privilegios a criterios de utilidad
  • Buscar la calidad en las manufacturas.

El comercio exterior estaba fundado en materias primas y no manufacturas.

A nivel económico los Reyes Católicos intentaron asegurar los bienes del reino guardando metales preciosos y mercancías de valor, como el trigo, favoreciendo su entrada y dificultando su salida. Estabilizaron la moneda de oro para hacer frente al problema de los precios. Los recursos con los que contaban aumentaron considerablemente debido a tres factores:

  • Gestión adecuada de los impuestos indirectos (minas, salinas, etc)
  • Recuperación de las rentas patrimoniales con rescate de la deuda pública
  • Reversión en el tesoro público de una parte de las rentas de las Órdenes Militares
El Rosellón

En 1462 los catalanes se rebelaron (Guerra de los Remensas)  contra Juan II, padre de Fernando el Católico. Este firmó el Tratado de Bayona con el rey francés, Luis XI, que se comprometía a ayudarle con armas y dinero a cambio de recibir Cerdaña y el Rosellón. Al finalizar la Guerra (1472) los enfrentamientos entre Francia y Aragón siguieron hasta la firma del Tratado de Barcelona (1493) en que Carlos VIII de Francia devolvió los condados a Fernando el Católico.

Por otro lado, mientras se llevaban a cabo los enfrentamientos entre Francia y Aragón por el reino de Nápoles, el rey francés, Luis XII invadió los territorios del Rosellón para desviar la atención de Fernando el Católico a esta zona.  Esta “Campaña del Rosellón” finalizó con la retirada de las tropas francesas ante las tropas lideradas por Fernando.

Nápoles
‘Juan de Castilla’, anónimo, ©Wikipedia

Tanto Francia, Luis XII, como Fernando querían apoderarse del reino de Nápoles. Firmaron un tratado secreto en Granada en 1500. Francía se quedaría con la parte norte de Nápoles y Aragón con la zona sur. Pronto hubo desavenencias entre ambos gobernantes y comenzó la Guerra de Nápoles que duraría hasta 1504 con la victoria final de Aragón. Nápoles fue entonces un virreinato de Aragón hasta 1707.

Con la unión de los reinos de Castilla y Aragón se llega a un ejercicio del poder en dos niveles. Por un lado estaban los reyes, su justicia, su moneda, sus leyes y su política exterior, por el otro las instituciones de cada reino que también administraban sus recursos.

Religión

Se quería identificar religión cristiana con el reino. Sólo los bautizados podían considerarse súbditos del rey y ampararse en sus leyes. Según la religión católica la vida es sólo un tránsito a la vida eterna en la que todos deberán rendir cuentas, sobre todo los reyes. Así los monarcas debían facilitar este acceso a la vida eterna a sus súbditos y eliminar cualquier obstáculo.
En España convivían católicos, judíos y musulmanes aunque formaban comunidades distintas. Tanto judíos como musulmanes debían cumplir dos condiciones: no estar en ninguna institución y abonar una cantidad determinada de dinero.

La Iglesia había establecido la Inquisición en el siglo XIII para que los monarcas no juzgaran los delitos de herejía. Sin embargo Isabel y Fernando intervinieron en la elección de los jueces y la Inquisición se convirtió así en un órgano del Estado. También participaban en la selección de los futuros obispos, sobre todo para evitar los abusos que se estaban cometiendo desde Roma y convertir a los obispos en magistrados de la monarquía.

Los llamados cristianos viejos pensaban que los conversos judaizaban. Por ser este un delito contra la fe estaba sujeto a los tribunales de la Inquisición.  Por su parte la población judía estaba más preparada a nivel intelectual que el pueblo cristiano. Tenía mejores usos higiénicos y eran más solidarios. Pagaban un tributo al reino que les permitiía residir, tener propiedades, comerciar y aplicar la justicia por ellos mismos. En las Cortes de Madrigal (1476) se estableció que debían llevar una rodela bermeja que los identificaba como tales y vivir en las juderías.  Se intentó conseguir que tanto judíos como musulmanes se convirtieran a la “fe verdadera”, al no conseguir cifras relevantes de conversiones aumentó el antijudaísmo. En un primer momento los judíos encontraron apoyo en los reyes.

Las principales acusaciones contra los conversos eran:

  • Seguían practicando la religión judía
  • Acumulaban riquezas
  • Practicaban la brujería

La Inquisición no tenía poder para juzgar a los musulmanes o judíos, sólo a los cristianos, de ahí su feroz persecución a los conversos.
Cualquiera podía denunciarles desde el anonimato. Sin duda el nombe más conocido dentro de la leyenda negra es Tomás de Torquemada, Inquisidor General al que se le atribuyen entre 2.000 y 100.000 muertes, según el autor.

‘Juana de Castilla’ por Juan de Flandes (1460 – 1519), © Wikipedia

Con el tiempo, el problema religioso fue aumentando llegándose a una expulsión de los judíos primero en Andalucía. En 1484 ya no quedaban judíos en Sevilla. Muchos de ellos fueron a Portugal de dónde también serían expulsados más tarde. Otros partieron a Italia, Imperio Turco y Próximo Oriente. Se llamaban a si mismos sefardíes (españoles) y mantienen hasta hoy su lengua, derivada del castellano antiguo.

La Inquisición se sustentaba en dos definiciones:

  • Herejía (presentar las verdades de la fe en forma distinta a como las propone la Iglesia)
  • Apostasía (negación parcial o total de esa misma fe).

Para los Reyes Católicos fue de importancia el mejorar el nivel intelectual de los clérigos al tiempo que quisieron mejorar las malas costumbres en que habían caído los eclesiásticos. Se dio mucha importancia a la música y la literatura. Sobre todo Isabel quería terminar con el concubinato de eclsiásticos y que viviesen con dignidad.
Había una total interdependencia entre Iglesia y Estado.

Las Cortes

Durante su reinado Isabel celebró dos sesiones de Cortes.

  • Madrigal (1476) en las que se estableció la Hermandad y las relaciones entre la Corona, los nobles y la Iglesia.
  • Toledo (1480) en las que se establecieron las reformas que se siguieron durante los veinte años posteriores.

Poco a poco se fue contando con más ‘profesionales’ para ciertos puestos, de ahí el gran número de juristas en la administración. Los Reyes apoyaron el desarrollo de las Universidades, todavía consideradas como parte de la Iglesia. Se impidió la práctica de la Medicina a quien no hubiera superado ciertas pruebas.

La Reconquista de Granada

Granada era un señorío reservado a musulmanes que debían pagar un tributo. Aprovechando las dificultades de la monarquía durante la etapa de la guerra de sucesión, se negó a pagar el vasallaje. Una vez asentados en el trono, los Reyes, en un primer momento, exigieron que se restableciera el pago de los tributos, pero Muley Hacen, emir de Granada, se negó. La ciudad era de tamaño pequeño pero contaba con la posible ayuda de los reinos musulmanes del norte de África. La guerra para recobrar Granada duró diez años (1482 – 1492) con diversos altibajos y dependiendo de la época del año que propiciase más o menos las incursiones. Mulay Hacén fue derrocado el mismo año 1482 por su hijo Boabdil. Se unió a su hermano, el Zagal, para combatirlo. Murió poco después nombrando al Zagal heredero del emirato. Boabdil había sido capturado por los Reyes Católicos. Fue liberado tras jurarles vasallaje. Llegó a un acuerdo con el Zagal. Boabdil quedaría al frente de la Alhambra y el Zagal a la cabeza de las demás ciudades importantes musulmanas.  En 1487 el Zagal se declaró vasallo de los Reyes Católicos tras varias derrotas y finalmente, en 1493 Boabdil entregó Granada. La reconquista había terminado.

América

Cristóbal Colón llevaba ya tiempo buscando apoyo financiero a su proyecto de llegar a las costas de Japón y China navegando hacia el oesta en vez de siguiendo la costa africana.

María, reina de Portugal, anónimo, ©Wikipedia

La idea de llegar a las Indias navegando en dirección oeste abría grandes expectativas a la expansión del Cristianismo. Isabel quería que se instruyese a los indios en la fe cristiana considerándolos súbditos como los demás habitantes del reino; además se propuso crear establecimientos  permanentes para el comercio.  La reina prohibía esclavizar a los indios, aunque de hecho no se prohibia la esclavitud de los africanos.  Una vez descubierto el nuevo continente una serie de acciones negativas de Colón, como ejecutar penas de muerte sin que estas fueras conocidas y confirmadas por el Consejo, hizo que la buena relación con los Reyes se trastocara y se le ordenara regresar quitándole sus privilegios.

Descendencia

Los Reyes Católicos comprendieron rápidamente la posibilidad que se abría a la expansión del poder a través de enlaces matrimoniales convenientes.

Isabel (1470 – 1498)

Su hija mayor, Isabel se casó con el el príncipe heredero de Portugal, Alfonso. Sin embargo Alfonso murió al poco tiempo por una caída de un caballo. Isabel regresó a Castilla. Decidió meterse a monja, pero los Reyes Católicos pactaron un nuevo matrimonio con Manuel, el nuevo rey de Portugal. Al morir inesperadamente el heredero de Castilla y Aragón, el príncipe Juan, Isabel y Manuel se convirtieron en los herederos de la corona. Regresaron a Castilla donde Isabel dió a luz a su hijo Manuel. Ella falleció a causa del parto y el niño, el deseado heredero que aseguraba la continuación del linaja de los Reyes Católicos murió también a los dos años de edad.

Juan (1478 – 1497)

El heredero de la corona fue un niño muy protegido y de frágil salud. Era la esperanza de futuro de los Reyes Católicos. En 1497 se casó con Margarita de Austria, hermana de Felipe el Hermoso e hija del emperador Maximiliano I de Habsburgo. Medio año después de la boda murió, se cree que a causa de la tuberculósis. Su mujer dió a luz una niña que murió en el parto. Así los nuevos herederos de la corona eran su hermana mayor Isabel y su marido el rey de Portugal.

Juana (1479 – 1555)

Juana, conocida como ‘la loca’ se casó con Felipe el Hermoso en 1496 con el que tuvo 6 hijos. Su estado mental hizo que tanto su marido, como su padre e hijo, Carlos, la recluyeran para ejercer la regencia.

Catalina, reina de Inglaterra por Juan de Flandes (1460 – 1519), ©Wikipedia

María (1482 – 1517)

Tras la muerte de su hermana mayor, María se casó con su viudo, Manuel, rey de Portugal. Entre 1502 y 1516 tuvieron 10 hijos. La segunda de sus hijas, Isabel, se casaría posteriormente con Carlos I.

Catalina (1485 – 1536)

Catalina debía casarse con el heredero a la corona de Inglaterra. Fernando pretendía con esto:

  • Una alianza militar que le permitiera reclutar soldados en Inglaterra
  • Un reglamento para equiparar los súbditos castellanos ocn los británicos en cuanto a comercio
  • Una alianza matrimonial con el Príncipe de Gales.

Primero se casó con Arturo, heredero del trono de Inglaterra. Éste murió sin que hubiesen consumado el matrimonio por lo que, posteriormente se casó con el futuro Enrique VIII de Inglaterra. Fue un matrimonio muy feliz durante muchos años hasta que el rey se encaprichó de Ana Bolena y quiso invalidar el matrimonio negando la virginidad de Catalina al casarse. Nunca logró que ella cediera ya que mantuvo hasta su muerte que era la esposa legítima del rey. Su hija María sería reina de Inglaterra y conocida como ‘Bloody Mary’ -María la sangrienta-. Fue la segunda esposa de Felipe II. Catalina fue siempre la auténtica reina para el pueblo inglés. Mostró una gran entereza y unas firmes creencias.

Fernando sin Isabel

Isabel la Católica falleció en 1504. Tras su muerte Fernando el Católico se vió enfrentado a uno de los problemas más graves de todo su reinado: la corona de Castilla quedaba en manos de su hija Juana y su esposo, Felipe el Hermoso. Éste había demostrado con creces su intención de apartar a Juana del trono y reinar él mismo. Además era partidario del rey francés, enemigo de Castilla. Aunque en el testamento la reina Isabel había previsto la posible incapacidad de su hija nombrando a Fernando regente en un caso así, los nobles apoyaron mayoritariamente a Felipe el Hermoso. Durante el reinado de los Reyes Católicos habían visto mermado su poder y querían recuperarlo a toda costa. Felipe el Hermoso retribuía generosamente la ‘fidelidad’ de estos nobles.

Segundo matrimonio

Ante la posibilidad de que un extranjero reinara en Castilla, Fernando optó por un segundo matrimonio.

Germana de Foix, anónimo, ©Wikipedia

Esta vez con la sobrina del rey francés, Germana de Foix. Era una manera de eliminar la enemistad con Francia que hasta entonces había favorecido a Felipe el Hermoso y, por otro, abrir la posibilidad a un nuevo heredero. De hecho tuvieron un hijo que murió a las pocas horas de nacer.

Fuera de Castilla

Finalmente no le quedó a Fernando más remedio que retirarse a su reino de Aragón (1506) dejando a su yerno Felipe al frente de Castilla. Decidió irse al reino de Nápoles donde Gonzalo Fernández de Córdoba, el Gran Capitán, ejercía las funciones de virrey. Quiso el destino que nada más llegar Fernando a Nápoles, muriera Felipe el Hermoso. Fernando volvía ser regente. Tras un espacio de tiempo en que el cardenal Cisneros actuó en su nombre, Fernando regresó a Castilla.

En los siguientes años, hasta su muerte en 1516, Fernando se centró sobre todo en los temas italianos, la expansión en África y la incorporación de Navarra. Aunque intentó tener más descendencia parece ser que ese mismo afán acabó con su vida.

Llegaba ahora la época de la reina Juana, que iba a ver truncado su reinado por sus desvaríos y que dió lugar al reinado del primer Habsburgo en España, Carlos I.

Fuentes:
Varios autores: ‘Monarquía e Imperio: El reinado de Carlos V’; El País, 2007
Penella, Carmen: ‘Isabel la Católica’; Ediciones Urbión, 1983
Márquez de la Plata, Vicenta: ‘El trágico destino de los hijos de los Reyes Católicos’, Prisa Ediciones 2007
Fernández Álvarez, Manuel: ‘Isabel la Católica’, Espasa, 2003
Suárez, Luis: ‘Isabel I Reina’;  Ariel 2013
Bermejo de la Rica, Antonio: ‘El triste destino de Enrique IV y la Beltraneja’; Editorial lepanto 1943 (?)
Vizcaíno Casas, Fernando: ‘Las mujeres del Rey Católico’;  Círculo de Lectores, 1988

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