La Academia
La Real Academia de Ingeniería se creó en 1994. Entre sus objetivos cabe destacar la promoción de la ingeniería española fomentando su estudio e investigación, la emisión de informes y dictámenes sobre temas específicos solicitados por organismos estatales y la elaboración y el mantenimiento de un léxico en lengua castellana de términos relativos a la ingeniería.
Cuenta la Academia con una serie de comisiones permanentes (biblioteca, gobierno, hacienda, premios, relaciones exteriores) y comisiones temporales (estudio de candidaturas, elaboración del diccionario de la ingeniería). Además hay dos secciones, de actividades científicas y técnicas y de formación e historia.
Es la primera Academia de ámbito nacional creada durante el reinado de S.M. Don Juan Carlos I. A propuesta del Ministerio de Educación y Ciencia, la Academia de Ingeniería fue creada el 29 de abril de 1994 por Real Decreto.
Entre sus miembros hay personalidades de las diferentes ramas de la ingeniería. Es miembro de diversas entidades internacionales.
En 2005 se constituyó la Fundación «Pro Rebus Academiae» para respaldar las actividades de la Corporación.
En el año 2005 el Patrimonio del Estado cedió a la Academia la parte pública del palacio del marqués de Villafranca como su sede. Está ubicada en la calle de Don Pedro, 10.
Tras los varios años que duraron los trabajos de rehabilitación del palacio, la sede quedó inaugurada en el año 2010.
Historia del palacio
Don Pedro
El edificio fue construido en el siglo XVII por Pedro Alvarez de Toledo, V marqués de Villafranca. Se cuenta que era un hombre muy modesto y que no quería le llamaran por su título, de ahí el nombre de la calle, Don Pedro.
A medida que fue cambiando la calle y lo que rodeaba al palacio, parece ser que se fueron adquiriendo parcelas colindantes y agrandando el palacio.
La Duquesa de Alba
Uno de sus sucesores fue José Alvarez de Toledo, VII marqués de Villafranca y de Medina Sidonia. Este sería el marido de María Teresa Cayetana, la famosa duquesa de Alba retratada por Goya.
Debido al interés de la duquesa por sobrepasar siempre que pudiera a la reina María Luisa, el palacio fue decorado con gran suntuosidad. Cuenta Pedro de Répide que fue en esta casa en la que sucedió una de las conocidas anécdotas de la duquesa:
Estaba asomada al balcón con su marido cuando pasó un pobre pidiendo limosna. El marqués sacó unas monedas del bolsillo y mientras buscaba cuál darle al pobre, la duquesa le dio un manotazo de forma que todas las monedas cayeron a la calle y fueron a parar al mendigo.
Por lo visto también tenía la costumbre de recorrer las estaciones el Jueves Santo. Iba en una silla de manos y la seguían las manolas de la zona ya que la duquesa solía «perder» algún abanico que otro durante el trayecto. Posteriormente se trasladaron al Palacio de Buenavista.
El inventario
El marqués murió en 1796 y le sucedió en el palacio su hermano. Según datos recogidos del inventario del palacio por África Martínez el palacio tenía entonces una biblioteca con 3.880 obras, dibujos y cuadernos de estampas.
En las paredes del gabinete principal había pinturas de paisajes. A continuación estaba la alcoba con figuras religiosas de marfil. El salón contaba con obras mostrando temas costumbristas. Había una pequeña sala de vestir con antesala con estampas y litografías.
En la escalera principal había retratos de la familia, de los reyes y de las cinco batallas de Alejandro. Era una forma de unir a la familia con la familia real.
En la planta baja, dedicada a la familia, había una antesala, una sala y la sala principal de verano.
Partiendo del inventario estudiado por la autora se deduce que el palacio tenía una planta baja, la planta principal y seguramente otra dedicada a vivienda de los sirvientes.
Avatares
En el siglo XIX el edificio se convirtió en casa de vecindad. Al faltar dinero se vendió la propiedad a una familia de la baja nobleza de Alicante, Pablo Pérez de Seoane, conde de Vella y Enriqueta Roca de Togores, condesa de Pinohermoso.
Posteriormente lo primero que se vendió fueron las caballerizas y el jardín que pasaron a ser ocupados por un colegio. En 1950 murió la última heredera del palacio y se dividió la propiedad.
Durante un tiempo estuvo ubicado en las salas el restaurante «Puerta de Moros», después el Instituto Nacional para el Aceite de Oliva. El edificio amenazaba ruina y en el año 2005 se cedió la parte pública a la Real Academia de Ingeniería.
La condesa de Pinohermoso contrató a Arturo Mélida para renovar, en su día, el edificio. Es el autor de la galería que podemos admirar hoy.
El palacio hoy
Dentro del edificio hay una pared que corresponde a la muralla cristiana del siglo XII. Tiene cuatro metros y medio de altura. Como en tantos otros edificios, la muralla se utilizó para formar parte de la estructura de las viviendas. Actualmente la muralla se encuentra integrada en una sala de reuniones.
Debajo del edificio hay unas cuevas que parece ser sirvieron de alcantarillado a la ciudad. Son parte de pasadizos, se dice, que llevan hasta el Palacio Real.
En la galería las vidrieras son las originales del palacio que aparecieron durante la rehabilitación.
La sala roja corresponde al antiguo comedor con unos aparadores espléndidos. Todas las alfombras son de la Real Fábrica de Tapices.
La sala amarilla sería el antiguo salón de baile.
Otra sala fue la biblioteca. Las cerámicas son de Arturo Mélida que, además, las firmó todas.
Igualmente son suyos los artesonados de los techos, los espejos, las molduras. Escogió, sobre todo, imágenes de animales, flores, ángeles y temas alegóricos.
En otra de las salas tenemos una copia parcial de un cuadro de Rubens.
Actualmente la Academia ofrece visitas guiadas a los interesados.
Para más información contacte directamente con la misma.
Fuentes:
Martínez Medina, África: «Palacios Madrileños del siglo XVIII», Ediciones La Librería, 2003
Répide, Pedro de: «Las Calles de Madrid», Ediciones La Librería, 2007