Hace unos días se presentó en Caixaforum la exposición ‘Toulouse-Lautrec y el espíritu de Montmartre‘ comisariada por el crítico de arte y especialista en el tema, Phillip Dennis Cate. Asistieron también Elisa Durán, directora general adjunta de la Fundación Bancaria ‘la Caixa’ e Isabel Fuentes, directora de CaixaForum Madrid.
Se exponen más de 300 obras, tanto pinturas como carteles, ilustraciones, etc.
Montmartre era un barrio de las afueras de París, pobre y marginal. Fue así un lugar económico para vivir y poco a poco una serie de artistas e intelectuales fueron reuniéndose en él. En poco tiempo se convirtió en el centro artístico e intelectual de París, atrayendo a visitantes de los más diversos lugares. Con la llegada de los artistas vino también la apertura de cafés y cabarets, lugares de reunión habituales para sus tertulias y momentos de diversión.
En 1881 Rodolphe Salis fundó el cabaret ‘Le Chat Noire‘ donde se reunían los afines a ‘Les Arts Incohérents‘, las Artes Incoherentes, quienes influyeron de forma decisiva en la vanguardia artística de París siendo considerados como precursores del dadaísmo, surrealismo y el arte conceptual.
Montmartre fue el centro de lo radical, lo antiburgués y anti-sistema. Los artistas no tenían por qué limitarse a un sólo aspecto del arte: un pintor podía ser también músico, un músico escritor o un escritor dibujante de carteles. Exponían sus obras en los cafés y cabarets llegando a un público completamente distinto al que visitaba los museos.
Sus temas preferidos eran la vida cotidiana que les rodeaba, las fiestas, los bailes, las prostitutas. Miraban la sociedad establecida desde un punto de vista crítico e irónico. Todo podía criticarse, eran independientes y expresaban sus pensamientos acerca de la realidad social y política sin tapujos.
Ya en 1885 el ‘Chat Noire‘ se trasladó a un local más grande y al año siguiente el artista Henri Rivière presentó el teatro de sombras. Hasta ese momento el teatro de sombras se había reducido a un entretenimiento familiar. Ahora era una auténtica representación teatral, muy compleja a nivel técnico y que incorporaba los elementos que serían característicos del posterior cinematógrafo: movimiento, color y sonido.
Otro aspecto a destacar es la importancia de las publicaciones periódicas que desde 1875 podían incluir ilustraciones en blanco y negro. Hasta ese momento el dibujo se había utilizado como método preparatorio para el cuadro final. Ahora era un fin en sí mismo.
Posiblemente el medio que más nos recuerde a los artistas del ‘fin de siècle‘ sean los carteles publicitarios de los cabarets, conciertos o salas de baile. En ellos aparecen personajes reales de la vida cotidiana de Montmartre, incluso las siluetas del teatro de sombras.
Toulouse-Lautrec pintó una parodia del cuadro de Puvis de Chavannes, ‘El bosque sagrado’, incluyendo a miembros de su grupo.
Es, sin duda, una exposición que merece ser visitada, tanto por el especialista como por el profano y que gustará a todos.
La exposición podrá visitarse hasta el 19 de mayo.
Los lunes de marzo a las 19:30 hay previstas una serie de conferencias.
Fotografías: Rafael Castañeda Velasco