Buenas tardes a todos.
Ayer hice un pedido en la Mantequería Alemana y me lo han traído esta mañana. No cobran por el envío. Hombre, hay que reconocer que no son productos baratos, pero vale la pena. He comprado embutidos alemanes, Bretzel, pan gris, sopa de Goulasch, enfin, de todo un poco y estoy muy satisfecha con lo que ha llegado. Asi que si os apetece os la recomiendo. El pedido hay que hacerlo por teléfono.
Sigamos un poco con las aventuras ‘oficiniles’.
La foto que veís es de las oficinas en Nuñez de Balboa, de ahí pasamos a Torre Europa y, después, ya en otra filial a Hermanos García Noblejas. De ahí nos mudamos en el 2013 creo que fue a un edificio nuevo también en la zona. Y, aviso a navegadores, sobre todo a los arquitectos: ¿Cómo se os ocurre hacer un edificio todo de cristal en un país con tanto sol como este? Argumentos. váis a ahorrar muchísimo en gastos de luz. Pues no, porque hay que poner ‘estores’ porque con tanta luz no hay quién trabaje. Y no hablemos del calor, que no hay aire acondicionado que lo bata. Para solucionar el tema se recurrió a la ‘domótica’. Se suponía que los ‘estores’ subían o bajaban en función de la luz que entraba desde el exterior. Claro, pasaba una nube tapando el sol y el ‘estor’ se subía; volvía el sol, el ‘estor’ se bajaba; venía otra nube, para arriba, en fin, un desaguisado. Además no se tenía en cuenta el reflejo del sol en otros edificios, con lo que por las tardes te daba en los ojos como un cuchillo. Con deciros que había gente trabajando con gafas de sol, os digo todo. Además los estores que habían puesto eran lo que llamaríamos de color ‘blanco roto’ y no quitaban la luminosidad. No nos quedó más remedio que poner otros ‘estores’ negros delante y que fueran de funcionamiento manual. Cuando vinieron a instalarlos se organizó una que no os hacéis ni idea. Los instaladores eran dos chicos alemanes del tipo ‘anuncio de Coca-Cola’. Pues os podéis imaginar. Como en el anuncio. Las chicas hasta subieron de la planta de abajo. Aquello era un gallinero de risas y carcajadas. Y los compañeros ‘Pues tampoco es para tanto’. Ya, ya. Pura envidia. A partir de ese día, cuando tenían que volver los chicos para hacer algo, teníamos que avisar de antemano para que las chicas estuvieran al loro. La verdad es que nos reimos un montón.
Estos edificios ‘inteligentes’, de verdad, no me dicen nada. Empezando porque no puedes abrir una ventana y, a media tarde, ya se nota una falta de oxígeno que ni te cuento. Además, en invierno te achicharras, en verano te congelas. Que si ‘baja la temperatura’, ‘tengo calor’, ‘tengo frío’, en fin, un sinvivir.
Luego otra era el suelo de la entrada al edificio. Cuando llovía íbamos todos resbalándonos. Un día que volvía de haber comprado la comida estaba un jardnero regando las plantas (había unos grandes cuadrados con plantas dentro). Casualmente fui apisar el suelo que estaba mojado, me resbalé y terminé dentro del cuadrado de las plantas. No me dice daño, pero lo que más me dolió fue el grito de ‘Señora, señora’ de los guardas de seguridad. Bueno, y que la comida terminó hecha un mix de todo. Gracias a ese resbalón se hicieron unas llamadas y terminaron por poner una alfombra los días de lluvia.
Vamos con la parte musical de hoy. Aquí un tema clásico que, sin quererlo, se ha convertido en eterno. Otra que muchos jóvenes hoy en día ni conocerán. Y esta creo que no es muy conocida, pero me encanta.
Chicos, mañana será otro día.