Buenas tardes. ¿Habéis salido? Yo no. Prefiero esperar al lunes. Me temo que mañana va a ser un día de mucho trasiego, con eso de que es el día de la ‘Madre’ ya veréis la de gente que se va de ‘visita’. Veremos que pasa.
Después del repaso a los western que dimos ayer, me han pedido que recuerde más series, asi que voy a ello. Hoy podríamos ponernos con los detectives, que de esos había también un montón. Alguno ya lo mencioné en posts anteriores, como Perry Mason, asi que ahí no voy a insistir.
Una que me encantaba era ‘El hombre de C.I.P.O.L.‘ con los personajes de Napoleón Solo (Robert Vaughn) e Illya Kuryakin (David McCallum). A McCallum lo podemos ver ahora en ‘NAVY: Investigación Criminal’ en el papel del forense. Teníamos las carpetas con fotos de ellos, sobre todo de McCallum que a las jovencitas nos gustaba más. Tan rubio él.
Otras muy populares eran ‘Hawai 5.0‘, ‘Mannix‘, ‘Yo soy espía‘, ‘McCloud‘, ‘McMillan y esposa‘, ‘Banacek‘, ‘Las calles de San Francisco‘ y ‘Cannon‘. Hay tantas que por hoy lo dejo aquí. Mañana continuaremos, porque hay algunas realmente buenas.
Ahora os voy a contar lo que era el turismo en Alemania en los años 90, porque es curioso. En 1992 fuimos por primera a Lechbruck, un pequeño pueblo cerca de Füssen (donde están los castillos de Luis II de Baviera). Hay allí lo que llaman un ‘pueblo de vacaciones’, chalets adosados en medio del campo. De hecho lo primero que notas al llegar es el olor a ‘vaca’. En el ‘pueblo’ suelen organizar actividades para niños todas las tardes y tambien alguna fiesta de la cerveza para los adultos. Nada más llegar lo primero que hay que hacer es alquilarse unas bicis, porque se pueden hacer unas excursiones estupendas. Bueno, a lo que iba. En Hohenschwangau, a pocos kilómetros de Füssen estan los dos castillos, ‘Neuschwanstein’ y ‘Hohenschwangau’. Cuando llegas a la zona de ambos, porque están muy cerca uno del otro, hoy en día compras los tickets para visitarlos con un horario e idioma concreto, de forma que no hay que hacer cola para entrar y está todo muy organizado. Pero en el 92 no era así. Primero nos dijeron que podíamos subir andando hasta Neuschwanstein, que era un paseito de nada. Ya, paseito de nada, aquello era una cuesta, peor que la de enero. Además hacía muchísimo calor (es un calor muy húmedo) asi que cuando llegamos a las puertas del castillo nos pusimos a la cola. Que no avanzaba y no avanzaba. Después de casi una hora pasamos por fin la puerta y cual no sería nuestra sorpresa cuando nos dimos cuenta que habíamos entrado en un gran patio donde la cola daba la vuelta al mismo. Ya que llevábamos tanto tiempo, no nos íbamos a ir, asi que ahí seguimos. Cuando nos debía quedar una media hora de repente teníamos delante a un hombre que no habíamos visto antes, asi que le di unos golpecitos en el hombro y le señalé hacía atrás. El tío no dijo ni mu y se fue, pero se lió a hablar con los que teníamos detrás y así logro colarse. Menuda cara dura que como véis hay en todas partes. Cuando entramos nos hicieron la visita guiada y casi no me lo puedo creer. Una señorita con el típico traje bávaro nos explicaba las distintas estancias, luego ponía un cassette donde venía la misma explicación en inglés. ¡En un cassette! ¿Os lo podéis imaginar? Un castillo al que ya por aquel entonces iban casi 3 millones de visitantes al año. Increible. Menos mal que se han puesto las pilas y ahora funciona estupendamente. La verdad es que vale la pena visitar los dos castillos. Neuschwanstein es como de cuento de hadas, aunque (no nos engañemos) contiene una buena porción de kitsch. Hohenschwangau es más habitable. Hay una costumbre en Alemania: veréis que mucha gente va con bastones que tienen un montón de chapas clavadas. Tu tienes tu bastón y en cada sitio que visitas te compras una chapita que vas clavando, asi al final puedes ver dónde ha estado la gente. Es una tontada, pero mola ir clavando las chapas.
Bueno, vale ya por hoy. Ahora los minutos musicales. A ver si os gustan. Un grupo español y otro británico.
Hasta mañana.