Antecedentes
Veamos la situación en la que se encontraba España en el año 1868 y en la que el general Prim tenía que encontrar a un nuevo rey que fuera: liberal, alejado de influencias religiosas, demócrata y de una nacionalidad que no chocara con la política española.
Cuba estaba intentando conseguir su independencia, no había dinero en las arcas, los partidos extremistas llamaban a la revuelta, los partidos políticos que se habían unido para echar a Isabel II de España habían perdido ahora su único nexo de unión. Ante este panorama no era fácil que a alguien le apeteciera ponerse al frente del país.
El general Prim que pensaba que el país necesitaba una monarquía y pronunció la famosa frase » Jamás, jamás, jamás la restauración borbónica, nunca la República». La segunda parte de esta frase es relatada por el Conde de Romanones, testigo de la época.
Veamos los candidatos:
- En Italia se ofreció la corona a Amadeo de Saboya. Era el segundo hijo de Victor Manuel II, rey de Italia, pero Victor Manuel propuso que mejor se la ofrecieran a Tomás de Saboya, duque de Génova, su sobrino. Era hijo de Fernando, hermano del rey , pero era menor de edad y su madre rechazó el ofrecimiento, parece ser que ‘animada’ por Napoleón III al que el candidato le parecía tener demasiadas afinidades con Inglaterra. Además Eugenia de Montijo, su esposa, era acérrima defensora de la restauración con Alfonso XII al frente.
- En Portugal reinaba Luis I. Su hermano Augusto era una posibilidad, pero fue rápidamente descartado porque al parecer no era muy espabilado. Así se pensó en el padre de Luis I, Fernando II. Pero parece que éste ya había prometido apoyar a Montpensier si se presentaba la oportunidad y, además no tenía ningún interés que en un posible futuro se unieran las coronas de España y Portugal. Por otro lado, su mujer había fallecido y mantenía una relación con Elise Hensler, una cantante de opera suiza que se convertiría en su segunda esposa.
Con esto quedó completamente descartada la posibilidad portuguesa. Aun así era una candidatura apoyada por Francia que no quería ver un alemán en el trono de España porque ahora los ojos se dirigieron hacía:
- Alemania. Allí estaba Leopoldo von Hohenzollern, yerno y recomendado del antes mencionado Fernando II (lo que no quería para sí, bien que se lo quería endiñar a su yerno….).
Contaba este candidato también con el apoyo de Bismarck. Según el Conde de Romanones fue una estrategia de Bismarck para alentar la guerra con Francia sin aparecer como responsable de la misma. Ver en el trono español a un alemán sería una ofensa para Francia que se vería obligada a declarar la guerra. Napoleón III en principio sólo apoyaba la Restauración con Alfonso XII. Prim no estaba de acuerdo con tantas presiones por parte de Francia. Pensaba además que estas habían propiciado en si día el desastroso matrimonio de Isabel II. Leopoldo von Hohenzoller sí tenía claro que si aceptaba el trono la guerra entre Francia y Prusia era inevitable y no quería ser responsable de ello. Aun habiendo renunciado al trono la guerra no se evitó.
- Entremedias se pensó también en Baldomero Espartero, pero este no quiso saber nada se ocupar el trono de España. Posiblemente fuera este el momento en que el general Serrano pensó que por qué no iba a ser él el nuevo rey. Sin embargo Prim no le tenía en su ‘lista’. Además su relación no era demasiado buena, quizás alimentada también por las esposas de ambos, rivales en el día a día.
El general Prim veía agotarse el tiempo para encontrar un nuevo rey. Le preocupaba la guerra franco-prusiana aunque no tenía dudas acerca del resultado final, teniendo en cuenta la falta de material de Francia. Por fin Amadeo de Saboya aceptó la corona quizás pensando en que si lo hubiera hecho antes se habría evitado la guerra.
Cuando las cortes votaron, el resultado en votos fue el siguiente:
-
- Amadeo = 191
- Montpensier = 28
- Espartero = 8
- República federal = 60
- Duquesa de Montpensier = 1
- Príncipe Alfonso = 20
- En blanco = 20
El nuevo rey
Amadeo de Saboya, nació en Turín en 1845 y era el tercer hijo de Victor Manuel II de Italia y su esposa María Adelaída Francisca, hija de Raniero, archiduque de Austria.
Era un ferviente católico, valiente en las batallas en que participó, sin grandes ambiciones y muy mujeriego. Desde el principio no estuvo convencido de ser el mejor candidato, le sorprendió que los emisarios españoles no tuvieran mayor recato en hacerle ver sus propias aspiraciones. Además se recibían noticias de posibles atentados, lo que no hacía que el reinado fuera muy apetecible. Parece ser que en el fondo tenía un gran sentimiento de culpa al no haber aceptado cuando le ofrecieron el trono por primera vez, ya que quizás habría podido evitar así la guerra entre Francia y Alemania.
Vida en Italia
La futura reina
María Victoria del Pozzo de la Cisterna y Merode nació en París en 1847 en el seno de una familia aristocrática muy rica y de pensamiento liberal.
Su padre era Carlos Manuel del Pozzo y estuvo ligado a la familia Bonaparte. Tras la caída de Napoleón, la zona del Piamonte a la que pertenecía Carlos Manuel del Pozzo estaba en manos del absolutista emperador de Austria. Carlos Manuel ingresó en una sociedad secreta, La Carbonería, que perseguía la independencia del Piamonte y la unificación de los reinos italianos bajo los Saboya. Los Saboya estaban entonces en Cerdeña. Al no tener descendientes Carlos Félix de Cerdeña, su sucesor era su sobrino, Carlos Alberto de Saboya-Cariñano. Tras unos disturbios en Turin en 1821, Carlos Alberto delató a varios de sus seguidores, entre ellos a Carlos Manuel del Pozzo. Este tuvo que huir y sus posesiones fueron confiscadas. En 1831 Carlos Alberto de Saboya subió al trono y ordenó que se le devolvieran todas sus posesiones. Aun así, Carlos Manuel no quiso volver a Turin mientras el rey viviera. Se dedicó a viajar y en Bélgica conoció a Luisa de Merode con la que se casó en 1846. El tenía 57 años y ella 27. María Victoria nació al año siguiente. En 1851 nació la segunda hija del matrimonio.
En 1849 el rey Carlos Alberto abdicó en su hijo, Victor Manuel II de Saboya que lideró la unificación de Italia. Carlos Manuel del Pozzo regresó a Italia. Aunque el rey le nombró senador del reino, renunció a sus cargos políticos en aras de mantener su independencia ideológica. Se dedicó a gestionar su patrimonio, a la beneficencia y a la educación de sus hijas.
Evidentemente la figura paterna tenía que influir en sus dos hijas. Mientras su madre les enseñaba los principios religiosos cristianos y la caridad, su padre se preocupó de que recibieran un buena educación cultural y espiritual. Aprendieron literatura, ciencias, física y matemáticas. María Victoria además llegó a dominar siete idiomas. A pesar de su riqueza, las niñas fueron educadas en un ambiente austero en el que destacaba el sentido del deber y del honor.
Carlos Manuel murió repentinamente en 1864. Un mes después murió también su segunda hija, Beatriz, a los trece años.
La Rosa de Turín y el heredero
Estos dos hechos hicieron que María Victoria y su madre se apoyaran mutuamente. Vivían casi recluidas, con un estilo de vida muy austero, dedicadas a la gestión de su patrimonio. Un año después del fallecimiento de su padre, madre e hija viajaron a Italia aprovechando el sexto centenario del nacimiento de Dante. Visitaron también París y Bruselas. A María Victoria se la conocía como «la rosa de Turin». Tenía 18 años.
Un príncipe austero
Amadeo de Saboya era hijo del rey Victor Manuel II y María Adelaida Habsburgo-Lorena. Tenía cuatro hermanos. Una hermana estaba casada con Napoleón José Bonaparte, primo de Napoleón III. Otra con el rey Luis I de Portugal. Los tres chicos seguían solteros. Fueron educados en un ambiente sencillo y de costumbres rigurosas. Su padre les inculcó valores militares, la disciplina, la austeridad y el amor a la vida al aire libre y el ejercicio físico.
Victor Manuel había unificado el norte de Italia. Guiseppe Garibaldi unificó el sur tras derrotar a los Borbones-Dos Sicilias y conquistar los Estados Pontificios. Así en 1870 Victor Manuel se convirtió en el primer rey de la Italia unificada y Roma en la capital del reino.
Amadeo, duque de Aosta, siguió la carrera militar. Se suponía que en el futuro apoyaría a su hermano, Humberto, el próximo rey.
En 1865 Amadeo viajó a Portugal y España. Isabel II se oponía a los Saboya por la pérdida del reino de los Borbones. Visitó a la reina con vistas a una posible boda con la infanta Isabel, la Chata que, sin embargo, nunca se llevó a cabo.
En 1865 Italia declaró la guerra a Austria para quitarle sus posesiones del Véneto. Tanto el rey como sus hijos participaron en las batallas. El conflicto terminó con el Tratado de Viena, abandonando Austria el Véneto.
Una pareja enamorada
Amadeo fue herido y mientras se restablecía, oyó hablar de María Victoria. Intrigado comenzó a observarla y a seguir sus pasos. Le dejaba notas y la esperaba en la calle para verla pasar. Aunque posiblemente se había previsto para Amadeo una boda con una princesa, su insistencia hizo que su padre le permitiera casarse con María Victoria.
Se casaron en 1867. El tenía veintidos años y ella diecinueve. Ya entonces se mostró el carácter piadoso de la futura reina de España. Donó su traje de boda y muchos de los regalos recibidos para que decoraran altares o imágenes religiosas o bien fueran vendidos y el dinero repartido entre los necesitados. Además fundó dos hospitales para recién nacidos en Reano y Vestignè. También dio dinero para las jóvenes que no tenían medios en estas ciudades.
Tras el viaje de novios Amadeo fue nombrado vicealmirante de la flota y se le encomendó que reorganizara la marina italiana. Durante dos años la familia tuvo que trasladarse por este motivo varias veces.En 1869 nació su primer hijo, Manuel Filiberto de Saboya, en Génova. Aunque María Victoria tardó mucho en recuperarse del parto, se ocupó directamente de la crianza del pequeño. En 1870 nació el segundo hijo, Victor Manuel. Su nacimiento coincidió con el ofrecimiento de la corona española a Amadeo de Saboya.
Al llegar a España en barco al nuevo rey le esperaba la noticia del asesinato de su mayor valedor, el General Prim. No es difícil imaginarse el estado de ánimo del rey al enfrentarse a esta nueva tarea completamente sólo. Llegó a Madrid el 2 de enero de 1871 y fue a rendir homenaje al General a la Basílica de Atocha.
Aunque Prim era iremplazable, el general Serrano ocuparía su lugar. Formó un Ministerio de coalición con hombres de los tres partidos que habían hecho la revolución, pero aun así no resultó eficaz, cada uno tiraba de la cuerda en otra dirección.
Amadeo de Saboya quiso, desde el primer momento, aparecer como un verdadero demócrata. Además redujo las habitaciones que ocupaba en el palacio, también su séquito. Pocos acudían en aquellos momentos al palacio, sólo las personalidades oficiales, los empleados y aquellos que querían algo. La aristocracia, el clero y las altas jerarquías del ejército huían de palacio. La mala costumbre de juzgar sin conocer, de los prejuicios, de pensar que lo tuyo siempre es mejor que lo que viene de fuera……
Para Amadeo fue difícil enfrentarse a una situación así, en la que sin conocer el idioma, la historia, las costumbres, era complicado gobernar. Estuvo sólo durante tres meses antes de que viniera su esposa, María Victoria, pero no le faltó tiempo para encontrar consuelo en los brazos de otra mujer. Se trataba de Adela Larra, hija de Mariano José de Larra. En aquel momento Amadeo tenía 26 años y ella 10 más. Ella estaba casada con Diego García Nogueras, periodista liberal, con el que tuvo tres hijos. Este romance, conocido por todos, siguió incluso tras la llegada de María Victoria, pero otro nuevo capricho del rey le puso fin. Además Adela Larra quiso chantajear al rey con la publicación de unas cartas comprometedoras que él le había escrito. Finalmente recibió una cantidad de dinero y la historia acabó. Se ve que el chantaje a los reyes no es nada nuevo, aunque ellos siguen ‘cayendo’.
A los nobles no les gustaba este nuevo rey. Apoyaban la Restauración en la figura de Alfonso XII.
María Victoria llegó a España con sus dos hijos en 1871. Desde el principio quiso integrarse en la vida española y conseguir ser querida por los españoles. Lo consiguió en parte, ya que fue muy apreciada por las mujeres humildes y de clase media.
La Rebelión de las mantillas
Los reyes solían pasear en carroza por el Paseo del Prado, al igual que el resto de la nobleza. Un día, todas las damas nobles llevaban un alfiler con la flor de lis, símbolo de los Borbones. Además llevaban peinetas y mantillas de encaje. Así siguieron durante varios días. Muchas mujeres ni siquiera se paraban a saludar a los reyes, como deberían haber hecho siguiendo la etiqueta. María Victoria se sintió tan humillada que estuvo a punto de abandonar el país. Felipe Ducazal, seguidor de Prim y de Amadeo de Saboya organizó una contra-rebellión. Hizo que varias prostitutas bien conocidas en Madrid se paseasen por el Paseo del Prado ataviadas del mismo modo que las nobles. Esto puso fin al desaire que había sido organizado además por la marquesa de Alcañices, cuyo marido era jefe del partido alfonsino. Muchos nobles no aguantaban que los nuevos reyes llevaran un estilo de vida tan modesto.
María Victoria no pudo contar con la ayuda de la nobleza, pero hizo una buena amistad con dos personas de gran relevancia: Concepción Arenal, escritora liberal y feminista, y José Luis Albareda, periodista y político liberal.
María Victoria se centró sobre todo en la beneficencia. Recibía a todos que se lo pedían. Mensualmente repartía cien mil pesetas de su fortuna personal entre obras de caridad. Empezó a evitar a la nobleza para no tener que sufrir sus desaires.
El Asilo de Lavanderas
En el Madrid del siglo XIX era normal ver a gran cantidad de mujeres lavando la ropa a orillas del Manzanares, sobre todo frente a la antigua estación del Norte. Estas mujeres solían acudir al río con sus hijos, ya que no tenían con quién dejarlos y se podían producir situaciones peligrosas para los pequeños.
María Victoria no llevaba ni cuatro meses en Madrid cuando decidió que era necesario ayudar a estas mujeres. Se comenzó a construir el Asilo de Lavanderas, una institución que se ocupaba de los hijos de estas trabajadoras mientras ellas lavaban la ropa. Además María Victoria insistió en que los niños recibieran una educación adecuada.
Otro ejemplo de su forma de ser lo muestra el hecho de que, informada del cierre de una fábrica textil que iba a dejar a muchas familias sin sustento, le encargó un tapiz de cien metros cuadrados para la iglesia de San Felipe Neri en Turín.
En estas labores benéficas la reina recibía el asesoramiento de Concepción Arenal. Posteriormente fundó un hospicio para niños desamparados y una casa-colegio para los hijos de las cigarreras. Promocionó también la llamada «sopa económica», comida que era distribuida en distintas zonas de Madrid hasta a seiscientas personas.
Reyes sin apoyos
Mientras tanto el gobierno de Amadeo de Saboya no cuajaba. No consiguió el apoyo de los partidos políticos, los nobles le humillaban. Debido a las medidas anticlericales que tomó su padre en Italia, la Iglesia tampoco le apoyaba. Ni siquiera podía contar con la fidelidad del ejército.
Los mismos partidos que habían llevado a Amadeo al trono de España se dividieron. Parece que más que por sus ideas políticas, por su afán de hacerse con la voluntad del rey. Incluso en los propios partidos aparecían estas divisiones. Por ejemplo, los radicales se dividieron entre seguidores de Ruiz Zorilla (sus seguidores querían terminar la obra de la revolución transformando la estructura política en lo que coincidían con los republicanos) y Sagasta (para ellos la revolución estaba consolidada y sólo había que mantener la paz y el orden en lo que coincídian con los unionistas y los partidos de derechas). Estas discrepancias fueron la causa principal del desastre del reinado de Amadeo.
Tras seis meses del primer gobierno hubo una primera crisis. Aunque se intentó un gobierno de coalición, lo que en teoría entendieron todos los partidos, a la hora de la verdad se negaron a participar en ello. Fue finalmente nombrado Ruiz Zorrilla. El rey realizó un viaje por Cataluña, Zaragoza y Logroño, donde se había concedido una amplia amnistía ya que eran regiones predominantemente republicanas. El viaje resultó un éxito.
Ese mismo verano se inauguró la primera línea de tranvías todavía tirados por mulas, desde la Puerta del Sol a la calle de Salamanca. Como curiosidad podemos recordar que en aquellos momentos se decía ‘la tranvía’.
Llegado el mes de octubre Zorrilla candidato de Amadeo para ocupar el puesto de Presidente del Congreso perdió la votación frente a Sagasta. Zorrilla presentó su dimisión. Amadeo de Saboya no sentía muchas simpatías por Sagasta y este se negó a aceptar el puesto de Presidente del Consejo de Ministros que le fue entregado a José Malcampo (con Sagasta detrás, claro). También este gobierno caería ya que Ruiz Zorrilla no cesaba en su empeño. Baste decir que en dos años de reinado hubo 6 gobiernos distintos. Lo que Amadeo logró, como en su momento Isabel II, es que casi todos se unieran contra él.
El 18 de julio de 1872 los reyes salieron a pasear en su carroza. En la calle Arenal un coche se cruzó en su camino y un hombre les disparó. Amadeo se tiró al suelo protegiendo a la reina con su cuerpo. Ella estaba embarazada. Además les dispararon desde ambos lados de la calle. La policía logró abatir a uno de los asesinos. Aunque este hecho hizo que aumentara la popularidad de los reyes, ya era tarde.
Para empeorar aun más la situación hubo que hacer frente a la tercera guerra carlista y a los conflictos en Cuba, además no quedaba dinero en las arcas.
Durante su estancia en Madrid, María Victoria fue consciente de las infidelidades de Amadeo. Aparte de Adela de Larra tuvo relaciones con una cantante de ópera y una aristócrata.
Para muchos españoles Amadeo no fue más que una solución pasajera. Era un tiempo intermedio antes de la llegada de la Restauración para los moderados, o la República para los progresistas.
En enero 1873 nació el tercer hijo de la pareja real, Luis Amadeo. Un mes después el rey comunicó al gobierno su decisión de abdicar. Tres días después se proclamó la I República.
Amadeo de Saboya y María Victoria salieron sin ningún acompañamiento oficial, casi por la puerta de atrás. Primero fueron a Lisboa, donde estuvieron un mes para que María Victoria se recuperara del parto. Después partieron a Turin donde fueron recibidos como duques de Aosta. Ambos sintieron que habían fracasado en su deber frente a España.
Un fin discreto
A partir de ese momento María Victoria vivió dedicada a la familia y las actividades benéficas. Había encomendado a Concepción Arenal que siguiera con las fundaciones que había dejado en Madrid.
A finales de 1873 se diagnosticó que María Victoria padecía la tisis, enfermedad incurable. Murió tres años después, a los veintinueve años.
Amadeo la sobrevivió catorce años. En 1888 le convencieron para que se casara con Leticia Bonaparte, su sobrina. Tuvo un cuarto hijo con ella, Humberto. Amadeo de Saboya murió en 1890 a los cuarenta y cinco años.
En Madrid María Victoria fue recordada sobre todo por aquellas personas que conocieron sus actividades benéficas que tanto les facilitaron su trabajo. Es, junto a Julia Clairy, la reina más desconocida de nuestro país. En su corto reinado supo, sin embargo, mostrar su preocupación por los menos afortunados. La llamaban «madre de los pobres».
Fuente:
Rubio, María José: Reinas de España’, La esfera de los libros, 2009.
Gallardo, Carmen: ´La reina de las lavanderas’, Esfera de los Libros, 2012
Conde de Romanones: Ámadeo de Saboya, el rey efímero, Espasa Calpe, 1935