Antonio Cánovas del Castillo

Infancia y juventud

Antonio Cánovas del Castillo nació en Málaga en 1828. Era el mayor de seis hermanos. Su padre, Antonio Cánovas García era maestro en el Colegio de San Telmo para huérfanos del Ejército y de la Marina. Además fundó un colegio que también dirigía. Su madre, Juana del Castillo Ibáñez era de una familia ilustre, aunque sin medios económicos.

Indomable y estudioso

Su padre instruyó al joven Cánovas sobre todo en matemáticas de cara a una carrera técnica. Parece ser que de niño era bastante indomable y se metía frecuentemente en peleas. Nunca se preocupó mucho de su aspecto personal y, desde muy jovencito le gustaban de igual manera el estudio y las mujeres. Era conocido por su sentido del humor. La muerte del padre, acaecida en 1843, supuso un fuerte golpe para la economía familiar, ya de por sí no muy boyante. La madre tuvo que vender algunos terrenos y Antonio consiguió el puesto de ayudante en el Colegio de San Telmo mientras seguía estudiando. Dos años después fundó la revista ‘La Joven Málaga’. Juana del Castillo pidió a un primo suyo que vivía en Madrid, Serafín Estébanez Calderón, que se hiciera cargo de Antonio al tiempo que le hacía conocer los trabajos periodísticos de éste.

Serafín Estébanez Calderón por Bartolomé Maura y Montaner, ©Wikipedia

 

Un tío bien relacionado

Serafín Estébanez Calderón y su mujer, Matilde Livermoore y Salas no tenían hijos y se hicieron cargo de su sobrino. Estébanez escribía con el pseudónimo de ‘El Solitario’ y contaba ya con una brillante carrera política.
Antonio Cánovas trabajó primero como escribiente, pero poco después, a través del Marqués de Salamanca, concuñado de Estébanez, fue empleado en la compañía del ferrocarril que se estaba construyendo para el trayecto de Madrid a Aranjuez.

En 1846 Cánovas se matriculó en la Facultad de Jurisprudencia licenciándose en 1853. Además estudió Filosofía e Inglés. Escribió alguna obra de teatro que nunca fue publicada y poesías que sí publicó. Participaba en las tertulias del Ateneo y en las del café Suizo y la Esmeralda.
Tras la caída del gobierno de Narváez en 1847 consiguió, a través de su tío, que era amigo del Ministro de la Gobernación, Benavides, que le emplearan de meritorio en ese Ministerio. En aquel momento el presidente era Joaquín Francisco Pacheco perteneciente a los ‘puritanos’, que sentían un total respeto por él al tiempo que defendían el entendimiento y la alternancia con los progresistas. El Marqués de Salamanca fue Ministro de Hacienda en este gobierno. Eran los más liberales de los moderados. El sector central de los moderados estaba en manos de Narváez. Eran autoritarios y defendían el monopolio del poder.

Joaquín Francisco Pacheco por Antonio María Esquivel, ©Wikipedia

Mientras tanto Cánovas seguía también con su afición al periodismo. En 1848 estaba en la redacción de ‘La Patria’ siendo su director el año siguiente, aunque duró poco ya que el periódico fue comprado por Manuel Pavía y Lacy que le dió un tono más moderado. Tras dejar la redacción, Cánovas siguió publicando artículos en otros periódicos.

A principios de los años 50 publicó sus primeras obras literarias. Trabajó ordenando el archivo del general O´Donnell a quién estaría ya vinculado hasta la muerte de éste en 1867.

Leopoldo O’Donnell por Raimundo de Madrazo, ©Wikipedia

Madurez

Revolución de 1854

Cánovas participó en la revolución de 1854, redactando el ‘Manifiesto de Manzanares’ por el que los generales sublevados intentaron que se les uniera el partido progresista. Isabel II llamó a Espartero para que formara un gobierno de mayoría progresista siendo O´Donnell Ministro de la Guerra y Pacheco Ministro de Estado.

Manifiesto de Manzanares, ©Wikipedia

 

Con el tiempo Cánovas no se sintió satisfecho del resultado de esta revolución, ya que el beneficiado fue Espartero, por el que no sentía ninguna simpatía. Sin embargo también él consiguió algún provecho, ya que trabajó en el Ministerio de Estado y fue, además, diputado por Málaga a las Cortes.

Estancia en Italia

Desde 1855 a 1857 vivió en Roma como encargado de la Agencia de Preces, única representación española en los Estados Pontificios tras la ruptura de relaciones con el Vaticano en julio de 1855. Parece ser que el motivo de que se fuera a Roma era su mala relación con los progresistas lo que resultaba negativo para su superior político, O´Donnell, ministro en aquel entonces. Disfrutó de su estancia en Italia viajando todo lo que pudo, escribiendo y leyendo mucho y, además, con unos ingresos sustanciosos por el puesto que ocupaba.

Cargos políticos

Cuando volvió a España fue primero Gobernador Civil de Cádiz y después estuvo en el Ministerio de la Gobernación junto a Posada Herrera (gobierno de la Unión Liberal entre 1858 y 1863) como Director General de Administración y después como Subsecretario.

Su primer puesto como Ministro de Gobernación fue en el gobierno de Alejandro Mon (1864), coalición entre moderados y unionistas. Suplió frecuentemente al presidente. Hizo que se restableciera la Constitución de 1845 además de redactar nuevas leyes de reunión, imprenta, delitos electorales e incompatibilidades.

Alejandro Mon por Vicente López,©Wikipedia

En el gobierno presidido por O´Donnell (1865) fue nombrado Ministro de Ultramar. Al año siguiente Narváez volvía a estar en el gobierno y fue criticado por Cánovas lo que le valió el destierro a Palencia y después a Carrión de los Condes. Fue elegido diputado y pudo regresar a Madrid. Estaba en contra de la política intransigente del partido moderado.

Primera boda

En 1860 se casó con Concepción Espinosa de los Monteros y Rodrigo de Villamayor, hija de los barones del Solar de Espinosa. Lamentablemente su mujer murió cinco años después y también una hija del matrimonio poco después de nacer.

Mientras duró su matrimonio, Cánovas dejó prácticamente su vida social a la que volvió al enviudar. Era muy admirado por las mujeres a pesar de ser bizco y de tener un tic nervioso. Era conocido por su labia que embelesaba a las féminas. Sin embargo no gustaba demasiado a las clases populares. En esta época ingresó en las Reales Academias de Historia y de la Lengua.

La Gloriosa

Tras la muerte de O´Donnell progresistas y demócratas y unionistas conspiraron para derrocar a la reina. Cánovas no se unió a esta rebelión sino que se dedicó a publicar sus obras literarias y a la investigación histórica. Tras el triunfo de la revolución, Cánovas se mantuvo independiente. Fue elegido para las Cortes Constituyentes como cabeza de un grupo ‘liberal-conservador’. Desde un principio estuvo a favor de Alfonso de Borbón como rey de España pero sin volver a la monarquía de Isabel II. Quería una monarquía guiada por los principios de libertad, concordia, no excluyente y, sobre todo, constitucional.

Gobierno provisional de 1869: Figuerola, Sagasta, Ruiz Zorrilla, Prim, Serrano, Topete, López de Ayala, Romero Ortiz y Lorenzana (Fotografía J. Laurent /Wikipedia)

Prim, Amadeo de Saboya y la República

Una vez que la reina Isabel II estaba ya en el exilio, había que buscar una nueva solución al gobierno del país. El nuevo gobierno tenía al general Serrano a la cabeza y junto a él estaban personalidades como Sagasta, Ruiz Zorrilla, López de Ayala y Prim como ministro de la Guerra. Francisco Pi y Margall apostó por una República Federal, pero no consiguió suficientes apoyos. La propuesta de Prim de una Monarquía Constitucional ganó la batalla. Ahora era el momento de buscar un nuevo rey. Tras diversos avatares el elegido fue Amadeo de Saboya. Justo antes de entrar en el país perdió a su más válido defensor, el general Prim que murió asesinado.

Durante el reinado de Amadeo de Saboya, Cánovas se mantuvo en la sombra, dedicándose a sus libros. Para él era fundamental la restauración borbónica en la figura de Alfonso XII. Para ello precisaba de la abdicación de Isabel II lo que ocurrió el 25 de junio de 1870.

Cánovas en 1869 por Santiago Llanta y Guerín, ©Wikipedia

En 1873 Amadeo de Saboya abdicó de la Corona y el Congreso y el Senado reunidos en Asamblea Nacional aprobaron la propuesta de Pí y Margall pidiendo que se proclamase la República.
Sin embargo uno de los problemas principales de la República fue la hostilidad existente entre Nicolás Salmerón, presidente de la Asamblea Nacional y Emilio Castelar, presidente del Poder Ejecutivo. Tras una sesión maratoniana de la Asamblea en la que Castelar defendía una república unitaria y centralista mientras que sus opositores reclamaban una república federal, los votos le fueron contrarios. Cuando se iban a contar los votos para designar al nuevo presidente de la República el general Pavía dió un golpe de estado entrando en el Congreso y consiguiendo que los parlamentarios se dispersaran.

Golpe de estado del general Pavía en la ‘Ilustración Española y Americana’, ©Wikipedia

Ese mismo día, era el 3 de enero de 1874, reunió en las cortes a los tres capitanes generales de Madrid: general Serrano, general Gutiérrez de la Concha y general Zavala , a los almirantes Juan Bautista Topete y Beranguer; a los representantes de los principales partidos:
Constitucionales: Sagasta y Alonso Martínez
Radicales: Cristino Martos, Nicolás María Rivero, Montero Ríos y Manuel Becerra
Republicanos unitarios: García Ruiz  y
Alfonsinos: Cánovas y Elduayen

Práxedes Mateo Sagasta por Casado del Alisal, ©Wikipedia

Castelar fue invitado pero no quiso asistir a esta reunión. Se suspendieron las garantías constitucionales y se disolvieron las Cortes. Se quería formar un gobierno fuerte no extremista y se nombró al general Serrano presidente sin definir todavía qué tipo de régimen iba a haber.

Tras diez días del golpe de estado cayó Cartagena, último reducto del republicanismo federal. El nuevo gobierno se dedicó a partir de ese momento a luchar con todas sus fuerzas contra el carlismo.

Defensor de la Restauración

Cánovas ya era una de las personas clave en la vida española. Su deseo era que Alfonso de Borbón regresara al país al ser proclamado por las Cortes, sin embargo se le adelantó el general Martínez Campos proclamando rey a Alfonso XII en Sagunto en diciembre de 1874.

General Arsenio Martínez Campos por Federico Madrazo, ©Wikipedia

Aunque Cánovas temió que esto perjudicara sus planes, al final todo salió según lo previsto. La Restauración no se encontró ni con la resistencia de los militares ni de los civiles. Se constituyó un Gobierno de regencia presido por Cánovas y con personas de todos los grupos monárquicos. Cánovas buscaba una base legal amplia para sustentar el poder del estado. Sagasta estuvo de acuerdo en entrar en la alternancia de poderes. Se redactó una nueva Constitución en 1876. La soberanía estaba en la Nación y era ejercida por las Cortes con el rey.

Al año siguiente Cuba se levantó en armas. El conflicto fue resuelto por el General Martínez Campos que derrotó a los insumisos. En enero del 78 se firmó la ‘paz de Zanjón’. En los años siguientes Cánovas estuvo en el poder  hasta que en 1881 le siguió Sagasta. Sin embargo tres años después Cánovas volvería a ser presidente del Consejo de ministros.

Manuel Ruiz Zorrilla por Cosme Algarra, ©Wikipedia

En esta etapa se profundizaron los problemas interiores. Uno de ellos fue debido al republicanismo de Ruiz Zorrilla. Sin embargo un problema más grave afectaría al país: la muerte de Alfonso XII en 1885. Cánovas acordó con Sagasta poner todos los medios para garantizar la continuidad de la monarquía. Tras la muerte del rey, Cánovas pidió a la reina regente, María Cristina, que entregase el poder a Sagasta.

Principios políticos

Tras los fracasos del reinado de Isabel II, de Amadeo de Saboya y de la Ia República, Cánovas pudo poner en práctica sus principios políticos. Para él los problemas básicos eran la desobediencia militar de cara al poder civil y el poco desarrollo industrial del país. La solución estaba en la política.

Tumba de Cánovas en el Panteón de Hombres Ilustres en Madrid, ©RCastañeda

Lo primero era alejar a los militares del poder político y después unir a los liberales alrededor de un programa común. La Constitución de 1876 permitió dotar de legalidad al sistema: la soberanía era compartida por el Rey y las Cortes y se reconocían los derechos del individuo. En cuanto al espinoso tema religioso eligió la vía de la tolerancia (no al monopolio católico, ni libertad de cultos). El sistema político preveía la alternancia en el poder de los dos partidos fundamentales del país bajo el arbitraje de la Corona. La alternancia sería del partido conservador de Cánovas y del liberal de Sagasta. La política de Cánovas influyó en la economía, las relaciones internacionales y las colonias.

Segunda boda

En 1887 volvió a contraer matrimonio. Su segunda mujer fue Joaquina de Osma y Zavala, hija de los marqueses de La Puente y Sotomayor. Ella era casi treinta años más joven que él. Tuvieron un hijo que murió al poco de nacer. Vivieron en un palacete al final del Paseo de la Castellana (donde está hoy la embajada americana). Parece ser que fue un matrimonio feliz.

Cánovas en 1896 por Madrazo, ©Wikipedia

Cánovas siguió con sus aficiones históricas y dirigió la Academia de la Historia. Apoyó la publicación de la Historia General de España. También fue miembro de la Real Academia de las Bellas Artes, de Ciencias Morales y Políticas y de la de Jurisprudencia y Legislación.

Últimos años

En 1890 Cánovas estaba otra vez en el poder, pero los tiempos habían cambiado. Los problemas coloniales se habían profundizado y el país se enfrentaba a fuertes conflictos sociales. Además el propio partido conservador estaba dividido y dentro de sus filas, entre otros, Francisco Silvela abogaban por un partido más moderno y reformador.

Francisco Silvela fotografiado por Kaukak, ©Wikipedia

En 1893 Sagasta estaba al frente del gobierno. En Barcelona, el anaquista Paulino Pallás tiró dos bombas sobre el caballo del general Martínez Campos durante un desfile militar produciendo un muerto y varios heridos, entre ellos el general. El terrorista fue apresado y fusilado. Días después, como represalia por esta muerte, los anarquistas arrojaron dos bombas al patio de butacas del teatro del Liceo. Hubo 18 muertos y más de cien heridos. Se tomaron medidas para erradicar el anarquismo catalán, pero no fueron demasiado efectivas.

Dibujo del atentado en un periódico de la época, ©Wikipedia

Además se abrió otro frente en Marruecos aunque tras un mes de graves sucesos la acción militar logró imponerse.

A principios de 1895 estalló el movimiento separatista en Cuba que contaba con el apoyo de los Estados Unidos que querían dominar la zona antillana. En marzo cayó el gobierno de Sagasta y Cánovas tuvo que lidiar con una situación complicada y con varios frentes abiertos.

Mejor o peor Cánovas fue sorteando las dificultades. En 1897 se decretó la autonomía de Cuba con ciertas restricciones, aunque los separatistas seguían pidiendo la independencia.

Asesinato

En julio de 1897 Cánovas y su mujer estaban en el balneario de Santa Águeda en Guipuzcoa donde iba todos los años desde hacía casi treinta. Allí fue asesinado por el anarquista italiano Michele Angiolillo. Este se justificó alegando que vengaba la muerte de anarquistas españoles torturados en el castillo de Montjuich en un proceso relacionado con la represión de las prácticas terroristas en Barcelona durante los últimos años del siglo XIX.

Asesinato de Cánovas en un periódico de la época, ©Wikipedia

Cánovas y su mujer iban al comedor a mediodía. Él estaba haciendo un poco de tiempo mientras leía el periódico sentado en un banco. Angiolillo bajó de su cuarto en zapatillas para no hacer ruido. Se apoyó en la puerta de cristal y disparó sobre Cánovas alcanzándole con una bala en la cabeza, otra en la yugular y otra en la espalda. El cuarto tiro dió en el techo de la galería al haber agarrado un guardia civil al asesino.

Fotografía de Michele Angiolillo publicada en ‘Blanco y Negro’, ©Wikipedia

El asesinato fue condenado por la prensa moderada internacional, salvo por los periódicos americanos que aprovecharon para exacerbar el problema cubano.

Angiolillo fue ajusticiado a garrote vil en agosto.

Juicio de Angiolillo, ‘Le Petit Journal’, ©Wikipedia

El sistema implantado por Cánovas duró hasta el golpe de estado de Primo de Rivera en 1923, lo que pone de manifiesto su importancia política e influencia en la historia de España del siglo XIX. Es otro de nuestros personajes al que conocemos más por su ‘plaza’ que por lo que hizo. Vale la pena dedicarle unos minutos.

Tumba de Cánovas en el Panteón de Hombres Ilustres, ©RCastañeda

 

Fuentes:

‘Castelar/Cánovas. Grandes figuras de la Historia de España’; Círculo de Amigos de la Historia; Editions Ferni, 1973
Figueroa, Agustín de, Marqués de Santo Floro: ‘Epistolario de la Restauración’; Ediciones Rialp. 1985
VV.AA.: ‘Cánovas y la restauración’;  Catálogo exposición; Centro Cultural Conde Duque 1997

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